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domingo, 8 de marzo de 2020

Crimen sin castigo en Yellowstone

La cascada Lower Falls se desploma en el cañón del río Yellowstone.

Cuentan los lugareños que en el Parque Nacional Yellowstone hay una determinada “Zona de la Muerte” en la que cualquier delito, incluyendo el homicidio, permanece impune. ¿Existe realmente esa zona? ¿Cómo pudo constituirse? ¿Alguien la ha puesto a prueba?

Es cierto. Hay un pedazo de deshabitada tierra salvaje en la que el parque nacional penetra en el borde oriental de Idaho. Una laguna legal creó una situación gracias a la cual cualquiera puede cometer un asesinato sin que pueda ser juzgado por el crimen. Aunque sea así, no parece que merezca la pena intentarlo.

Empezaré por decir un par cosas sobre Yellowstone. El parque nacional fue creado por el Congreso y sancionado legalmente por el presidente Ulysses S. Grant el 1 de marzo de 1872. Como casi todo en Estados Unidos, tiene unas dimensiones enormes. Sus 8.983 kilómetros cuadrados superan en casi mil el tamaño de la Comunidad de Madrid y multiplican casi trece veces la superficie del mayor de los parques nacionales terrestres españoles, Sierra Nevada (709 kilómetros cuadrados).

El 91 por ciento del parque está incluido dentro de los límites del estado de Wyoming; la mayor parte del resto se extiende por Montana, y apenas 90 kilómetros cuadrados están incluidos en Idaho. Cuando se produjo la declaración del parque nacional, ninguno de los actuales tres estados involucrados tenía todavía la categoría estatal; eran territorios (jurídicamente considerados distritos) que se incorporarían como estados a la Unión años después: en 1889 (Montana) y en 1890 (Idaho y Wyoming). Al crear el parque nacional el Congreso colocó todo su territorio bajo la jurisdicción del distrito de Wyoming, lo que incluyó el pequeño porcentaje del parque extendido por Montana e Idaho. Eso fue casi veinte años antes de que esos estados fueran admitidos en la Unión, pero los territorios cedieron al distrito de Wyoming sus estrechas franjas de tierra que se superponían al parque.

Como todos los parques nacionales, sin que importe en qué estado se incluya, Yellowstone es territorio de jurisdicción federal, sujeto al artículo Tercero de la Constitución de Estados Unidos que establece que si alguien comete cualquier delito en tierras federales, debe ser juzgado en el lugar, o estado, donde se haya cometido el delito.

El problema del lugar donde alguien debe ser juzgado no es nuevo. En Estados Unidos se redactó el artículo Tercero porque los legisladores tuvieron muy en cuenta los antecedentes coloniales: cuando habían cometido un crimen contra algún colono, los soldados británicos eran devueltos a Inglaterra para ser juzgados. Una vez allí, con tribunales afectos, se iban de rositas. Por eso, una vez independizados, los escarmentados colonos legislaron que los crímenes debían ser juzgados allí donde se cometieran. Todo parece claro: negro sobre blanco. Pero como todo el mundo sabe, si en Derecho todo fuera blanco y negro, ¿de qué comerían jueces, procuradores y abogados?

Mapa geológico de Yellowstone en el que he superpuesto la "Zona de la Muerte".

Para complicar las cosas, la Sexta Enmienda, promulgada cuatro años después de la Constitución, establece que «En toda causa criminal, el acusado gozará del derecho de ser juzgado pública y expeditamente, por un jurado imparcial del Estado y distrito en que el delito se haya cometido, distrito que habrá sido determinado previamente por la ley», o lo que es lo mismo, otorgó a un acusado penal federal el derecho a ser juzgado por un jurado cuyos miembros deben ser elegidos entre los ciudadanos del estado y distrito donde se cometa el delito.

Ese tipo de jurado se conoce como “vicinage”. Ahí es donde el blanco y negro se difuminan. En la porción deshabitada de Idaho que se encuentra dentro del perímetro occidental de Yellowstone es imposible constituir un vicinage a menos que se incorporen osos, lobos o tejones. Allí no vive nadie. En todo Estados Unidos, este es el único lugar donde se produce esa circunstancia. Los crímenes federales cometidos en la porción de Yellowstone que se extiende en Idaho están en ese Estado, pero también en el distrito federal de Wyoming. Es un pleno al 15 en lo que se refiere a lagunas constitucionales.

Se podría argumentar que, si comete un delito grave en la Zona de la Muerte, tendría lugar en territorio federal y no realmente en Idaho. Las cosas no son tan sencillas. En la franja de Idaho incluida en el distrito de Wyoming, los residentes (si hubiera alguno) votarían en las elecciones de Idaho, pagarían los impuestos en Idaho, matricularían sus coches en Idaho, y así todo. Lo mismo se aplica a la sección de Montana de Yellowstone. Por tanto, aunque esas secciones de terreno pertenecen a sus respectivos estados, también pertenecen al distrito judicial de Wyoming.

El coronel Philetus W. Norris, segundo superintendente de Yellowstone National Park, entrando Upper Geyser Basin en agosto de 1878. Fotógrafo desconocido. Archivos de Yellowstone National Park.


