Las plantas usan la luz como fuente de
energía e información. Las respuestas fisiológicas de la planta a la luz y las
interacciones entre plantas y animales (como la herbivoría y la polinización)
han evolucionado bajo un régimen más o menos estable de ciclos de 24 horas de
luz y oscuridad, y, fuera de los trópicos, con la variación estacional en de la
duración del día. La rápida difusión de la iluminación eléctrica en exteriores
en todo el mundo durante el siglo pasado ha causado una interrupción sin
precedentes en estos ciclos de luz natural. La luz artificial está muy
extendida en el entorno, variando en intensidad en varios órdenes de magnitud,
desde el tenue brillo del cielo reflejado desde ciudades distantes hasta la
iluminación directa de la vegetación urbana y suburbana.
Me gusta caminar por mi ciudad por la noche.
Las cosas realmente parecen aletargarse cuando se pone el sol. Cuando yo era
niño y los ayuntamientos más pobres, mis paseos nocturnos solo eran iluminados
por la luna o, a lo más, por la tenue iluminación de una vieja farola. Ahora
que vivo en una civilización que derrocha la energía, sea cual sea y venga de
dónde venga, las luces de la calle acentúan la oscuridad de cada bloque.
Caminando y cavilando no puedo evitar preguntarme qué provoca toda esta luz
artificial en nuestros vecinos fotosintéticos.
La gran mayoría de las plantas necesitan luz
para alimentarse. No importa si esta luz proviene del sol o de una luz
eléctrica de alta potencia, siempre que sea lo suficientemente fuerte para inducir
la fotosíntesis. Incluso las intensidades más débiles les sirven a nuestras
amigas vegetales para fotosintetizar. Cuando no hay luz, respiran, es decir,
consumen por la noche buena parte de lo que producen por el día.
De manera que el fotoperíodo, es decir la
alternancia entre noche y día, es fundamental para el buen estad de salud de
cualquier planta. Las plantas pueden detectar la duración de la oscuridad
ininterrumpida en su entorno y usan esa información para innumerables procesos
internos. Su dependencia de la luz hace que muchas especies de plantas sean
vulnerables a nuestra adicción a la iluminación artificial.
El hecho de que una luz no sea lo
suficientemente fuerte para la fotosíntesis no significa que no afecte a las
plantas cercanas. Esto es especialmente cierto para las plantas que usan la
duración del día para cronometrar procesos como el brote de ramas y hojas, la floración
y la latencia, es decir, la fase en la que planta, falta de luz, respira. El
tipo de iluminación elegido por la mayoría de las ciudades emite longitudes de
onda que alcanzan un pico especialmente alto en el rango del espectro
electromagnético situado entre el rojo y el rojo lejano, es decir, hasta donde
comienza el infrarrojo, lo que hace que sean particularmente capaces de
interrumpir los fotoperiodos de las plantas.
Uno de los efectos más obvios de la
iluminación artificial en las plantas se puede ver fácilmente en los árboles de
la calles de las regiones templadas. Aunque la sensibilidad a la luz varía de
una especie a otra, los árboles que crecen cerca de las farolas tienden a
mantener sus hojas mucho más tiempo en otoño que los árboles que están más
lejos. Debido a que la iluminación artificial es suficiente para engañar a los
receptores rojo a rojo lejano en las plantas, puede "convencer" a los
árboles de que los días son más largos de lo que realmente son. La fotosíntesis
adicional puede que no parezca tan mala, pero mantener las hojas más tiempo del
debido hace que los árboles sean más susceptibles a las heladas.
Los efectos de la iluminación artificial
continúan hasta la primavera. Los árboles que crecen cerca de las luces tienden
a brotar y florecer más temprano en primavera. Eso también los hace susceptibles
al daño por las heladas tardías. Las plantas de floración temprana corren el
riesgo de perder todo su esfuerzo reproductivo al florecer antes de que
desaparezca la amenaza del hielo, además, claro está, de que puede arruinar su
relación con los polinizadores, quienes saldrán a libar en el momento adecuado
a su reloj biológico. Si la planta ha florecido antes de que llegue su
polinizador, no podrá ser fecundada.
Esos efectos pueden incluso influir en la forma en que crecen las plantas. los investigadores
han encontrado que las plantas que crecen cerca de las farolas tienen hojas más
grandes y con más poros estomáticos, y estos poros permanecen abiertos mucho
más tiempo que las plantas que crecen en condiciones nocturnas no iluminadas (1).
Esto las hace más susceptibles a la contaminación y la sequía, dos factores
estresantes que son muy comunes en los entornos urbanos. Este problema empeora
si la iluminación artificial permanece prendida toda la noche.
La iluminación artificial va más allá de la alteración
fisiológica de las plantas. Al ampliarse, los efectos de las luces nocturnas
pueden tener consecuencias para todo el ecosistema. Por ejemplo, los investigadores
encontraron que la iluminación artificial era suficiente para cambiar toda la
composición florística de las comunidades de prados (2).
Algunas plantas respondieron bien a las luces artificiales, produciendo más
biomasa y más retoños vegetativos hasta el punto de expulsar a otras especies. El
fenómeno se ve agravado por el cambio en el rendimiento reproductivo sexual, porque
ciertas especies muestran una mayor producción de semillas que otras.
Los cambios en la fisiología, fenología y
composición de las plantas también afectan a infinidad de otros organismos del
entorno (3).
Los cambios en el momento de la floración o del brote de las yemas rameales y
foliares pueden interrumpir las actividades normales de insectos y pájaros que
dependen de estos procesos como alimento y refugio. La investigación incluso
sugiere que la regeneración forestal está siendo alterada por la iluminación
artificial. Los dispersores de semillas, como los murciélagos, a menudo no
vuelan a áreas bien iluminadas por la noche y, por lo tanto, reducen la
cantidad de semillas que caen en esas áreas. Dicha investigación todavía está
en pañales, lo que significa que tenemos mucho que aprender sobre cómo la
iluminación artificial está alterando los procesos naturales.
La contaminación lumínica es mucho más que un
problema estético. La iluminación artificial está teniendo efectos pronunciados
en la vida de las plantas. Altere las plantas y se interrumpirá la vida tal y como
la conocemos. Es cierto que se necesita más trabajo para desentrañar todas las maneras
de cómo las luces influyen en las plantas; sin embargo, está claro que debemos
trabajar para reducir la contaminación lumínica en todo el mundo. ©Manuel
Peinado Lorca. @mpeinadolorca.