Cabeza de una hembra del mosquito Anopheles gambiae, una de las especies que transmiten el parásito de la malaria en África. Foto: London Natural History Museum. |
La ciencia convencional ha sostenido hasta ahora que los vuelos de los mosquitos
tienen un alcance limitado: vuelan cerca del suelo y normalmente viajan menos
de cinco kilómetros durante su efímera vida. Una investigación cuyos resultados
acaban de publicarse en Nature, ha
demostrado que en el Sahel los mosquitos portadores de la malaria son transportados
por los vientos a alturas de casi trescientos metros y pueden viajar cientos de
kilómetros en una sola noche.
La malaria o paludismo implica la infección cíclica de seres humanos y de
hembras de mosquitos Anopheles. En
los humanos, los parásitos (protozoos del género Plasmodium) crecen y se multiplican primero en las células
hepáticas y luego en los glóbulos rojos. En la sangre, los parásitos crecen y
se multiplican dentro de los glóbulos rojos y los destruyen, liberando
parásitos hijos que continúan el ciclo invadiendo otros glóbulos rojos. Estos parásitos
del estadio sanguíneo (los esporozoitos) son los que causan los síntomas de la
malaria.
Cuando ciertas formas de parásitos sanguíneos (gametozoitos, masculinos
y femeninos), que han penetrado en un mosquito Anopheles hembra mientras se alimenta de sangre humana, se aparean
en el intestino del mosquito, se forma el cigoto y comienza un ciclo de
crecimiento y multiplicación en el interior del insecto. Al cabo de 10-18 días,
una forma del parásito llamada esporozoito migra a las glándulas salivales del
mosquito. Cuando el Anopheles infectado
se alimenta de la sangre en otro humano, la saliva anticoagulante se inyecta
junto con los esporozoitos, que migran al hígado, comenzando así un nuevo
ciclo. Por lo tanto, el mosquito infectado transporta la enfermedad de un ser
humano a otro (actúa como "vector"), mientras que los seres humanos
infectados transmiten el parásito al mosquito, A diferencia del hospedante
humano, el mosquito vector no sufre daños por presencia de los parásitos.
Transmitida por cuatro especies de mosquitos (Anopheles gambiae, A. coluzzii, A. arabiensis y A. funestus), cada año se siguen produciendo
en África más de medio
millón de muertes por malaria, la mayoría en el Sahel, la región
semidesértica situada al sur del desierto del Sahara. En las últimas dos
décadas, los esfuerzos para controlar la plaga han reducido a la mitad el
número de casos en todo el mundo, pero las tasas de la enfermedad siguen siendo
elevadas en gran parte de África y su eliminación no se ha logrado ni siquiera
en las zonas donde se ha conseguido su máximo control.
Como todos los mosquitos, los Anopheles
atraviesan cuatro fases: huevo, larva, pupa y adulto. Las primeras tres etapas,
que duran entre 5 y 14 días, transcurren en medio acuático. Es en la etapa
adulta, y sólo en el caso de las hembras, cuando el mosquito actúa de vector de
la malaria.
Larva acuática de un mosquito Anopheles. Foto.https://bugguide.net/node/view/327588 |
Dado que las larvas de los mosquitos necesitan del agua estancada para
desarrollarse, cabía esperar que durante la larga estación árida del Sahel los
mosquitos vectores de la malaria perecieran. Sin embargo, los mosquitos
reaparecen en grandes cantidades días después de las primeras lluvias. A pesar
de que el tema se ha investigado a fondo durante más de un siglo, la pregunta de
cómo sobreviven durante una estación seca de 3-6 meses estaba por responder,
aunque algunas investigaciones habían sugerido que algunas especies de
mosquitos Anopheles utilizan la migración a
larga distancia.
Lo que la ciencia ha sostenido durante mucho tiempo es que los vuelos
de los mosquitos tienen un alcance limitado: vuelan cerca del suelo y
normalmente viajan menos de cinco kilómetros durante su efímera vida (una media
de dos semanas). Una investigación cuyos resultados acaban de publicarse en Nature, ha
demostrado que en el Sahel los mosquitos portadores de la malaria son transportados
por los vientos a alturas de casi trescientos metros y pueden viajar cientos de
kilómetros en una sola noche.
Los investigadores que suscriben el artículo han estado estudiando la
ecología de mosquitos en cuatro aldeas del centro de Malí durante diez años. En
2014, publicaron un estudio de dinámica poblacional que ya
ofrecía pruebas consistentes de que al menos una especie de mosquito portador
de la malaria (Anopheles gambiae) era
un viajero de larga distancia que abandonaba el Sahel durante la estación seca.
Animados por ese descubrimiento, salieron a cazar mosquitos utilizando globos
de helio que sostenían redes verticales pegajosas entre 40 metros y 290 metros de
altitud durante 617 noches entre 2013 y 2015. Capturaron 461.000 insectos,
incluyendo 2.748 mosquitos, 235 de los cuales eran Anopheles. Un 80% de estos últimos eran hembras, un 90% de las
cuales había ingerido sangre humana antes de viajar, lo que significa que
podrían haber estado expuestas a los parásitos de la malaria.
La captura de mosquitos aumentó con la altitud a la que se situaban las
redes, lo que sugiere que los insectos pueden migrar a altitudes superiores. Los
científicos no estaban seguros de dónde procedían los mosquitos ni hasta dónde podrían
haber viajado. Para saberlo, utilizaron herramientas de modelado meteorológico
para calcular las posibles trayectorias del desplazamiento teniendo en cuenta
la dirección y la velocidad del viento. El resultado fue asombroso: un mosquito
podría viajar hasta 295 kilómetros en un solo viaje nocturno de nueve horas.
El volumen de las migraciones es masivo. Los investigadores estiman que
cada año más de cincuenta millones de mosquitos capaces de transportar malaria
atraviesan una línea imaginaria de 100 kilómetros perpendicular al viento
predominante en la región. Aunque los investigadores colgaron las redes de marzo a
noviembre, capturaron mosquitos sólo entre los meses de la temporada de lluvias
entre julio y noviembre, con capturas máximas entre agosto y octubre.
Estos datos ofrecen la respuesta a la pregunta de cómo pueden persistir
las poblaciones de mosquitos en el árido Sahel. Los investigadores dicen que el
patrón estacional de los vientos a gran altitud podría transportar a los
insectos desde los sitios más húmedos al sur, donde los mosquitos pueden vivir
durante todo el año, y devolverlos a esos sitios durante la estación seca del
Sahel, cuando los vientos predominantes soplan en dirección contraria.
El hallazgo ayuda a explicar por qué las poblaciones de mosquitos
pueden aumentar tan repentina y misteriosamente en el Sahel, y también sirven
para apoyar los esfuerzos por eliminar el paludismo de países o regiones
enteros. Los viajes a larga distancia de los mosquitos pueden aumentar el
riesgo de reintroducción del paludismo después de que se haya eliminado de un
lugar determinado. Los vuelos de los mosquitos también podrían ayudar a la
propagación de mosquitos resistentes a los insecticidas y de parásitos
farmacorresistentes.
Por lo tanto, la eliminación del paludismo puede depender de si las
fuentes de mosquitos migrantes pueden ser identificadas y controladas. ©
Manuel Peinado Lorca. @mpeinadolorca.