Semilla de Lodoicea maldivica. Foto. |
Si se le pregunta a la mayoría de la gente
cuál es la semilla más grande que conoce, probablemente digan que es el coco,
del que me ocupé
hace ahora un año. Se equivocan. Un coco de gran tamaño puede llegar a
medir entre 20 y 30 cm y, como mucho, viene pesar algo más de dos kilos y medio. No está
mal, pero no deja de ser una minucia comparada con la semilla del coco de mar o
doble coco (Lodoicea maldivica), endémico
de las islas de Praslin y Curieuse en las Seychelles.
Lodoicea es un género monotípico de la
misma familia que el cocotero. Aunque hoy L.
maldivica sea endémica de las dos islas anteriormente citadas, antaño también
crecía en los pequeños islotes de St. Pierre, Chauve-Souris e Ile Ronde, situados
cerca de Praslin, pero se extinguió durante mucho tiempo hasta que se
reintrodujo hace poco. El nombre del género, Lodoicea, se deriva de Lodoicus, la forma latinizada de Louis , en honor del rey Luis XV de Francia. El
epíteto maldivica no puede ser más
claro: de Maldivas. Y si la planta es endémica de Seychelles, ¿por qué se
relaciona su nombre con otras islas? La historia es curiosa y merece dedicarle
un párrafo.
Copa de L. maldivica. Foto. |
El nombre científico se le puso antes del
siglo XVIII, cuando las Seychelles estaban deshabitadas, mientras que las
Maldivas eran bien conocidas por los marinos. En ese tiempo, los cocos de mar que terminaban en el océano eran arrastrados hacia el este
por las corrientes marinas. De hecho, hasta que Dufresne descubrió el verdadera
origen de la nuez en 1768, muchos creían que crecía en un árbol mítico en el
fondo del mar. Las nueces solo pueden flotar después del proceso de
germinación, cuando están huecas. De esta manera, muchas se desplazaron a las
Maldivas, donde fueron recogidas en las playas y valoradas comercialmente como un
elemento medicinal y afrodisiaco relacionado con la forma de los cotiledones [1]. A
esa forma alude otro los nombres botánicos arcaicos de la planta, Lodoicea callipyge, en el que callipyge proviene de palabras griegas
que significan 'bellas nalgas'. Vean la Foto 1 y sabrán porqué.
L. maldivica generalmente
crece a 25-34 m de altura. El ejemplar más alto registrado, medía 56,7 m [2]. Las
hojas en forma de abanico, miden de 7-10 m de largo y 4,5 m de ancho con un
pecíolo de 4 m en la plantas maduras (Foto 2). Sin embargo, las juveniles producen
pecíolos mucho más largos: hasta 10 metros. Es dioica, lo que quiere decir que
hay plantas masculinas y femeninas separadas. Las flores masculinas están dispuestas
en una inflorescencia similar a un amento de hasta 1 m de largo, que continúa produciendo
polen durante un período de diez años, una de las inflorescencias de vida más
larga conocida (Foto 3). La fruta madura, que tiene 40-50 cm de diámetro y pesa entre 20 y 40
kg, presenta un epicarpo liso y un mesocarpo fibroso. En ambos casos, se parece
mucho al coco. La fruta requiere de 6 a 7 años para madurar y otros dos años
para germinar.
Amento masculino. Las flores abiertas en amarillo. Foto. |
En el interior del fruto hay hasta tres
semillas que pueden pesar unos 20 kg. El endospermo bilobulado es grueso,
relativamente duro, hueco y homogéneo. El embrión se encuentra en el seno entre
los dos lóbulos. Durante la germinación se desarrolla un tubo, que puede llegar
a medir hasta cuatro metros, que conecta las hojas aéreas jóvenes con el tejido
de reserva del endospermo seminal.
Aunque las características funcionales de Lodoicea sean similares a otros árboles mono-dominantes
en los bosques tropicales húmedos, sus características únicas incluyen una
enorme semilla, un mecanismo eficaz de canalización de la lluvia y una
comunidad diversa de animales estrechamente asociados, como algunas
salamanquesas que la polinizan (Foto 5). Estos atributos sugieren una larga historia
evolutiva en condiciones relativamente estables [3].
