Pilularia globulifera. Foto |
En comparación con el resto de los helechos, las pílulas resultan
bastante extrañas. Pertenecientes al género Pilularia
(del latín pilula: pelotita), hay
entre tres y seis especies dependiendo de a qué especialista se pregunte. Para
encontrarlas, debe poner mucha atención y escudriñar en el tipo de hábitat
adecuado. Las pílulas no crecen en cualquier sitio: son semiacuáticas y hay que
buscarlas en charcas estacionales, en remansos de cauces, márgenes de acequias
y en arrozales, como en el sur de la Península Ibérica.
Las Pilularia se apartan
mucho de la noción común de cómo debería ser un helecho. En lugar de frondes
plumosas, producen hojas estrechas parecidas a briznas de hierba. Mire
atentamente en la base y verá que esas hojas se despliegan en forma circinada (como
la voluta del extremo del mástil de un violín) desde un estolón subterráneo alargado.
En la base de las hojas hay pequeñas cápsulas peludas, los esporocarpos, que
albergan las esporas producidas por meiosis. Cuando aparecen condiciones de
crecimiento favorables, estos helechos pueden formar grandes alfombras que parecen
céspedes capilares.
P. globulifera. Imagen |
No importa dónde las encuentre, las pílulas requieren los mismos tipos
de hábitats para prosperar. Estos pequeños helechos son unos especialistas en fondos
de lodo de charcas estacionales porque no pueden competir con una vegetación más
agresiva. Para que prosperen, las condiciones de encharcamiento deben
mantenerse en un estado sucesional pionero. El medio ideal para ellas es el que se colmata de agua durante el invierno para secarse hasta formar un lodo húmedo en
verano. Tales fluctuaciones en los niveles de agua mantienen a raya a la
vegetación competidora. Las plantas acuáticas se secan rápidamente en verano,
mientras que muchas especies terrestres se ahogan en invierno. En lugares como
Europa, donde Pilularia globulifera
es autóctona, el pastoreo del ganado de grandes herbívoros también
juega un papel importante. A medida que el ganado se come y pisotea la
vegetación alrededor de las charcas estacionales crea un terreno desnudo
donde las píldoras pueden prosperar.
Una de las mayores amenazas para las pílulas es la contaminación. A
medida que la escorrentía de las granjas y de las zonas urbanas arroja grandes
cantidades de nitrógeno y fósforo al agua, las malas hierbas más agresivas comienzan
a afianzarse. Cuando eso sucede, las pílulas no pueden competir. La degradación
y la pérdida de las charcas estacionales está causando graves disminuciones en
las poblaciones europeas. Aunque en la Lista Roja de especies amenazadas Pilularia globulifera todavía figura como
una especie de menor preocupación, la tasa a la que se está perdiendo de su distribución
original es suficiente para situarla en la lista de vigilancia de muchas
organizaciones conservacionistas. Lo que se puede decir con certeza es que,
para protegerlas, debemos proteger su hábitat.
Pilularia minuta. Foto |
En la Península Ibérica el género
Pilularia está representado por dos
especies. P. globulifera tiene hojas
largas (hasta 15 cm) y esporocarpos de unos 3 cm de diámetro, con cuatro valvas
externas, que se corresponden internamente con otras tantas cámaras esporógenas. La minúscula P. minuta presenta hojas mucho más
cortas (hasta 4 cm) y los esporocarpos poseen solamente dos valvas. ©Manuel
Peinado Lorca. @mpeinadolorca.