|
Aunque el fracking de petróleo y gas ha contribuido a llevar a niveles récord la producción estadounidense de combustibles fósiles que han servido para que una legión de analistas construyan un relato apologético, se habla muy poco de los enormes problemas financieros y ambientales que se ocultan en la trastienda.
En las zonas áridas de Estados Unidos donde se produce gran parte del petróleo y el gas mediante fracking ha surgido una batalla por este precioso recurso. Además, una vez que la se perfora un pozo, la eliminación o el tratamiento de las contaminadas aguas residuales tóxicas utilizadas para la fractura constituyen un doble problema ambiental y financiero.
El problema del agua representa un reto para la industria del fracking que agrava su desastre financiero, algo tan evidente que incluso ha sido denunciado por el ex CEO de una de las principales operadoras. Las perspectivas financieras no mejoran: la industria se enfrenta a otra ronda de quiebras de empresas productoras abrumadas por la deuda que no pueden pagar.
Esta semana, Bloomberg ha informado que la cuenca Permian de Texas y Nuevo México, una de las principales productoras mediante fracking, necesitará una inversión estimada en 9.000 millones de dólares para perforar mil pozos de inyección nuevos en los que, usando la vieja técnica de ocultar la basura debajo de la alfombra, eliminar las aguas residuales durante la próxima década. La inyección de aguas residuales ha producido, entre otras cosas, la aparición de terremotos en zonas en las que jamás se habían registrado.
Los publicistas y captadores de inversores ocultan el hecho de que a medida que crece la producción de crudo, la producción de agua sucia crece aún más rápido incrementando los ya de por sí desmesurados costes de operación, que superan a los ingresos convirtiendo el negocio del frackingen una estafa piramidal que solo se mantiene por el valor estratégico que supone para el Gobierno Trump.
En julio, los analistas de Wood MacKenzie, que han estado desde hace tiempo estudiando los problemas de agua relacionados con el fracking, sacaron a la luz los impactos financieros e los mismos, que han ido empeorando e irán a peor porque los análisis pronostican que la producción de aguas residuales en el Permian se duplicarán los próximos cuatro años.
Mientras tanto, conscientes del problema, los “creativos” brókers de Wall Street están viendo que la crisis del agua en la industria del fracking puede convertirse en otra forma de seguir haciendo caja mientras los inversores pierden hasta las camisas. Según Natural Gas Intelligence, el analista Raymond James de Wood MacKenzie ha subrayado que el problema del agua estaba «ofreciendo sustanciales oportunidades de negocio». En marzo, un titular de Reuters también destacaba ese punto de vista: «Wastewater - private equity’s new black gold in U.S. shale» (Aguas residuales: el nuevo oro negro del capital privado en las lutitas estadounidenses». Desde la óptica del capital privado, cuantas más aguas residuales, mejor.
Esquema tomado de un informe de la EPA que muestra el ciclo de vida del agua durante la fracturación hidráulica. Las diferentes actividades (aparecen en las viñetas laterales) pueden tener lugar en la misma cuenca o en otras cuencas próximas más o menos cercanas a los recursos implicados en el suministro de aguas potables. Las flechas pequeñas de las viñetas muestran el movimiento de agua y componentes químicos. Las actividades específicas en la viñeta “Wastewater Disposal and Reuse” incluyen la eliminación de las aguas residuales (a); el tratamiento de las aguas residuales para reusarla en otras fracturas hidráulicas o para verterlas en aguas superficiales (b); y una balsa de evaporación y percolación (c). Etiquetas de las viñetas de izquierda a derecha y de abajo arriba: “Captura de agua”; “Mezclado químico”; “Inyección en los pozos”; “Recuperación del agua utilizada en la fractura”; “planta para la reutilización del agua utilizada”. |
De ahí procede el agua residual. El agua inicial inyectada en la roca procede de aguas subterráneas o superficiales. En los lugares áridos y semiáridos de Texas y Nuevo México donde se practica fracking, el agua escasea. Para algunos, esa es una gran oportunidad de ganar dinero. Según Finance & Commerce: «El valor del agua ha cambiado. El agua es el nuevo petróleo».