Dos miembros de la comunidad animal ligada al coco de mar. La babosa Vaginula seychellensis y una especie de salamanquesa del género Phelsuma. Foto. |
De las seis palmas endémicas monoespecíficas
en Seychelles, Lodoicea es el único
caso real de gigantismo entre las plantas con flores de ese archipiélago. Posee
cinco récords botánicos: la fruta silvestre más grande registrada hasta ahora,
con un peso de hasta 42 kg; las semillas maduras son las más pesadas del mundo; la
semilla al germinar produce el tubo cotiledonar más largo conocido, de hasta
cuatro metros; las flores femeninas son las más grandes de cualquier palmera; finalmente,
es la planta más eficiente conocida para recuperar nutrientes de sus hojas caídas.
Para L.
maldivica producir las semillas más grandes del mundo puede parecer algo
estupendo si es que su interés fuera ingresar en el libro Guinness de los
récords, pero ciertamente tiene sus inconvenientes. Sin embargo, como con
cualquier cosa en la naturaleza, la selección no permitiría que se transmitan
rasgos inútiles. Los costes deben compensarse con una ventaja reproductiva en
algún nivel. Un estudio de 2015 [3] analizó cuáles podrían ser estas compensaciones.
Lo que encontraron los investigadores es muy interesante.
Como las semillas pesan tanto, uno tiene que
preguntarse cómo se busca la vida. Durante mucho tiempo se pensó que, como hace
el coco, las semillas de esta palma se debían dispersar por mar. No es posible:
simplemente son demasiado densas para flotar. De hecho, la dispersión de las semillas
de esta peculiar especie de palma es bastante limitada. Sencillamente caen del
árbol y germinan debajo del dosel. Esto puede explicar por qué L. maldivica es endémica de dos pequeñas
islas de las Seychelles. Tampoco son únicamente las semillas las que son
enormes.
Contra lo que podría pensarse, los hábitats
en los que crece son muy bajos en nutrientes. ¿Por qué, entonces, esta palma
invierte tanta energía en cultivar estas estructuras gigantescas? Debido a que
tienden a germinar y crecer debajo de sus padres, los descendientes de L. maldivica parecen estar en desventaja
desde el principio. El estudio de marras sugiere que la respuesta está en esas
hojas gigantes.
Cocos de mar. Foto. |
Los investigadores encontraron que las áreas
directamente debajo de los árboles adultos eran más húmedas y los suelos tenían
niveles de nutrientes (especialmente de nitrógeno y fósforo, dos elementos
claves para el crecimiento y la salud de cualquier planta) elevados en
comparación con el entorno. La estrategia de L. maldivica es modificar su propio hábitat. Esas hojas enormes no
sólo aumentan la superficie fotosintética, también actúan como embudos gigantes:
la mayor parte del agua que llueve sobre el dosel es recogida por las hojas. De
esta forma, todo, desde el agua, los desechos y hasta el exceso de polen que
producen masivamente las flores masculinas se canaliza hacia la base de cada
árbol.
Y eso no solo es bueno para el árbol padre,
también es una gran ayuda para una descendencia con dispersión limitada. Junto
con el considerable endospermo de esas semillas gigantes, de las que se nutre el
embrión, todo este agua adicional y el fertilizante foliar significa que las plántulas de
L. maldivica llegan al mundo con una
clara ventaja sobre muchas otras plantas de las islas.
Lamentablemente, la sobreexplotación de las
semillas ha paralizado la reproducción natural de L. maldivica. Esto, junto con la destrucción del hábitat, pinta una
imagen sombría para esta palma de récords. Afortunadamente, se están haciendo muchos esfuerzos de conservación
destinados a salvar a L. maldivica.
Las Seychelles son ahora Patrimonio de la Humanidad y muchas de
las poblaciones silvestres de esta palma se encuentran dentro de sus parques
nacionales.
¡Ah! Si alguna vez van a Seychelles, como
hacen miles de turistas, encontrarán fácilmente a L. maldivica….. acuñada en las monedas de cinco rupias. © Manuel
Peinado Lorca. @mpeinadolorca.
Bibliografía citada
[1] Ecott, T. Royal
honeymooners' 'erotic' Seychelles souvenir. BBC - From Our Own
Correspondent. Consultado el 25 de agosto de 2011.
[2] Ward, S. 1866. Letter from Swinburne Ward,
Esq., to Sir William Hooker, F.R.S. Journal
of the Proceedings of the Linnean Society of London. Botany, 9 (36):
259-261. doi.org/10.1111/j.1095-8339.1866.tb01284.x.
[3] Edwards, P. J., Fleischer‐Dogley, F. y
Kaiser‐Bunbury, C. N. 2015. The nutrient economy of Lodoicea maldivica, a
monodominant palm producing the world's largest seed. New Phytologist, 206 (3): 990-999.