Aldrovanda vesiculosa L. Foto. |
Hay muy pocas plantas carnívoras que acechan presas debajo de la superficie del agua. De hecho solo existen dos géneros de estas especialistas. Las más frecuentes son varias especies del género Utricularia conocidas como vejigas de agua, pero no son las únicas La más extraña de todas ellas es la noria Aldrovanda vesiculosa, la única de su género. A primera vista parece poca cosa, pero si se observa más de cerca nos daremos cuenta de que está perfectamente equipada para capturar presas desprevenidas.
Verticilos separados de la planta madre. Foto. |
La noria no tiene raíces. Vive libre como una pequeña planta flotante, con tallos (generalmente de menos de 20 cm de longitud y 1-2 de diámetro) cubiertos de hojas filiformes (de 2-3 mm) dispuestas de 6 a 8 en verticilos a lo largo del tallo central, cada una de ellas provista de una pequeña trampa sostenida por un pecíolo que contiene una bolsa de aire que ayuda a la flotación. En condiciones ideales de crecimiento, se pueden desarrollar 1-2 nuevos verticilos por día. Una sola planta puede portar hasta veinte verticilos dispuestos a lo largo del tallo con entrenudos de 0,5-0,7 cm. Las hojas consisten en pecíolos aplanados de hasta 9 mm de longitud que contienen aire para ayudar a la flotación y terminan en una trampa.
El mecanismo de captura es un poco diferente al de sus vecinas las vejigas de agua. En lugar de vejigas, la noria produce trampas que se parecen mucho a las de la Venus atrapamoscas (Dionaea muscipula) y funcionan de manera similar . Consisten en dos valvas capaces de plegarse cuando el mecanismo se pone en funcionamiento. Vea cómo caza la Venus atrapamoscas en este vídeo.
Las trampas, que están torcidas para que las aberturas apunten hacia afuera, están forradas en el interior por una fina capa de cerdas que funcionan como gatillos para impulsar el cierre por plegamiento en respuesta al contacto con invertebrados acuáticos o incluso peces pequeños (Véase este vídeo). Cada trampa está rodeada por entre cuatro y seis cerdas que evitan que se active por el contacto al azar de partículas en suspensión. El cierre de la trampa tarda entre diez y veinte milisegundos, lo que la convierte en uno de los ejemplos más rápidos de movimiento orgánico. Cuando la trampa se cierra comienza el proceso de digestión.
La similitud con la Venus atrapamoscas es más que superficial. El análisis de ADN revela que, de hecho, son primos cercanos. Junto con las droseras, estas plantas forman la familia Droseraceae. Debido a su limitado registro fósil, la historia evolutiva de este linaje es muy oscura. Hoy en día, la noria es el único miembro existente del género Aldrovanda, pero las semillas fosilizadas y el polen revelan que este grupo fue un poco más diverso durante el Eoceno, cuando existían al menos diecinueve especies ya extintas.
Morfología vegetativa de A. vesiculosa. (a) Vista lateral de un tallo flotante con numerosas trampas. (b) Vista frontal de una espiral con trampas abiertas y cerradas. (c) Trampa simple, abierta. (d) Dibujo esquemático de una trampa abierta con algunas características morfológicas resaltadas. Barras de escala (a–c): 1 cm. (e) Vista apical, ángulo de apertura y velocidad angular (ω). (f) Vista lateral (misma trampa que e), indicando indican los puntos de medición de deformación del nervio central Y1–Y5. Barras de escala, (e, f): 1 mm. Fuente. |
A fines del verano, se forman pequeñas flores solitarias (8 mm) con cinco sépalos y cinco pétalos teñidos de color rosado que van sostenidas por encima del nivel del agua por pequeños pedúnculos que surgen de los ejes de las espirales. Tienen cinco sépalos conniventes en la base, ovados a elípticos (3-4 x 1,5 mm). Cinco pétalos, estrechos, obovados (4-5 x 2.5 mm), conniventes. Cinco estambres con filamentos hipóginos, subulados, (3-4 mm); anteras anchas, dehiscentes lateralmente. Ovario sincárpico pentacarpelar y unilocular con cinco placentas parietales y numerosos primordios seminales; cinco estilos, filiformes, libres con estigmas terminales ramificados. Cápsulas globosas, de cinco valvas, membranosas. Semillas en su mayoría 6-8, casi ovoides con testa negra brillante, 1.5 x 1 mm.
