sábado, 30 de marzo de 2019

Ratas ninja y serpientes cornudas

Rata canguro del desierto (Dipodomys deserti). Foto C. Christie.

Atrapar presas y evitar depredadores es fundamental para el éxito reproductivo de los animales en la naturaleza, y ha sido un importante objetivo de la investigación evolutiva en biomecánica y locomoción. La depredación es una interacción inherentemente dinámica que avanza mediante una secuencia de procesos (típicamente denominados detección, evaluación, y persecución) que resultan en la captura o huida de la presa.

El resultado de un ataque con fines predadores está determinado en gran medida por la interacción entre el rendimiento físico del depredador y cualquier maniobra evasiva o de escape iniciada por la presa, y estos atributos generalmente difieren en función del modo de caza del depredador. Por lo general, los depredadores de persecución activa (por ejemplo, los lobos) dependen de la velocidad y la resistencia; otros (por ejemplo, los guepardos) confían en la velocidad y la maniobrabilidad, mientras que otros que se agazapan y esperan (caimanes, boas, víboras, mantis, camaleones), confían en el sigilo y la velocidad de ataque para eludir las capacidades de detección y evasión.

Aunque por lo general los documentales se centran más en los casos en los que los depredadores tienen éxito en matar y devorar presas, estudios de campo más detallados indican que las presas suelen ser muy hábiles para evadir ataques, con tasas de éxito del depredador que son en muchos ecosistemas de tan solo entre el uno y el cinco por ciento. Debido a que la mayoría de las presas parecen escapar de los depredadores alejándose rápidamente de ellos, los investigadores que estudian la biomecánica de las interacciones depredador-presa se han centrado principalmente en la velocidad, como ocurre en los ataques de los guepardos sobre las gacelas africanas, pero ese enfoque en la velocidad puede enmascarar la importancia de otros factores que pueden ser más importantes para determinar el resultado de los encuentros depredador-presa en los sistemas naturales.

Serpiente de cascabel cornuda, Crotalus cerastes. Foto.
En un par de nuevos estudios publicados el 27 de marzo en la revista Functional Ecology y en la revista Biological Journal of the Linnean Society, Malachi D. Whitford, profesor en la Universidad de California, San Diego, y sus colegas han publicado sendos artículos en los que relatan que las ratas canguro del desierto (Dipodomys deserti) son capaces no ya de defenderse, sino también de atacar a uno de sus más temibles depredadores: el crótalo cornudo o serpiente cascabel cornuda (Crotalus cerastes).

En la oscuridad del desierto de Yuma, Arizona, está a punto de ocurrir un combate. Una rata canguro se desliza por la arena en busca de un banquete de medianoche a base de semillas de creosota (Larrea tridentata). A poco más de medio metro de distancia, un venenoso crótalo cornudo yace enroscado y hambriento, esperando que su presa se acerque un poco más. El duelo ha terminado antes de que puedas parpadear. La serpiente ataca; la rata salta en el aire, patea a la serpiente en la cabeza y escapa dando saltos frenéticos. Ninguno de los rivales obtiene la comida que esperaba. En este video puedes ver el triunfante escape de la rata “ninja”.

Encuentros como este suceden todas las noches en el desierto y pasan desapercibidos para todos, excepto para los animales involucrados. Lo que hizo el equipo de investigadores californianos fue obtener imágenes con cámaras de alta velocidad. Primero marcaron varios crótalos con transmisores de radio y luego los rastrearon mientras cazaban ratas canguro en el desierto de Yuma. Durante los siguientes meses, el equipo registró treinta y dos emboscadas de serpientes sobre ratas. Solo la mitad de esas celadas terminaron con mordeduras de serpientes. Al analizar las imágenes de cámara lenta resultantes, los investigadores descubrieron por qué.

Mientras que los crótalos eran increíblemente rápidos, capaces de saltar desde la inmovilidad absoluta hasta alcanzar a su presa en menos de 100 milisegundos (menos del tiempo que se tarda en parpadear), las ratas eran aún más rápidas. El equipo descubrió que las ratas canguro podrían reaccionar a los ataques de serpientes en tan solo 38 milisegundos, a veces saltando por encima de la serpiente en 70 milisegundos.

Además, en esos 70 milisegundos algunas ratas canguro, que tienen unas extremidades posteriores extraordinariamente largas y poderosas y una capacidad auditiva extraordinaria, fueron capaces de realizar complejas maniobras en el aire que dejaron anonadadas a las serpientes. Una rata pateó a una serpiente justo debajo de la cabeza, enviando al depredador a varios palmos de distancia. Otra rata cambió rápidamente su dirección en el aire, girando su larga cola como una hélice para alejarse de la serpiente. Otras ratas canguro saltaron de siete a ocho veces la longitud de su cuerpo para alejarse del peligro. Algo así como si el cubano Javier Sotomayor, que mide 1,96 metros, y ostenta el récord mundial de salto altura (2,45 m), fuera capaz de saltar unos quince metros en vertical.

Las imágenes revelaron que las serpientes de cascabel y las ratas canguro están sorprendentemente bien adaptadas como depredador y presa, porque son extraordinarios atletas que rinden al máximo durante esas interacciones y, la capacidad auditiva de las ratas canguro y la respuesta explosiva de sus patas traseras, probablemente evolucionaron en respuesta a la velocidad tan rápida de sus venenosos depredadores.

El empleo de la cámara lenta también demostró, que las ratas canguro son pequeños ninjas peludos capaces de acrobacias, escorzos y patadas que harían avergonzar a Bruce Lee. © Manuel Peinado Lorca. @mpeinadolorca.