Vean la foto que encabeza este artículo. Está
tomada en una roca de los Alpes. La roca está colonizada por (al menos) dos
líquenes diferentes, uno anaranjado (Xanthoria elegans) y el otro gris (Brodoa intestiniformis). Sobre este último hay una
polilla del mismo color, que se camufla perfectamente sbre el fondo liquénico.
Cuando no te mueves por los escalones
superiores de la cadena alimenticia y no puedes confiar en el cerebro o en la
fuerza muscular para evitar que te devoren, hay que emplear algunos trucos. Existen
muchos mecanismos de defensa en el mundo animal, pero algunos de los más
maravillosos son el mimetismo y su pariente, el camuflaje.
El mimetismo es una habilidad que ciertos
seres vivos poseen para asemejarse a otros organismos (con los que no guardan
relación) y a su propio entorno para obtener alguna ventaja funcional. El
objetivo principal del mimetismo es engañar a los sentidos de los otros animales
que conviven en el mismo hábitat, induciendo en ellos una determinada conducta.
Los casos más conocidos afectan a la percepción visual, pero también hay
ejemplos de mimetismo auditivo, olfativo o táctil.
El objetivo del mimetismo puede ser la
cripsis (camuflaje) pero, aunque muchos de los mejores ejemplos lo son a la vez
de ambos fenómenos, no deben confundirse ambos conceptos. La diferencia radica
en que en el mimetismo un ser vivo se
asemeja a otros de su entorno y en la cripsis el ser vivo se asemeja al propio entorno donde vive. Ambos sirven
para asegurar su supervivencia. Los insectos, que son despensas de proteínas
fáciles de conseguir para las aves y otros depredadores, son maestros del
mimetismo y el camuflaje.
El extremo de esa pequeña oruga inofensiva imita la cabeza de una serpiente venenosa. |
Muchos ortópteros (orden Orthoptera) y
algunos fásmidos (orden Phasmatodea) tropicales parecen hojas, lo mismo que hacen algunas mariposas; el aspecto típico de los Phasmatodea (insectos palo)
es el de una ramita o paja. Las orugas de las mariposas de la familia
Geometridae se posan con el cuerpo rígido adoptando el aspecto de una pequeña
rama o pecíolo foliar seco. Pero entre mis favoritos se cuentan un
pajarito que pretende ser una oruga tóxica y espinosa, y diez
pequeñas orugas que parecen serpientes grandes y aterradoras.
Con el camuflaje, el objetivo es simplemente
desaparecer. Una herramienta útil que se consigue a través de generaciones de
adaptación, permite que los organismos se mezclen con su entorno. Vamos con
ello.
Un jardín de hepáticas sobre el dorso de ese gorgojo del bosque húmedo chileno. Foto. |
Muchos de nosotros estamos familiarizados con
organismos como los cangrejos decoradores que utilizan pedazos de su entorno,
especialmente anémonas de mar vivas, como una forma de camuflaje y protección.
También conocemos sobrados ejemplos de insectos terrestres que unen partes de
líquenes a su cuerpo para camuflarse. Sin embargo, hay al menos dos grupos de
artrópodos que hacen de su camuflaje el cultivo de jardines minúsculos en sus
cuerpos.
Poco se sabe acerca de estos artrópodos que
crecen en el jardín. Hasta la fecha, estos jardines en miniatura solo se
conocen en algunas especies de gorgojos del género Gymnopholus, así como en una especie de milpiés llamado Psammodesmus bryophorus. Este tipo de
simbiosis epizoica ajardinada es una forma de protección que camufla a los
“jardineros” en su entorno.
Briófitos creciendo en el dorso de un ejemplar macho del milpiés Psammodesmus bryophorus, del bosque andino de Colombia. Foto. |
De hecho, ambos grupos de artrópodos
frecuentan áreas expuestas. Lo más notable de esta relación es que la plantas
no se colocaron en el exoesqueleto arrancándolas de algún lugar del entorno.
