Una araña merodea en la boca de una jarra trampa de Nepenthes madagascariensis. Foto. |
En la naturaleza, uno espera que dos depredadores compitan entre sí por
la comida, pero una vez más la investigación ha demostrado que una araña cazadora
y una planta carnívora que le sirve de residencia han hecho un pacto de
mutualismo. Ecólogos de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional de
Singapur (NUS) han realizado investigaciones sobre una especie de araña poco
estudiada y de cómo utiliza el mecanismo de captura de una planta para capturar
presas, mientras que también proporciona nutrientes a la planta.
Como bien saben quienes se toman la molestia de leer mis artículos, las
plantas carnívoras son uno de los temas sobre biodiversidad que más llaman mi
atención. Entre las plantas carnívoras destacan las especies del género Nepenthes, cuyas maravillosas relaciones
con los murciélagos fueron objeto de un
artículo que se cuenta entre los más visitados en mi blog (¡gracias
lectores!).
La mayoría de las plantas jarra del género Nepenthes parecen bastante aficionadas a la captura de presas.
Estas plantas viven en suelos pobres en nutrientes y su hábito carnívoro
evolucionó como un medio para complementar sus necesidades nutricionales,
especialmente de nitrógeno, que obtienen gracias a las proteínas de origen
animal.
Nepenthes ventricosa x alata. Foto. |
Normalmente, las Nepenthes
tienen un sistema radicular superficial y un tallo trepador o postrado de
varios metros de longitud (15 o más) con un grosor que varía entre unos
milímetros hasta 1 cm. De este tallo surgen hojas alternas, en forma de espada
de color verde de unos 30 cm de longitud y con márgenes enteros . Una
extensión en la punta de la hoja forma el zarcillo, que ayuda a que la planta
trepe, y en cuyo extremo, coronada por una tapa, se forma la trampa jarra que
contiene un fluido acuoso almibarado producido por la propia planta donde los
insectos, atraídos por el olor que producen las glándulas de néctar de la boca
y la tapa del odre, caen y son digeridos.
A pesar de la naturaleza altamente evolucionada de sus sofisticadas trampas,
las Nepenthes no son máquinas de
matar perfectas. En la literatura científica y en los manuales de jardinería de
los aficionados a estas plantas, pueden encontrarse innumerables descripciones
de artrópodos colgando alrededor de temibles trampas. Algunos de ellos se
convierten inevitablemente en presas, pero hay otros que reciben ayuda de sus socias
carnívoras que parecen trabajar para ellas pagando un peaje a las plantas que les
ofrecen residencia.
Al contrario que otras muchas carnívoras como las atrapamoscas de la familia
Droseraceae, las Nepenthes son pasivas, es decir no
realizan movimiento alguno para atrapar a sus presas, sino que los atraen con
colores brillantes y recompensas para golosos como el dulce néctar. Las arañas
no liban néctar, así que desde hace tiempo los botánicos especializados en las
plantas jarra se preguntaban a qué se debe la abundancia de algunas especies de
arácnidos predadores en los márgenes de las trampas foliares de las Nepenthes.
Una hembra de la araña cangrejo europea Misumena vatia, emboscada en la inflorescencia de una margarita. Foto. |
Entre los especialistas más notables de Nepenthes se encuentran algunas arañas de la familia de las tomísidas
(Thomisidae) conocidas popularmente como arañas cangrejo, debido al largo
tamaño de su par de patas delanteras y a su capacidad para desplazarse
lateralmente. Poseen un veneno poderoso contra insectos, lo que les hace unas cazadoras
muy eficaces. Abundantísimas en los trópicos, en Europa la especie más
frecuente es Misumena vatia.
Las tomísidas se asientan en la boca de la jarra y esperan
pacientemente emboscadas a que cualquier insecto goloso acuda a visitar a la
planta. Muchas veces, tanto el depredador como su presa caen en la jarra, pero,
gracias a su hilo de seda, las arañas escapan fácilmente con su presa bien
sujeta. Aunque este comportamiento podría parecer una mala noticia para la
planta jarra, a la que se le escaparían cazador y pieza, investigaciones
recientes de biólogos de la UNS han demostrado que esta relación no es
totalmente unilateral.
Al estudiar las interacciones entre las arañas y las plantas de jarra,
tanto en el laboratorio como en el campo, los biólogos descubrieron que al
menos una especie de planta jarra (N.
gracilis) parece beneficiarse enormemente de la presencia de arañas
cangrejo. La clave para entender esta relación radica en los tipos de presa que
N .gracilis es capaz de capturar con la
ayuda o sin la ayuda de las arañas cangrejo.
Lo que comprobaron las minuciosas observaciones de los biólogos
singapurenses es que la presencia de una araña cangrejo en la vecindad de las
jarras no solo aumentaba la cantidad de presas caídas en las trampas de N. gracilis, sino que también cambiaba
los tipos de insectos capturados. Las arañas cangrejo son depredadores que
atacan con frecuencia a presas mucho más grandes que ellas, tan grandes que en
muchos casos las arañas no pueden digerirlas por completo. Cuando se han zampado
las partes más jugosas, las arañas desechan el cadáver en la jarra donde la planta
puede hacer un trabajo rápido para digerirlo en su propio beneficio.
Thomisus nepenthiphilus, una especie de araña cangrejo, vive exclusivamente sobre Nepenthes gracilis. Foto. |
Con el tiempo, las observaciones demostraron el simple hecho de que tener
arañas cazadoras en la boca de la trampa trajo consigo un notable aumento en
el número de insectos en cada jarra en comparación con las jarras desprovistas
de arañas, de resultas de lo cual la planta ganaba nutrientes. Además, los
tipos de presas capturadas por jarras con y sin arañas cangrejo cambiaron. Las
arañas fueron capaces de capturar insectos como las moscas de la carne, que
normalmente no son capturadas por las Nepenthes.
Así las cosas, las arañas cangrejo “residentes” ponen a disposición de las
plantas un
conjunto más grande de presas de las que estarían disponibles si no las
estuvieran utilizando como cotos de caza.
Las arañas cangrejo también pueden beneficiar a la jarra de otras
maneras. Algunas investigaciones
realizadas en el Instituto de Zoología de la Universidad de Viena sobre las
arañas cangrejo han demostrado que sus cuerpos están cubiertos de pigmentos que
caen en el espectro ultravioleta (UV). Como es sabido, los insectos pueden ver
la luz UV y, con frecuencia, la utilizan como medio para encontrar flores en
las que libar, ya que las plantas a menudo producen pigmentos específicos para
la radiación UV en sus tejidos florales. La amplia gama de patrones UV en las
flores sirve para guiar a sus polinizadores hacia ellas. Los investigadores han
documentado que es más probable que los insectos visiten las flores con arañas
cangrejo que las que no lo hacen, lo que ha llevado a la idea de que los
pigmentos UV en las arañas cangrejo actúan como atrayentes de insectos. Según parece,
los insectos visitantes no pueden resistir el estímulo UV y son víctimas propicias
para la araña cangrejo residente.
¿Podría ser que al establecerse en una jarra de Nepenthes, las arañas cangrejo aumentan la probabilidad de que los
insectos visiten las trampas? Eso está por verse, ya que tal cuestión no estaba
entre los objetivos de la investigación de los biólogos de la Universidad de
Singapur. Pero todo se andará. Se
necesitan más trabajos para comprobarlo con seguridad, pero cuanto más se analicen
esas interacciones, ¡más espectaculares serán! ©Manuel Peinado Lorca.
@mpeinadolorca.