En Estados Unidos, los activos basados en las acciones de las compañías
de fracking están sufriendo una
verdadera carnicería. Parece como si Wall Street y los inversores se hubieran
cansado finalmente de los cantos de sirena de una actividad industrial que no
ha ganado dinero en los últimos diez años. Ha tardado más de lo que se esperaba,
pero los activos de las compañías basadas en la fractura hidráulica han tenido
un rendimiento significativamente inferior las de las principales compañías
petroleras convencionales. Los números hablan por sí solos.
Obviamente, para muchos la sangría no es una sorpresa, porque hemos
hablado siempre de la burbuja del fracking
al menos desde 2013. Basta con que teclee la palabra en el buscador de este
blog y brotarán los datos. Pero ahora analistas mucho más cualificados que yo
están dando las primeras señales de alarma. Por ejemplo, en un artículo titulado Wall Street Loses Faith in Shale (Wall
Street pierde la fe en las lutitas), publicado en el digital especializado en energía
Oilprice.com el pasado 25 de febrero
se podía leer lo siguiente:
Para Wall Street, la industria de las lutitas ha perdido mucho de su
atractivo. Las promesas de una década no se han materializado y los grandes
grupos financieros están cortando algunos de sus vínculos con los operadores
más pequeños que no han cumplido sus compromisos.
El Wall Street Journal informa
que la industria de las lutitas solo recibió 22.000 millones en nuevos bonos e
inversiones de capital, más de la mitad de los niveles de 2016, que fue un año
mucho peor para el mercado.
La fuerte caída de la nueva deuda y la emisión de capital es una señal
de que los grandes inversores ya no acuden a toda prisa a financiar la
perforación de lutitas, porque no es rentable. Vale la pena señalar que este es
un nuevo escenario. Durante años, Wall Street financió perforaciones no
rentables, fiándose en la promesa de que el rápido crecimiento de la producción
finalmente ofrecería resultados.
Por lo tanto, parece que los inversores ya no están dispuestos a
financiar esa especie de agujero negro que ha sido la fractura hidráulica desde
sus inicios, un negocio que ha estado basado siempre en datos hiperbólicos y en
analistas financieros, los mismos que apoyaron las hipotecas subprime, convertidos en hooligans irracionales.
A estas alturas, puede que algunos todavía se pregunten por qué
deberían los inversores seguir apostando en el casino del fracking. ¿Por qué deberían hacerlo? Uno de los operadores de fracking
más grandes en la cuenca Permian, Pioneer Resources, sufrió su octavo año
consecutivo de resultados negativos en su flujo efectivo de caja (FEC: diferencia
entre gastos e ingresos). En 2018, Pioneer tuvo un flujo de caja negativo
porque gastó 541 millones de dólares más de los que ingresó y si sumamos los últimos
ocho años, el FEC fue de 6.800 millones en números rojos.
A medida que las compañías de fracking
continúan gastando más de lo que ganan, las principales compañías petroleras convencionales
han obtenido aumentos significativos en sus FECs. Chevron informó haber
obtenido casi 24.000 millones más de ingresos que de gastos en 2017-2018,
mientras que ExxonMobil obtuvo más de 31.000 millones durante el mismo período.
Si comparamos el rendimiento del precio de las acciones de las
principales compañías petroleras en comparación con las de fracking, podemos detectar un signo preocupante (Gráfica):
La diferencia porcentual en la variación del valor de las acciones
entre estas compañías petroleras desde su nivel más alto en octubre se muestra
en esta gráfica:
Chevron ha subido casi un 1% desde su pico en octubre, mientras que BP
bajó un 3% y ExxonMobil perdió un 5%. Las compañías de fracking (en rojo) han perdido entre un 27 y un 59%. Si tomamos el
promedio para ambos grupos, las principales compañías petroleras bajaron un 2%
desde sus máximos en octubre, mientras que las compañías de esquisto bajaron en
un asombroso 43%.
Si quieren percibir con detalle el desplome de la industria del fracking, observen estas dos reveladoras
gráficas:
Chevron se mantuvo prácticamente sin cambios desde su nivel más alto en
octubre, mientras que Continental Resources bajó un 41%. Y si observa
detenidamente, notará que la mayor parte de la divergencia tuvo lugar a
principios de febrero, porque Chevron continuó operando al alza, mientras que Continental
se mantuvo estable en relación al desplome de marzo. Las grandes compañías casi
han vuelto a sus máximos de octubre, mientras que las compañías de esquisto han
bajado un 43% en promedio.
Lo peor está por venir. La pirámide Ponzi del fracking estadounidense tiembla
y el derrumbe arruinará a muchos pequeños inversores. Alertados por Wall
Street, los grandes grupos financieros llevan algún tiempo abandonando el barco
a la deriva. © Manuel Peinado Lorca. @mpeinadolorca.
Nota: Información
basada en https://srsroccoreport.com/the-bloodbath-in-u-s-shale-stocks-continues-worst-is-yet-to-come/