A finales del pasado mes de septiembre, la
Agencia de la Atmósfera y los Océanos de Estados Unidos (NOAA) publicó los
datos que confirmaban que durante más de 400 meses consecutivos el planeta ha
superado la media de temperatura desde que hay registros (1). En
contraposición a 1816, el año del verano que nunca llegó, estamos viviendo
veranos eternos en los que continua la tendencia denunciada en 2016 y 2017, los
años más calurosos desde que comenzaron los registros en 1880 (2). El
último informe presentado por el IPCC el pasado 8 de octubre (3) y el de la NASA (4) reiteran
que hay más del 95% de probabilidad de que las actividades humanas, traducidas
en la emisión de gases de efecto invernadero (GEI), especialmente reflejadas en
el aumento del CO2 (Figura 1), sean la causa del aumento del calentamiento
global del planeta.
Figura 1. El gráfico de arriba muestra los niveles de CO2 durante los últimos tres ciclos glaciares, obtenidos analizando núcleos de hielo. El gráfico de abajo muestra los niveles atmosféricos de CO2 medidos en el Observatorio Mauna Loa, Hawái, en los últimos doce años. Los gráficos, basados en la comparación de muestras atmosféricas contenidas en núcleos de hielo y mediciones directas más recientes, proporcionan la evidencia de que el CO2 atmosférico ha aumentado desde la Revolución Industrial. Las medidas actuales (409 ppm) son de octubre de 2018. Fuente (6).
Desde el comienzo de la Revolución Industrial
cada vez hay más evidencias de un calentamiento global, esto es, de una tendencia
ascendente de la temperatura en toda la Tierra, motivada por las actividades
humanas, que está provocando un efecto inducido en el cambio climático natural (5). Algunas
consecuencias de cambiar el efecto invernadero natural son difíciles de
predecir, pero sabemos a ciencia cierta que acusarán ciertos efectos de que ya
son perceptibles por varias pruebas y evidencias que resumo en los siguientes
apartados.