Palo borracho o árbol de la seda (Chorisia speciosa, Ceiba speciosa) en un parque de Doha, Qatar. Foto. |
En 1982, con ocasión del Mundial de fútbol el Ayuntamiento de Madrid plantó frente al estadio Bernabéu el llamado “Jardín del Mundial”. En una superficie que ronda los 3.000 metros cuadrados, se plantaron veinticuatro árboles, cada uno de los cuales es representativo de los bosques de otras tantas naciones que disputaron el torneo. Argentina tuvo suerte (no en el terreno de juego) porque quienes decidieron los árboles a plantar eligieron para ella uno de los árboles más hermosos del mundo: el palo borracho Chorisia speciosa [1].
El género Chorisia está dedicado a Luis Andrevitch Choris, un siberiano nacido en 1795 que fue dibujante de la expedición del naturalista Otto von Kotzebue durante un viaje alrededor del mundo organizado por la Marina rusa entre 1815 y 1818. La denominación específica es el vocablo latino speciosa (de aspecto vistoso), en referencia a la belleza de sus flores. El nombre común que le dan en Argentina, uno de sus países de origen (también es nativo de Brasil, Paraguay, Bolivia y Perú), alude a la forma de botella de su tronco. Precisamente esta denominación, no interpretada adecuadamente, hizo que en la placa del único ejemplar existente en Madrid, el del Bernabéu, se grabara erróneamente “árbol del vino”.
El palo borracho es un árbol caducifolio que puede alcanzar de 5 a 18 metros de altura. El tronco es más o menos cilíndrico, muchas veces (aunque no siempre) ensanchado en la parte media baja lo que le otorga una forma barriguda muy característica. La corteza es lisa, al principio verde-grisácea, con estrías verde-claras, aunque con la edad se vuelve grisácea. Está cubierta de unos inconfundibles aguijones cónicos de hasta 2 cm de longitud. Cuando el árbol va madurando, estos vistosos aguijones caen y la corteza se va tornando más oscura y escamosa. La copa es, poco densa, redondeada o aparasolada, con ramas muy abiertas.
Las hojas están compuestas por entre 5 y 7 folíolos dispuestos de forma palmeada y de color verde claro. Los foliolos acaban un tanto bruscamente en punta (acuminados), y tienen los bordes aserrados de dientes salientes con las puntas hacia arriba. Cada folíolo mide hasta 15 cm de longitud. Los nervios son de color verde más claro, especialmente por el envés.
Las flores son hermafroditas, terminales, grandes (miden hasta 15 cm de diámetro) y tubulosas. Aparecen solitarias o en grupos de hasta tres sobre sobre pedúnculos de 2-3 cm de longitud. Tienen color pétalos largos y ondulados, lo que las hace muy vistosas. El cáliz es verde, acampanado y con 3-5 lóbulos; la corola está formada por cinco pétalos libres, blancos externamente y rosados o rojizos internamente, y generalmente con estrías oscuras haciia la base, con frecuencia algo ondulados en los márgenes.
Los cinco estambres están unidos formando un tubo, de 7-8 cm de largo, con un collar basal formado por estambres sin desarrollar (estaminodios) menores de un centímetro. El ovario es súpero, cónico, glabro, de 4-5 mm de longitud, con 5 lóculos y numerosos rudimentos seminales; estilo filiforme, situado en la parte interior del tubo estaminal y más largo que este, con el estigma blanco o rosado. Fruto en cápsula dehiscente, ovoide-oblonga, leñosa, de 15-20 x 9-12 cm, rugosa, verde hasta que madura y se torna parda y abre en cinco valvas, dejando ver la lana sedosa blanca de su interior que envuelve a las numerosas semillas, que son oscuras, casi esféricas, de 4-5 mm de diámetro.
Chorisia speciosa (frutos). Foto. |
Los frutos son capsulares, oblongo-cilíndricos, de color verde y dispuestos sobre un largo pedúnculo. Miden de 15 a 20 cm de longitud por 5 a 12 cm de anchura. Encierran un gran número de semillas globosas y negras, del tamaño de un guisante, con una envoltura algodonosa que al abrirse las ayuda a esparcirse por el aire. Los frutos cuelgan durante toda la primavera y parte del verano.
Vive en suelos de cualquier naturaleza, pero con una razonable fertilidad y bien drenados. Necesita una exposición soleada. Soporta algo el frío y tolera ligeras heladas. No soporta bien la contaminación. Se reproduce fácilmente por semillas o por estaquillas. Se transplanta con facilidad de primavera a otoño. Tiene crecimiento relativamente rápido de joven, que después se ralentiza. Puede alcanzar el siglo y medio de edad.
La madera es porosa y en su lugar de origen se ha utilizado para fabricar canoas. De su fruto se extrae una fibra sedosa, de gran flexibilidad y elasticidad, empleada para relleno de almohadones, cojines, etcétera. También produce un aceite de sabor y olor agradables, que se emplea para fabricar jabón.
En Dénia hay varios ejemplares repartidos por la ciudad. Entre los más lucidos se cuentan la pareja que crece en la rotonda de acceso a la lonja del puerto (foto de arriba) y en el jardín de la urbanización La Fontana, de Las Marinas. © Manuel Peinado Lorca @mpeinadolorca.
[1] Por cuestiones nomenclaturales que no vienen al caso, el nombre que debiera emplearse es Ceiba speciosa.