jueves, 23 de enero de 2020

El fin de un horror. La liberación de Auschwitz: 27 de enero de 1945


Hace 75 años, el 27 de enero de 1945, el ejército soviético abrió las puertas del campo de concentración de Auschwitz en la Polonia ocupada por los alemanes y liberó a unos 7.000 prisioneros escuálidos, enfermos, desnutridos y demacrados.
Holocausto es el término acuñado para designar un fenómeno singular de la historia: el programa de exterminio de los judíos europeos ejecutado por las autoridades alemanas durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Su resultado final, conocido tras el triunfo aliado de 1945, fue atroz: una cosecha de sangre de casi seis millones de personas asesinadas en la Europa dominada por el régimen de Hitler.
En Auschwitz, el nombre alemán de la ciudad polaca de Oswiecim, estuvo el campo de concentración nazi más grande durante la Segunda Guerra Mundial. Consistía en un campo de concentración, un campo de trabajo y grandes cámaras de gas y crematorios. Más de 1,3 millones de personas fueron enviadas allí en el transcurso de la guerra. Más de un millón cien mil fueron asesinados. Nueve de cada diez eran judíos.
De acuerdo con la enfermiza cosmovisión antisemita nazi, el enemigo natural de la raza aria (supuestamente la más excelsa de la especie humana) siempre había sido la raza judía, que vivía como un parásito infrahumano sobre el suelo de la patria germana y corrompía la sangre de sus hijos mediante el mestizaje de sangre. Una supuesta supremacía racial que la judería combatía mediante estratagemas como eran el capitalismo financiero que destruía la economía nacional, el comunismo que subvertía las relaciones sociales y el pacifismo derrotista que minaba la fortaleza de las naciones.
Dividido en tres campos principales: Auschwitz I, Auschwitz-Birkenau y Auschwitz III, el campo polaco fue el más grande de los campos de exterminio, cuyos prisioneros se internaban en barracones abandonados del ejército polaco. Algunos fueron sometidos a experimentos médicos inhumanos realizados por médicos de las SS. Auschwitz II, también conocido como Auschwitz-Birkenau, albergaba el mayor número de prisioneros y grandes cámaras de gas y crematorios. Auschwitz III era un campo de trabajo que acogía prisioneros que trabajaban en una fábrica de caucho sintético.
Los nazis experimentaron el gas Zyklon B con prisioneros en Auschwitz I. Los experimentos tuvieron el “éxito” exterminador esperado y el programa de asesinatos con gas se expandió enormemente en Auschwitz-Birkenau. Cuando llegaban los nuevos prisioneros, eran seleccionados inmediatamente. Los más fuertes se apartaban para ser utilizados en trabajos forzados, mientras que otros eran enviados directamente a las cámaras de gas. El proceso separaba a las familias, cuyos miembros normalmente nunca se volvían a ver.
Una de esas familias era la familia Guttmann. Irene Guttmann y su hermano gemelo René vivían en Praga con sus padres cuando los soldados alemanes arrestaron a su padre. Fue enviado a Auschwitz, donde fue asesinado en diciembre de 1941. Los gemelos y su madre fueron deportados al ghetto de Theresienstadt y luego a Auschwitz, donde murió la madre. Los gemelos de cinco años fueron separados y sometidos a los horribles experimentos médicos del Dr. Josef Mengele. Su historia es solo una de las muchas que ocurrieron durante el Holocausto.
El que luego sería el gran historiador del Holocausto, Israel Gutman (nada que ver con la familia Guttmann), se pasó dos años completos en tres campos de concentración: Majdanek, Auschwitz y Mauthausen. El trayecto entre los dos últimos lo hizo en una de las llamadas “marchas de la muerte”. «Nos dijeron que no nos fusilarían, que nos llevaban a un campo de trabajo y no de exterminio, pero por el camino disparaban a todo el que se paraba, cansado, a quien se sentaba al borde del camino a colocarse un zapato. Los que sobrevivimos lo hicimos porque nos ayudamos unos a otros a andar y a resistir», relata Gutman en los vídeos que conserva el Yad Vashem, el centro de estudios y museo de referencia sobre el Holocausto, del que fue miembro fundador. Vídeos en los que también se le ve testificando en 1961 contra Adolf Eichmann, responsable de la Solución Final en Polonia, juzgado en Israel.
El 18 de enero de 1945, cuando se acercaba el ejército soviético, los nazis abandonaron Auschwitz. Las SS intentaron ocultar pruebas de los crímenes cometidos en el campo quemando documentos y haciendo explosionar varios crematorios. Los prisioneros "sanos", que sumaban unos 58.000, fueron enviados hacia el oeste en una marcha de la muerte. Muy pocos sobrevivieron. Los prisioneros restantes, unos 7.000, estaban demasiado enfermos y débiles para marchar y los dejaron abandonados en el campo para que murieran.
A Rene Guttman lo subieron en un camión destinado a la marcha de la muerte, pero el Dr. Mengele derogó la orden, alegando que solo él podía matar a los gemelos objeto de sus experimentos. Gracias a esa orden, tanto Rene como Irene permanecieron en el campamento.
En la mañana terriblemente fría del 27 de enero, los prisioneros se acurrucaron en sus barracas. «Escuchamos una granada explosionando cerca de la entrada -recordaba un exprisionero- Observamos y vimos a algunos soldados de reconocimiento soviéticos acercándose, con armas en las manos. Los soldados se acercaron y dijeron: "Por fin sois libres"».
Los gemelos Guttmann recordaban el día de la liberación. «Recuerdo haber salido de Auschwitz. Recuerdo haber intentado mirar hacia atrás y a mi alrededor para ver si podía encontrar a Irene porque me marchaba del lugar. La vi, pero tuvimos que marchar. Había disparos a nuestro alrededor [...] luego fuimos rodeados de rusos vestidos con uniformes blancos, esa fue la liberación», contaba Rene. Irene, que estaba demasiado débil para caminar, fue llevada por una campesina polaca a su casa.
Un año después, una organización caritativa se encargó de que Irene, junto con otros huérfanos de guerra, viajara a Estados Unidos donde fue adoptada. Se preguntaba si alguna vez volvería a ver a su hermano gemelo. Con la ayuda de su familia adoptiva, logró localizar a Rene, que vivía en Praga. La familia lo adoptó también y los gemelos se reunieron en 1950.
Cuando la evidencia de las atrocidades cometidas en Auschwitz y otros campos de concentración salió a la luz, el mundo quedó conmocionado. Décadas después, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó en 2005 una resolución designando el 27 de enero, el día que liberaron Auschwitz, como el Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto.
Recordar aquel horrible crimen no es sólo un deber de conciencia cívica, sino también un ejercicio de prudente prevención por las razones expuestas por el escritor italiano Primo Levi, superviviente de Auschwitz: «Si el mundo llegara a convencerse de que Auschwitz nunca ha existido, sería mucho más fácil edificar un segundo Auschwitz. Y no hay garantías de que esta vez sólo devorase judíos». © Manuel Peinado Lorca. @mpeinadolorca.