Dado que nadie vive en esa sección de Idaho / Wyoming / Yellowstone, no hay habitante alguno que pudiera formar parte de un jurado local. Sin jurado, no hay juicio. ¡Caso liquidado! Pero hay una posibilidad de otro juicio, que en la jerga legal estadounidense se conoce como “bench trial”. Las Reglas Federales de Procedimiento Penal establecen que en un juicio civil la constitución de un jurado no es automática, sino que debe ser solicitada por una de las partes y pagar una pequeña tasa; de no solicitarse, el caso se solventará mediante bench trial, un juicio directo por un solo juez. En ese caso no tendría que constituirse un jurado, lo que resolvería de un plumazo el problema de la inexistente población en la Zona de la Muerte.

Otra vez parece fácil, ¿verdad? Pues no. La ley protege los derechos de los acusados. El reo tendría que renunciar a su derecho a un juicio con jurado. ¿Y quién iba a hacer eso cuando tiene la oportunidad de cometer el crimen perfecto? No se puede obligar al acusado a tener un bench trial. Puede hacer valer su derecho a un juicio por vicinage y no puede haber otro tipo de juicio sin que el acusado renuncie al jurado y, además, haciendo valer su derecho a un jurado local. Él y solo él puede renunciar a ese derecho.

Bien, ese es el indiscutible derecho que asiste a cualquier ciudadano estadounidense. La cuestión es si sería fácil llevar a cabo un crimen en la Zona de la Muerte. Mientras contemplo con unos prismáticos la zona, pienso que, incluso si fuera técnicamente posible cometerlo, hay varios factores que hacen de la idea un escenario bastante descabellado en la vida real.

Para empezar, el crimen tendría que ser espontáneo y ocurrir dentro del área prescrita del parque. Cualquier indicio de planificación premeditada se llama conspiración para cometer un asesinato y sería juzgada en el Distrito Judicial de Idaho. También es más que posible que el asesino cometa alguna infracción federal como introducir armas de fuego en el parque o, simplemente, infringir el reglamento que impide penetrar en la Zona de la Muerte o cualquier otro tipo de infracción menor que lo pondrían en manos de los jueces de distrito. Cualquier delito menor que pudiera acarrear una pena de cárcel de seis meses o menos no requeriría un juicio por jurado. Como Al Capone, al que acabaron por llevar a prisión sus delitos fiscales, tirando del hilo de la infracción menor acabaría por salir la condena por el delito mayor.

Un obstáculo aún mayor para cometer el asesinato perfecto es el de la logística. Estamos hablando de una parte remota del parque, un área que ni siquiera está conectada por carreteras al resto de Yellowstone. Si quieres llegar hasta allí, debes abandonar el parque y conducir hasta Ashton, Idaho, donde deberás tomar una pista de tierra de casi veinte kilómetros para entrar de nuevo en el parque. 

Para llegar a la Zona de la Muerte desde allí, hay que tomar Grassy Lake Road, que se dirige hacia el oeste y corre perpendicular a la frontera sur del parque durante setenta kilómetros de surcos, baches, animales sueltos, rocas desprendidas, traqueteo de dientes y sacudidas del globo ocular. El paisaje es magnífico… si consigues enfocar la vista y mirar a través de las nubes de polvo. Calculo que, si todo va bien y no te aplasta un peñasco, recorrerla cuesta aproximadamente tres horas, así que hay que llevar el depósito lleno y neumáticos de repuesto.

Quienes deseen acercarse a la Zona de la Muerte, deben solicitar permiso en la estación de los rangers cerca del río Bechler.

Una vez que hayas pasado la estación de los rangers de Bechler (sin que te vean) y alcanzado el comienzo del sendero hacia Bechler Meadows, debes convencer a tu víctima para que camine por el bosque a lo largo del río Bechler. Puedes seducirla con la visita a las hermosas cascadas Bechler o, si le gusta pescar, con la increíble pesca de truchas en Bechler Meadows, pero es posible que no te escuche porque correrá despavorido perseguido por los zumbidos de los miles de mosquitos sedientos de sangre que pululan por allí esperando su próximo avituallamiento de sangre caliente. En serio, si quieres sobrevivir el tiempo suficiente para asegurarte el regreso, sería recomendable que antes te dieras un baño de repelente.

Supongamos que has tenido éxito y has logrado atraer a tu víctima hasta la Zona de la Muerte y propinarle el golpe de gracia; ahora tendrás que regresar caminando hasta donde dejaste el coche. El bosque es una reserva de osos grizzlies y refugio predilecto como de los enormes lobos grises, por no mencionar a los feroces glotones que no dudarían en amputarte una pierna de un mordisco. Si no puedes entrar y salir antes de la puesta del sol, es muy posible que termines sirviendo de cena a algún carnívoro hambriento y podrías terminar duplicando la carga de trabajo de algún equipo de rescate mucho después de que tu víctima y tú hayáis sido denunciados como desaparecidos.

Todo es posible, pero no parece que valga la pena intentarlo. © Manuel Peinado Lorca. @mpeinadolorca.