Flor pentámera de A. vesiculosa. Foto. |
La flor solo se abre durante unas pocas horas, después de lo cual se hunde para producir cápsulas con semillas.. Las semillas son criptocotilares: los cotiledones permanecen ocultos dentro de la cubierta de la semilla y sirven como almacenamiento de energía para las plántulas. La floración es rara en las regiones templadas y con poco éxito en términos de desarrollo de frutos y semillas.
Fundamentalmente, esta planta se reproduce de manera vegetativa. En condiciones favorables, las plantas adultas producen una rama cada 3–4 cm, lo que al final trae como resultado que se formen nuevos individuos a medida que las puntas continúan creciendo y los extremos viejos necrosan y se separan.
Como resistencia frente a los rigores del invierno, forma turiones como estrategia de supervivencia a las heladas. Al comienzo del invierno, la punta de crecimiento comienza a producir hojas no carnívoras muy reducidas en un tallo muy recortado. Esto produce un brote apretado de hojas protectoras que, al ser más pesadas y haberse liberado de los gases de flotación, se separan de la planta madre y se hunden en el fondo del agua, donde las temperaturas son estables y más cálidas. Así puede soportar temperaturas de hasta −15 °C. En primavera, cuando las temperaturas del agua superan los 12–15 °C, los turiones reducen su densidad y flotan hacia la parte superior del agua, donde germinan y reanudan el crecimiento. Los órganos tipo turión también pueden formarse en respuesta a la sequía de verano.
A. vesiculosa prefiere aguas limpias, poco profundas, tibias y estancadas con luz brillante, distróficas con bajos niveles de nutrientes y un pH ligeramente ácido (alrededor de 6). Se puede encontrar flotando entre juncos, juncos e incluso en arrozales. Hace algún tiempo, se podía encontrar con relativa frecuencia en humedales de África, Europa, Asia e incluso Australia. Hoy está en riesgo de extinción gracias a la degradación y destrucción de los humedales. De las 379 poblaciones históricas conocidas, solo sobreviven cincuenta y muchas de ellas en mal estado de conservación. Las aguas contaminadas procedentes de actividades agrícolas e industriales están acabando con ella. Además, como la reproducción sexual es rara y poco efectiva, y la reproducción vegetativa reduce la variabilidad genética, las cosas se complican para su supervivencia.
Curiosamente, las poblaciones de esta planta han aparecido en algunos lugares en donde no es autóctona. Preocupados por la difícil situación de esta especie en sus hábitats nativos, los aficionados a las plantas carnívoras comenzaron a introducirlas en humedales norteamericanos, donde se ha establecido perfectamente. Por extraño que parezca, estas introducciones han funcionado mucho mejor que cualquiera de los intentos de reintroducción realizados en su área de distribución nativa en Europa.
Por supuesto, esto siempre es motivo de preocupación. En peligro o no, la introducción de una especie en un nuevo hábitat siempre es peligrosa. Todavía hay esperanza para esta especie. Su popularidad entre los viveristas especializados ha llevado al aumento del número de cultivos. Por lo menos, haber aprendido cómo cultivarla es una esperanza para su supervivencia hasta que se puedan desarrollar medidas de efectivas.
El nombre botánico se lo puso el botánico Gaetano Lorenzo Monti, quien describió especímenes italianos en 1747 y los llamó Aldrovandia vesiculosa en honor del naturalista italiano Ulisse Aldrovandi. Cuando Linneo publicó su Species Plantarum en 1753, la "i" se eliminó del nombre (un aparente error ortográfico) para formar el binomen actual. La disposición de las hojas en espiral a lo largo del tallo es el origen de su nombre común. © Manuel Peinado Lorca. @mpeinadolorca.