Hábitat de G. capensis. La planta aparece en primer plano, a la izquierda. Foto S. Johnson. |
Casi el 90% de las plantas con flores dependen de los animales para la polinización y la mayoría de ellas hacen exhibiciones florales brillantes y coloridas para atraer polinizadores como pájaros, abejas o mariposas. Las flores que son polinizadas por polinizadores menos frecuentes, por ejemplo, ratones y avispas, que dependen más del olor o de señales químicas para encontrar las flores, tienen con frecuencia una apariencia críptica.
Las flores de Guthriea capensis encajan por completo en esta última categoría. Están situadas a nivel del suelo, debajo de las hojas, de modo que están completamente ocultas a cualquier animal que pase por encima de la planta. Incluso desde abajo, su color verde claro es indistinguible del envés foliar. Las flores no solo son crípticas, sino que son casi invisibles para la mayoría de los polinizadores animales imaginables. Curiosamente, las flores producen grandes cantidades de néctar (se puede recoger hasta media cucharadita de líquido dulce de las flores de una sola planta) y este néctar tiene un olor acre y un sabor amargo. La presencia de néctar abundante y perfumado sugiere que algunos animales polinizadores visitan las flores, pero hasta hace unos meses, la identidad del polinizador era un misterio.
G. capensis tiene un crecimiento muy compacto y flores pequeñas y poco vistosas escondidas debajo de las hojas, como si quisiera pasar desapercibida. Por eso, quienes la conocen la llaman "flor escondida". Crece bien escondida a gran altitud entre las grietas rocosas del acantilado de Drakensberg en Sudáfrica. Pero una cosa es vivir disimuladamente y otra fracasar. A pesar de su hábito un tanto críptico, es seguro que algo o alguien debería polinizarla. Una investigación reciente ha acabado por descubrirlo. La flor escondida es polinizada por algunos reptiles que comparten su hábitat.
La polinización por lacértidos, una versión de la llamada saurofilia, no es desconocida en absoluto ([1]), pero eso no quiere decir que sea muy común. Los estudios de polinización son muy complicados. El hecho de que alguien visite una flor no quiere decir que sea un polinizador efectivo. Para saberlo con certeza se necesitan muchas horas de paciente observación y algunos experimentos de manipulación que permitan llegar al fondo del mecanismo.
Al levantar las hojas se pueden observar las flores de G. capensis. Foto S. Steenhuisen. |
Guthriea capensis, una planta incluida en la Lista Roja de especies amenazadas de Suráfrica, es miembro de la familia tropical Achariaceae. La mayoría de los géneros de esta familia están poco estudiados con excepción de Hydnocarpus wightianus, el chaulmoogra, porque el aceite de sus semillas se ha utilizado en la medicina tradicional hindú y china para el tratamiento de la lepra. En medicina occidental fue utilizada en el siglo XIX antes de la era de las sulfonamidas y otros antibióticos para el tratamiento de varias enfermedades de la piel y lepra.
G. capensis está adaptada a ambientes de altitud elevada y de ahí su forma compacta de crecimiento. Al pegarse al sustrato, esta pequeña hierba evita los fuertes vientos que caracterizan los hábitats de montaña. Las plantas son unisexuales monoicas, lo que significa que hay flores masculinas y femeninas pero ambas se producen en el mismo individuo.
Flor masculina (arriba) y femenina (abajo) de G. capensis. Obsérvese la gran cantidad de néctar que producen Foto S. Steenhuisen. |
Las flores se producen en la base de la planta, lo que no ocurre en la mayoría de las plantas, que suelen lucir sus flores en el extremo de sus tallos para hacerlas accesibles a los polinizadores. Son pequeñas y en su mayoría de color verde, excepto por la presencia de unas pocas glándulas de color naranja brillante cerca de la base del estilo, en las profundidades del tubo floral. Lo que les falta en visibilidad, lo compensan con néctar y olor. Cada flor produce grandes cantidades de néctar pegajoso y rico en azúcar. También emiten una fragancia especial. En conjunto, estos rasgos generalmente indican un síndrome de polinización por pequeños roedores, una suposición que se ha demostrado equivocada.
Flor masculina (a) y flor femenina (b). Véanse las grandes glándulas nectaríferas de color naranja en la base. Foto. |
A base de filmar horas y más horas de video y gracias a un puñado de astutos experimentos, un equipo de investigadores surafricanos publicó el pasado mes de abril un artículo en el que demuestran que son lagartijas, y no mamíferos, pájaros o insectos los principales polinizadores de esta críptica planta. Dos especies de lagartijas endémicas de esta región, Pseudocordylus melanotus y Tropidosaura gularis, fueron los principales visitantes de las flores durante el período de experimentación.
Una cámara fija filmando un ejemplar de la flor escondida. Foto S. Steenhuisen. |
Las lagartijas pasan mucho tiempo lamiendo el néctar de las flores antes de visitar otras y, al hacerlo, recogen mucho polen. Estar cubierto de escamas significa que el polen puede tener dificultades para adherirse al hocico de un reptil, pero ahí entra en juego el néctar pegajoso: el polen se adhiere al hocico de las lagartijas gracias que lo embadurnan de néctar. Al observar en los vídeos muchos intentos de alimentación, los investigadores observaron que las lagartijas no solo recogen mucho polen, sino que lo depositan en el lugar correcto del estigma para que la polinización tenga éxito. Aunque muchos insectos visitaron las flores en búsqueda de néctar, no resultaron ser tan efectivos transfiriendo adecuadamente el polen.
Lo que llamó la atención es la práctica ausencia de visitantes roedores. La razón de esa ausencia podría estar en algunos de los compuestos del néctar. Los investigadores encontraron altos niveles de una sustancia química llamada safranal, que es la responsable del olor de las flores. El safranal es amargo y podría muy bien servir como disuasorio para roedores y musarañas. Se necesitará más trabajo para confirmar esta hipótesis. Sea como sea, el safranal no parece disuadir a los lagartos e incluso puede que sea la primera señal que los atrae a la planta.
Pseudocordylus subviridis. Foto. |
Otra observación interesante es que el color del tubo floral y las glándulas naranjas en el interior parecen coincidir con los colores de una de las lagartijas polinizadoras (Pseudocordylus subviridis). ¿Es posible que esto atraiga todavía más a las lagartijas a visitar las flores? Otros mecanismos de saurofilia han demostrado que los lacértidos parecen responder bien a los patrones de color. ¿Es posible que estas flores evolucionaran en respuesta a tales patrones? Nuevamente, se necesita más investigación para confirmar esta hipótesis.
Cuando en uno de los experimentos lograron excluir las lagartijas de las flores, el equipo pudo demostrar que, de hecho, las lagartijas parecen ser las principales polinizadoras de estas plantas. Sin ellas, la cantidad de semillas se reduce en un 95%, mientras que cuando se excluyen los insectos solo se reduce el éxito reproductivo en un 4%. Está claro que las lagartijas son las principales polinizadoras de la enigmática flor escondida.
Este hallazgo, además de ampliar nuestros limitados conocimientos de los síndromes de la saurofilia, plantea muchas preguntas interesantes sobre cómo evolucionaron las relaciones entre reptiles y angiospermas. © Manuel Peinado Lorca @mpeinadolorca.