El poliqueto abisal Hodor hodor. Foto |
Sabido es que las reglas que regulan la denominación de animales y
plantas (los Códigos Internacionales de Nomenclatura) permiten que quien
descubre una nueva especie puede ponerle el nombre que le venga en gana con la
única obligación de que este se escriba en latín. En alguna ocasión
me he ocupado de los curiosos nombres con los que se han bautizado algunos
organismos, lo que ha llegado a irritar a algunos mandatarios un tanto tiquismiquis.
En el último número de la muy sesuda y ortodoxa revista científica Journal of the Linnean Society dos
zoólogos franceses un tanto iconoclastas, Paulo Bonifácio y Lénaïck Menot, han
publicado los resultados de una más que notable investigación en la
que, además de otros interesantes hallazgos taxonómicos, han descrito diecisiete
nuevas especies de gusanos marinos algunas de las cuales han recibido nombres
relacionados con Juego de Tronos, la
serie televisiva que hace furor en todo el mundo. Por si ello fuera poco, los
investigadores, que ya peinan alguna que otra cana, han usado también nombres
de personajes de la saga de la Guerra de
las Galaxias, que comenzó su andadura cinematográfica el siglo pasado.
Los gusanos de aguas profundas son parte de una familia llamada Polynoidae,
que incluye alrededor de 900 especies de gusanos erizados con escamas o quetas,
de donde deriva su nombre genérico de poliquetos. Los poliquetos mejor
estudiados son, por razones obvias, los que viven enterrados en los fangos
intermareales, que los investigadores pueden capturar fácilmente arremangándose
los calzones. El problema es que muchos de estos animalitos prefieren vivir en
las profundidades abisales donde nacen, crecen, se reproducen y mueren tan
ricamente. Los gusanos que habitan en esas zonas profundas no son tan
estudiados como sus primos que viven en hábitats menos profundos, entre otras
cosas porque comprarse un batiscafo o un mini submarino son palabras mayores.
Localización de la zona Clarion-Clipperton. Fuente |
Los que quieren que el hombre vuelva a la Luna suelen decir que un
objetivo importante es explotar sus recursos minerales, pero la realidad es que
no hace falta ir tan lejos. En los océanos, que cubren las dos terceras partes
de la superficie terrestre, están, totalmente inalteradas, las mayores reservas
minerales de la Tierra, tanto en cantidad como en concentración. En los fondos
marinos hay depósitos de minerales que contienen casi el 60% de los 103
elementos químicos conocidos. En los últimos años la demanda de algunos de
estos recursos, como los metales más escasos (cobre, oro, plata, platino,
cobalto, níquel) que aparecen en los llamados nódulos polimetálicos submarinos,
ha aumentado espectacularmente mientras decrece el número de explotaciones
mineras terrestres.
Por eso, desde hace una década el mar se perfila, de la mano de la
investigación y de la tecnología, como una nueva frontera para la minería,
mucho más cercana, aunque no más conocida, que la Luna. Una frontera de gran
interés económico en la que la comunidad internacional, a través de la ONU,
abrió en 2010 una vía original de cooperación que declara patrimonio común de
la humanidad los fondos marinos sin soberanía adjudicada (es decir, fuera de
las aguas jurisdiccionales de cada país) y regula las actividades en las
profundidades.
La principal preocupación es el impacto ambiental y la principal
garantía en aguas internacionales es la regulación y supervisión a través de la
Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (ISA), establecida por la
Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (UNCLOS), creada en
hace dieciocho años. La “Zona”, como se llama simplemente el área sobre el que
tiene autoridad la ISA, son los fondos oceánicos fuera de las zonas de
jurisdicción nacional: unos 260 millones de km2, una superficie
equivalente a casi el 50% de la terrestre en la que se registran las mayores
profundidades medias.
Las nuevas criaturas, que viven a profundidades de entre 4.000 y 5.000
metros, pudieron ser estudiadas gracias a que los investigadores se
beneficiaron de las muestras obtenidas con los equipos utilizados por los prospectores de metales que
trabajan en la fosa de fractura Clarion-Clipperton
(CCFZ), el yacimiento de nódulos polimetálicos más grande del mundo, con
aproximadamente 6 millones de km2 de lecho marino situado entre 4.000
y 6.000 m de profundidad.
La CCFZ, que forma parte de la Zona, se compone de colinas abisales y
montes submarinos de gran interés comercial debido a la presencia de nódulos
polimetálicos. La CCFZ podría contener 34.000 millones de toneladas métricas de
manganeso. La ISA se encarga de administrar los recursos minerales de esas aguas
y entre sus regulaciones se exige que los contratistas realicen muestreos e
inventarios de mega, macro y mesofauna asociados con los campos de nódulos y
que evalúen los impactos potenciales de la minería en el ambiente y la biota en
su área de contrato. Y de esos muestreos se
beneficiaron los dos zóologos franceses.
Yodanoe desbruyeresi. Foto |
Con la prolija investigación realizada a partir de las muestras obtenidas, los científicos han ampliado sustancialmente
el árbol familiar de los poliquetos, porque descubrieron ni más ni menos que
cuatro géneros y diecisiete especies nuevas para la Ciencia. Para el género Abyssarya, los autores del estudio unieron
la palabra latina "abyssus"
(que significa "sin fondo") y el nombre Arya, uno de los personajes
favoritos de Juego de tronos del
doctor Bonifácio. Otro poliqueto cuya fotografía encabeza este artículo, Hodor
hodor, mide aproximadamente once milímetros de largo, aproximadamente dos de
ancho y un cuerpo con 24 segmentos nueve pares de estructuras similares a las
extremidades. Abyssarya acus es mucho
más pequeña: cinco mm de largo y 0,4 de ancho, y tiene 18 segmentos en su
aplanado cuerpo.
Otros gusanos encontrados en el estudio recibieron nombres que hacen
referencia a otras lealtades frikis de los científicos. El nombre del nuevo
género Yodanoe se deriva de Yoda, el
maestro Jedi de La Guerra de las Galaxias,
mientras que el nombre de la especie Hodor
anduril, además de homenajear al lacónico personaje de Juego de tronos, es un guiño a la espada de Aragorn de El Señor de los Anillos" (andúril"
o "llama del oeste" en Elvish) debido a las estructuras en forma de
espada del gusano.
Macellicephaloides moustachu. Foto |
Sin embargo, no todas las especies recibieron nombres tan populares.
Algunos se llaman como los colegas y amigos de los científicos, y una criatura
memorable, Macellicephaloides moustachu,
recibió su nombre específico por sus apéndices sensoriales cefálicos que se extienden
horizontalmente como un hermoso mostacho. ¡Cosas veredes! ©
Manuel Peinado Lorca. @mpeinadolorca.