No: han estado creciendo activamente allí desde el principio. Una inspección
más detallada de la cutícula de estos artrópodos revela adaptaciones
estructurales únicas, como cavidades y pelos que proporcionan microclimas
favorables para que las esporas germinen y crezcan.
Las comunidades de plantas consisten principalmente
en musgos y hepáticas. Al menos están representadas cinco familias diferentes
de hepáticas y una de musgos. Aún más notable es el hecho de que incluso estas
pequeñas comunidades vegetales son suficientes para sustentar un ecosistema en
miniatura propio. Los investigadores han encontrado numerosas algas como
diatomeas, líquenes y una variedad de hongos que crecen en medio de los musgos
y las hepáticas. Estos a su vez son compatibles con pequeñas comunidades de
ácaros. Parece que hay todo un ecosistema ignoto que vive sobre el dorso de
estos misteriosos artrópodos.
Base elíptica de Gymnopholus (Niphetoscapha) nitidus con exudados (39). Figuras 40 a-b. Gymnopholus (Niphetoscapha) inexspectatus, espécimen vivo con incrustaciones de algas y líquenes. Foto. |
Aún queda mucho por aprender sobre esta
relación simbiótica. Aunque el camuflaje es la hipótesis principal, no se ha
hecho ningún trabajo para investigar realmente los beneficios que estos
artrópodos reciben del crecimiento activo de estos jardines en miniatura sobre
sus dorsos. Los misterios todavía abundan. Por ejemplo, en el caso del milpiés,
los jardines se encuentran con mayor frecuencia en las espaldas de los machos
que en las espaldas de las hembras. ¿Podría ser que los machos pasen más
tiempo buscando en su entorno y así se beneficien del camuflaje adicional? Solo
la investigación lo dirá.
Veamos ahora un caso extraordinario de
camuflaje enmarañado y carnavalesco que realiza un saltamontes longicorne de la
familia Tettigoniidae, que incluye más de 6.400 especies. En general son de
colores crípticos, y muchos de ellos se mimetizan como hojas. La mayoría son
nocturnos y producen llamadas estridentes. Es común oírlos en las noches de
verano y comienzos de otoño. Se diferencian de los saltamontes comunes por sus
largas antenas, que pueden ser más largas que el resto del cuerpo.
Markia hystrix caminando sobre líquenes filamentosos. La fotografía pertenece al vídeo de abajo. |
Entre estos ortópteros longicornes se cuenta
un maestro que se mimetiza con un liquen filamentoso y al mismo tiempo se
camufla entre la maraña formada por el propio liquen. Se trata de Markia hystrix, el liquen katydid, de América Central y del Sur. Es un herbívoro y
vive en el dosel del bosque. En estado
de ninfa, el ortóptero es la viva imagen de un liquen que abunda en su hábitat.
El detalle es tan específico que incluso el cuerpo sólido oscuro está grabado
con líneas que se parecen a los líquenes, creando la ilusión de que esto no es
más que un extraño mechón etéreo de filamentos liquénico, aunque sea un mechón
con seis patas y un buen par de antenas.
El fotógrafo de vida silvestre David Weiller
tomó algunas imágenes del extraordinario liquen katydid en la provincia de
Cartago, Costa Rica. Vea por usted mismo en este vídeo cómo esta criatura viaja
tranquilamente a lo largo de su liquen protector y verá que resulta difícil decir dónde terminan los líquenes y
dónde comienza el insecto. © Manuel Peinado Lorca. @mpeinadolorca.
Bibliografía recomendada
Gressitt,
J. L. et al. 1968. Moss growing on Living Papuan Moss-forest Weevils. Nature, 217: 765–767.
Gressitt,
J. L. y Sedlacek, J. 1970. Papuan Weevil
Genus Gymnopholus: Second Supplement with studies. in Epizoic Symbiosis. Pacific Insects 12 (4): 753-762.
Martínez-Torres
S. et al. 2011. Meeting between kingdoms: discovery of a close association
between Diplopoda and Bryophyta in a transitional Andean-Pacific forest in
Colombia. International Journal of
Myriapodology, 6: 29-36. doi.org/10.3897/ijm.6.2187.