Dominio público. |
En Indonesia brota estos días la flor más grande conocida, la de una
planta parásita que literalmente huele a cadáver.
El nombre de la flor es Rafflesia
tuan-mudae, aunque se le conoce entre los nativos como flor cadáver por el
mal olor a carne podrida que, como el resto de sus congéneres, emite cuando
está en plena floración. Los pétalos configuran un enorme
diámetro de 111 centímetros, que supera el récord anterior (107 centímetros),
de una flor de Rafflesia arnoldi registrada
en el oeste de Sumatra hace varios años.
El descubrimiento de R. arnoldi
tiene una curiosa historia y su forma de reproducción y su ciclo de vida pueden
considerarse como ejemplo de todo un género en el que hay
registradas 38 especies todas ellas del sureste de Asia. En este enlace encontrarán
detalles
fotográficos de buena parte de las especies descritas.
Rafflesia arnoldii, es una angiosperma (el grupo que
reúne a las más de 260.000 especies de plantas con frutos y semillas) parásita que
sobresale por producir una de las flores más grandes del mundo, solamente
superadas en tamaño por R. tuan-mudae. Tiene un olor muy fuerte y
desagradable a carne podrida que le ha valido el apodo de "flor cadáver".
Es endémica de las selvas tropicales de Sumatra y Borneo. Aunque hay algunas
plantas con órganos florales más grandes como el aro titán (Amorphophallus
titanum) y la palma de talipot (Corypha
umbraculifera), técnicamente son inflorescencias, es decir de agrupaciones
de muchas flores de pequeño tamaño.
Historia de un descubrimiento y de una
denominación
En 1797, un botánico francés, Louis Auguste Deschamps, miembro de una
expedición científica francesa a Asia y el Pacífico, recolectó un espécimen de
lo que ahora se conoce como Rafflesia
patma. Después de quedarse estupefacto ante el tamaño de la pestilente flor
que tenía delante, el sorprendido Deschamps fue consciente de ser el primer
científico europeo en encontrar un espécimen de una especie y de un género
desconocidos para la ciencia. Durante su viaje de regreso en 1798, el barco que
transportaba a Deschamps y a sus colecciones fue capturado por los británicos, por
entonces en otra de sus incontables guerras con Francia, y todos sus papeles, notas
y muestras de herbario fueron confiscados. No vieron la luz del día hasta 1954,
cuando fueron redescubiertos en el Museo de Historia Natural de Londres.
Flor abierta de Rafflesia arnoldi. Fuente |
En 1818, los británicos Joseph Arnold (un reputado botánico) y sir
Stamford Raffles (un estadista fundador de la moderna Singapur) recolectaron un
espécimen de otra especie de Rafflesia
encontrada por uno de sus criados malayos en Sumatra. Arnold contrajo malaria y
murió poco después del descubrimiento. Lady Raffles, que también había estado
presente cuando se recolectó el espécimen, terminó el dibujo en color de la
planta que había comenzado Arnold y lo envió al naturalista multimillonario
Joseph Banks, junto con el material de herbario. Banks pasó todos los
materiales a Robert Brown, experto del Museo Británico, y al pintor botánico de
los Reales Jardines de Kew, Franz Bauer.
William Jack, que sustituyó a Arnold en Sumatra, consciente de que
Deschamps, a pesar de haber perdido sus notas, podría publicar formalmente un
nombre para el género recién descubierto, se apresuró a redactar una
descripción para asegurarse de que el crédito de aquel sensacional
descubrimiento recayese un botánico británico. Mientras que los especialistas del
Museo Británico preparaban una descripción científica detallada, el borrador de
la descripción realizada por Jack estaba preparado para ser publicado en el caso
de que hubiera noticias de que los franceses estuvieran a punto de publicar la
descripción de Deschamps.
El nombre genérico Rafflesia,
otorgado en honor a Raffles a propuesta de Robert Brown, fue validado por S.F.
Gray en la reunión de junio de 1820 de la Sociedad Linneana de Londres y se
publicó en los Annals of Philosophy en
septiembre de ese año. La especie Rafflesia
arnoldi, bautizada en honor de Arnold, fue descrita oficialmente por
primera vez en 1821 por Brown.
Descripción
Los órganos vegetativos de las diferentes especies de Rafflesia no es que sean poco lucidos,
sencillamente son invisibles. R. arnoldi,
por ejemplo, carece de hojas, tallos o incluso de raíces visibles y de clorofila.
Vive como endoparásita de varias lianas del género Tetrastigma, que crecen solo en bosques vírgenes del sureste
asiático. Como hacen muchos hongos fitoparásitos, crecen como filamentos de
tejido completamente inmersas dentro y en contacto íntimo con las células de
sus hospedantes de las que obtienen nutrientes y agua.
De hecho, la planta solo se puede ver fuera de su hospedante cuando
está lista para reproducirse. Cuando llega ese momento, emergen unas yemas florales
esféricas, parecidas a repollos grandes como balones de fútbol. Mientras que
los brotes tardan casi un año en desarrollarse, las flores duran solo unos días,
lo que hace que sean bastante difíciles de localizar de no ser por coloración
rojiza y por su potente olor a cadaverina que se extiende en el interior de las
selvas densas atrayendo con ello a las moscas carroñeras que las polinizarán.
Reproducción
Las flores son unisexuales y, por lo tanto, la proximidad de las flores
masculinas y femeninas es vital para una polinización fructífera. Transcurridos
varios meses desde su aparición a ras de suelo, los brotes en forma de repollo se
abren y dejan ver las flores. Estas miden hasta un metro de diámetro, con
lóbulos gruesos y carnosos de color marrón rojizo con manchas blancas. En
conjunto, la flor tiene forma de copa en cuyo centro hay una columna con un
disco erizado de protuberancias carnosas odoríferas. Las anteras (partes
masculinas) o los estilos (partes femeninas) están situadas debajo del disco.
Los frutos son bayas con semillas diminutas. Fotografías detalladas de las
flores en este
enlace.
Ciclo de R. arnoldi. Cliquee encima para verla a mayor tamaño. |
El mal olor a carne podrida atrae a moscas carroñeras de los géneros Lucilia y Sarcophaga y a algunos escarabajos coprófilos que actuarán como polinizadores
mientras hurgan alrededor y debajo de los discos florales. Para polinizar con
éxito, los insectos deben visitar las plantas masculinas y femeninas por ese
orden. El fruto son bayas redondas llenas de pulpa blanda que embebe miles de
semillas y que son un festín para las tumayas, unas musarañas arborícolas de la
familia Scandentia, que
se encargarán de la dispersión de las semillas convenientemente abonadas con
sus heces.
En el esquema anterior les dejo el ciclo completo de R. arnoldi
tomada de esta
publicación que recomiendo por la sencillez explicativa de los a veces
complejos ciclos de vida de muchos organismos. © Manuel Peinado Lorca. @peinadolorca.