lunes, 6 de enero de 2020

La flor más grande del mundo

Dominio público.

En Indonesia brota estos días la flor más grande conocida, la de una planta parásita que literalmente huele a cadáver.
El nombre de la flor es Rafflesia tuan-mudae, aunque se le conoce entre los nativos como flor cadáver por el mal olor a carne podrida que, como el resto de sus congéneres, emite cuando está en plena floración. Los pétalos configuran un enorme diámetro de 111 centímetros, que supera el récord anterior (107 centímetros), de una flor de Rafflesia arnoldi registrada en el oeste de Sumatra hace varios años.
El descubrimiento de R. arnoldi tiene una curiosa historia y su forma de reproducción y su ciclo de vida pueden considerarse como ejemplo de todo un género en el que hay registradas 38 especies todas ellas del sureste de Asia. En este enlace encontrarán detalles fotográficos de buena parte de las especies descritas.
Rafflesia arnoldii, es una angiosperma (el grupo que reúne a las más de 260.000 especies de plantas con frutos y semillas) parásita que sobresale por producir una de las flores más grandes del mundo, solamente superadas en tamaño por R. tuan-mudae. Tiene un olor muy fuerte y desagradable a carne podrida que le ha valido el apodo de "flor cadáver". Es endémica de las selvas tropicales de Sumatra y Borneo. Aunque hay algunas plantas con órganos florales más grandes como el aro titán (Amorphophallus titanum) y la palma de talipot (Corypha umbraculifera), técnicamente son inflorescencias, es decir de agrupaciones de muchas flores de pequeño tamaño.
Historia de un descubrimiento y de una denominación
En 1797, un botánico francés, Louis Auguste Deschamps, miembro de una expedición científica francesa a Asia y el Pacífico, recolectó un espécimen de lo que ahora se conoce como Rafflesia patma. Después de quedarse estupefacto ante el tamaño de la pestilente flor que tenía delante, el sorprendido Deschamps fue consciente de ser el primer científico europeo en encontrar un espécimen de una especie y de un género desconocidos para la ciencia. Durante su viaje de regreso en 1798, el barco que transportaba a Deschamps y a sus colecciones fue capturado por los británicos, por entonces en otra de sus incontables guerras con Francia, y todos sus papeles, notas y muestras de herbario fueron confiscados. No vieron la luz del día hasta 1954, cuando fueron redescubiertos en el Museo de Historia Natural de Londres.
Flor abierta de Rafflesia arnoldi. Fuente
En 1818, los británicos Joseph Arnold (un reputado botánico) y sir Stamford Raffles (un estadista fundador de la moderna Singapur) recolectaron un espécimen de otra especie de Rafflesia encontrada por uno de sus criados malayos en Sumatra. Arnold contrajo malaria y murió poco después del descubrimiento. Lady Raffles, que también había estado presente cuando se recolectó el espécimen, terminó el dibujo en color de la planta que había comenzado Arnold y lo envió al naturalista multimillonario Joseph Banks, junto con el material de herbario. Banks pasó todos los materiales a Robert Brown, experto del Museo Británico, y al pintor botánico de los Reales Jardines de Kew, Franz Bauer.
William Jack, que sustituyó a Arnold en Sumatra, consciente de que Deschamps, a pesar de haber perdido sus notas, podría publicar formalmente un nombre para el género recién descubierto, se apresuró a redactar una descripción para asegurarse de que el crédito de aquel sensacional descubrimiento recayese un botánico británico. Mientras que los especialistas del Museo Británico preparaban una descripción científica detallada, el borrador de la descripción realizada por Jack estaba preparado para ser publicado en el caso de que hubiera noticias de que los franceses estuvieran a punto de publicar la descripción de Deschamps.
El nombre genérico Rafflesia, otorgado en honor a Raffles a propuesta de Robert Brown, fue validado por S.F. Gray en la reunión de junio de 1820 de la Sociedad Linneana de Londres y se publicó en los Annals of Philosophy en septiembre de ese año. La especie Rafflesia arnoldi, bautizada en honor de Arnold, fue descrita oficialmente por primera vez en 1821 por Brown.
Descripción
Los órganos vegetativos de las diferentes especies de Rafflesia no es que sean poco lucidos, sencillamente son invisibles. R. arnoldi, por ejemplo, carece de hojas, tallos o incluso de raíces visibles y de clorofila. Vive como endoparásita de varias lianas del género Tetrastigma, que crecen solo en bosques vírgenes del sureste asiático. Como hacen muchos hongos fitoparásitos, crecen como filamentos de tejido completamente inmersas dentro y en contacto íntimo con las células de sus hospedantes de las que obtienen nutrientes y agua.
De hecho, la planta solo se puede ver fuera de su hospedante cuando está lista para reproducirse. Cuando llega ese momento, emergen unas yemas florales esféricas, parecidas a repollos grandes como balones de fútbol. Mientras que los brotes tardan casi un año en desarrollarse, las flores duran solo unos días, lo que hace que sean bastante difíciles de localizar de no ser por coloración rojiza y por su potente olor a cadaverina que se extiende en el interior de las selvas densas atrayendo con ello a las moscas carroñeras que las polinizarán.
Reproducción
Las flores son unisexuales y, por lo tanto, la proximidad de las flores masculinas y femeninas es vital para una polinización fructífera. Transcurridos varios meses desde su aparición a ras de suelo, los brotes en forma de repollo se abren y dejan ver las flores. Estas miden hasta un metro de diámetro, con lóbulos gruesos y carnosos de color marrón rojizo con manchas blancas. En conjunto, la flor tiene forma de copa en cuyo centro hay una columna con un disco erizado de protuberancias carnosas odoríferas. Las anteras (partes masculinas) o los estilos (partes femeninas) están situadas debajo del disco. Los frutos son bayas con semillas diminutas. Fotografías detalladas de las flores en este enlace.
Ciclo de R. arnoldi. Cliquee encima para verla a mayor tamaño.
El mal olor a carne podrida atrae a moscas carroñeras de los géneros Lucilia y Sarcophaga y a algunos escarabajos coprófilos que actuarán como polinizadores mientras hurgan alrededor y debajo de los discos florales. Para polinizar con éxito, los insectos deben visitar las plantas masculinas y femeninas por ese orden. El fruto son bayas redondas llenas de pulpa blanda que embebe miles de semillas y que son un festín para las tumayas, unas musarañas arborícolas de la familia Scandentia, que se encargarán de la dispersión de las semillas convenientemente abonadas con sus heces.
En el esquema anterior les dejo el ciclo completo de R. arnoldi tomada de esta publicación que recomiendo por la sencillez explicativa de los a veces complejos ciclos de vida de muchos organismos. © Manuel Peinado Lorca. @peinadolorca.