Sierra Nevada desde el embalse Tinemaha en Owens Valley. |
Nicolas Sarkozy, Pujol, José María Aznar, Vladimir Putin, Elton John y
actores famosos como Tom Cruise o Antonio Banderas usan zapatos con alzas.
Seguro que a todos ellos les gustaría crecer más de dos centímetros sudando. Según
científicos de la NASA, es posible crecer una pulgada (2,54 cm) o más de altura
simplemente desplazando el peso del agua. Lo malo es que la cosa solo funciona
si eres una montaña.
En un
artículo publicado en la revista científica Journal of Geophysical
Research, Investigadores del Jet Propulsion Laboratory (JPL) de la NASA en
Pasadena, California, han descubierto que Sierra Nevada, la gran cordillera que
se extiende unos 650 kilómetros desde el norte al sur de California, creció
alrededor de una pulgada después del período de sequía prolongada que tuvo
lugar entre los meses de octubre de 2011 y 2015. El responsable de ese
crecimiento que hubiera hecho feliz a Pulgarcito fue la gran cantidad de agua
que drena de las rocas y los suelos de la cordillera para infiltrarse después
en la Tierra.
Existen infinidad de razones por las cuales las montañas y otras
formaciones terrestres pueden ganar o perder altura con el tiempo. En general,
la superficie de la Tierra se hunde bajo el peso del agua y sube cuando el agua
se desplaza por drenaje o evaporación. Procesos naturales como los movimientos
de las placas tectónicas, la actividad volcánica (como el
gran abultamiento de magma en la Antártida) y los sistemas
climáticos de alta y baja presión pueden contribuir al levantamiento o
depresión de la superficie terrestre, pero también actividades humanas, como el
bombeo de agua subterránea, pueden tener un impacto notable.
En el nuevo estudio, los científicos de la NASA analizaron once años de
datos procedentes de 1.300 estaciones de GPS en las montañas de California,
Oregón y Washington para cartografiar los cambios altitudinales de Sierra
Nevada con precisión milimétrica. Los investigadores partieron de la hipótesis
de que los factores más importantes en el notable crecimiento de la cordillera
entre 2011 y 2015 fueron la elevación tectónica y el bombeo masivo de los
acuíferos en el Valle Central de California, situado al pie de esa sierra.
Cuando dos placas tectónicas colisionan, el aplastamiento puede llevar
el magma hasta la superficie, donde se enfría y se endurece, lo que provoca un
levantamiento. Sin embargo, los cálculos revelaron que, de la pulgada de
elevación observada en la cordillera, solo medio centímetro podría atribuirse
al bombeo de aguas subterráneas y menos de un cuarto a cambios tectónicos. Los
1,7 cm que faltaban para cuadrar las cuentas de la elevación registrada proceden,
según el estudio, de la respuesta elástica de la Tierra a la pérdida de agua en
las montañas.
El equipo descubrió que, entre 2011 y 2015, aproximadamente unos 45 km3
de agua se filtraron por las grietas de las montañas hacia el subsuelo. A
medida que las montañas se liberan de su peso de agua se someten a un proceso
llamado elastic rebound (rebote
elástico) y lentamente vuelven a su elevación original antes de que el agua las
presione hacia abajo.
En comparación, el agua perdida en Sierra Nevada durante los cuatro
años de sequía es diez km3 inferior a la capacidad de todos los
embalses españoles (56 km3) y equivale a unas 45 veces la cantidad
de agua que utiliza Los Ángeles en un año. En los siguientes dos años, cuando
se registraron mayores cantidades de nieve y lluvia, las montañas recuperaron
casi la mitad de agua y se redujeron aproximadamente 1,7 cm de altura. Por lo tanto,
la cordillera es hoy aproximadamente media pulgada más alta de lo que era en
2011.
El agua filtrada por las montañas drena a demasiada profundidad como para
ser accesible. Sin embargo, las técnicas utilizadas en ese estudio abren un nuevo
camino para una comprensión más precisa de los impactos del agua subterránea
que pueda ofrecer información sobre lo que ocurre en el subsuelo y dar
respuesta a preguntas tales como lo que ocurre con las capas freáticas en las
montañas o si hay una cantidad significativa de agua subterránea almacenada en ellas.
Los hidrogeólogos todavía no tienen esas respuestas, pero ese estudio ofrece un
conjunto de nuevas herramientas que deben ayudar a obtenerlas. ©Manuel
Peinado Lorca. @mpeinadolorca.
Este artículo fue publicado en 2017 en el desaparecido diario digital "Última hora Madrid".