Con objeto de vender esos derechos a los productores de petróleo y gas, se está invirtiendo mucho dinero para comprar los derechos de agua en Texas. Finance & Commerce contaba el caso de una venta de una granja familiar por 32, 5 millones de dólares. Esta granja se vendió a un precio superior a otras ventas recientes en la zona. Inicialmente, se suponía que se trataba de una subasta, pero la puja se canceló cuando la preoferta de un inversor petrolero era más alta de lo que nadie estaba dispuesto a pagar. Curiosamente, la familia, que en principio pensaba enriquecerse gracias a las reservas potenciales de petróleo y gas en la granja, ha acabado haciéndose rica gracias al agua.
Por supuesto, el agua que va a la industria petrolera ya no está disponible para otros usos, como el consumo doméstico o la agricultura. En julio, el Wall Street Journal contaba el caso de otra enorme finca que vende su agua en la región del desierto Chihuahuense de Texas. Su único propietario piensa vender hasta 100 millones de litros de agua al día.
El modelo de extracción de la industria del petróleo y el gas ahora se está aplicando al agua. Los que venden el agua ganarán dinero, aunque el agua sea un recurso limitado en Texas. A pesar de ello, las leyes del estado permiten a los propietarios un amplio margen para hacer lo que quieran con el agua de sus terrenos. Inevitablemente, los acuíferos de los que extraen se agotarán por la insaciable sed de agua de la industria petrolera, lo que llenará los bolsillos de unos pocos, y dejará al resto con dos palmos de narices.
Nuevo México tiene un problema de agua y depende enormemente del agua del río Colorado. Pero la viabilidad de esa fuente está potencialmente en riesgo por la demanda aguas arriba debido, entre otras cosas, al incremento de población en las ciudades de California que dependen del río, y a que el conjunto de la cuenca del Colorado sufre una sequía que se espera que aumente a largo plazo.
Con los problemas reales de escasez de agua que afronta Nuevo México, el estado aprobó recientemente una nueva ley que permite que las aguas residuales de fracking sean tratadas y reutilizadas por la propia industria. La ley se debió a la presión de la industria y tiene a los ambientalistas preocupados porque abre la puerta para que las aguas residuales recicladas del fracking se utilicen para otras cosas, incluido el riego de tierras de cultivo (lo que ya ha sucedido en California) o incluso que pasen nuevamente al suministro de agua potable, algo que la industria del fracking desea explorar.
Algunos de los problemas de la reutilización de las aguas residuales del fracking no son solo que tengan altos niveles de sales y contaminantes químicos, sino que también pueden ser radiactivas, como consecuencia de la extracción de las fuentes naturales radiactivas de las rocas sometidas a fractura. Ese es un problema que ya se ha documentado en las aguas residuales de los yacimientos de Dakota del Norte y Pensilvania.
Resulta aún más preocupante que la Administración Trump esté tratando de rebajar las normas cautelares relacionadas con la radiactividad; algunos funcionarios trumpistas incluso afirman que dosis bajas de radiación favorecen la salud humana. Además, la Agencia de Protección Ambiental (EPA) que Trump llenó de directivos de su cuerda, decidió que «no era necesario» actualizar las normas federales para el manejo de los desechos tóxicos de la fractura hidráulica, a pesar de que los volúmenes de aguas residuales de petróleo y gas no convencionales se disparan.
Además de los planes para una gran expansión del fracking en la región de Permian, Texas alberga San Antonio y Fort Worth, dos de las ciudades de más rápido crecimiento del país. Las tendencias de incremento de la población combinadas con las tendencias climáticas y la expansión del fracking en el suroeste de Estados Unidos pronostican una gran batalla por el agua. © Manuel Peinado Lorca @mpeinadolorca.