Estas son seis sencillas razones que prueban que la Tierra es una esfera.
1.- Cuando un barco navega hacia el
horizonte, se hace cada vez más pequeño hasta que deja de verse. En cambio, el
casco parece hundirse primero bajo del horizonte, antes de que lo haga el mástil.
Cuando los barcos regresan a puerto, la secuencia se invierte: primero el
mástil y luego el casco, parecen elevarse sobre el horizonte.
2.- Miremos a las estrellas. El filósofo
griego Aristóteles lo descubrió hace 2.368 años y nada ha cambiado. A latitudes
diferentes se observan distintas constelaciones. Probablemente los dos ejemplos
más llamativos sean la Osa Mayor y la Cruz del Sur. Las siete estrellas que
constituyen el “carro” de la Osa Mayor solo se pueden ver en latitudes de 41º N
o más elevadas. Por debajo de los 25º S, dejan de verse totalmente. En el norte
de Australia, justo al norte de esa latitud, la Osa Mayor apenas brilla sobre
el horizonte. Mientras tanto, en el hemisferio Sur, aparece la Cruz del Sur, un
brillante conjunto de cuatro estrellas. En el hemisferio Norte, esa constelación
no es visible hasta más o menos los 25º N, la latitud aproximada del sur de
Florida, del sur del Sáhara o de Taiwan. Esos diferentes puntos de vista
estelares solamente tienen sentido si se imagina a la Tierra como un globo, de
modo que mirar "hacia arriba" significa realmente contemplar una
franja espacial diferente según el hemisferio de que se trate.
El carro de la Osa Mayor. Imagen. |
3.- Los eclipses. Aristóteles, que estaba a
todo, también reforzó su idea de la esfericidad de la Tierra observando que,
durante los eclipses lunares, la sombra de la Tierra sobre la superficie lunar es curva. Como la Tierra no para de girar, que se sepa, y la
sombra curva aparece durante todos los eclipses lunares, Aristóteles dedujo
correctamente que la Tierra está rodeada de curvas, es decir, es una esfera.
4.- Sube a la terraza. Hacerlo muestra una de
esas cosas evidentes: puedes ver más lejos si subes más alto. Si la Tierra
fuera plana, podrías ver a la misma distancia sin importar la altura a la que
estés. Piénsalo: tu ojo puede detectar un objeto brillante, como la galaxia de
Andrómeda, situada a 2,6 millones de años-luz de distancia. Ver las
luces de, por ejemplo, Barcelona, desde Madrid en una noche clara, debería de estar
chupado. Pero no lo está. Eso es debido a que la curvatura de la Tierra limita
nuestra vista a aproximadamente cinco kilómetros... a no ser que te subas a
una terraza, a un árbol, a una montaña y obtengas una perspectiva desde más
arriba. Si te subes a una aeronave, pasa al siguiente punto.
5.- Si eres astronauta, no sigas leyendo. Si
no, vuela alrededor del mundo. Si se dispone de un montón de euros, cualquiera
puede circunnavegar el globo hoy en día. Si tienes la suerte de obtener una
vista despejada del horizonte a la altitud alcanzada en los vuelos transoceánicos,
podrás ser capaz de distinguir la curvatura de la Tierra a simple vista. La
curva de la Tierra se vuelve visible a una altitud de alrededor de 10.600
m, siempre y cuando el observador tenga al menos un campo de visión de 60
grados, lo que puede ser difícil desde una ventana de un avión de pasajeros salvo
que seas el piloto. La curvatura se hace más fácilmente aparente por
encima de los quince km, como bien saben los afortunados que volaron en el
Concorde, una de cuyas atracciones era ver la perfecta curvatura terrestre
cuando el avión alcanzaba los 18 km.
En el solsticio de verano los rayos solares inciden perpendicularmente sobre Siena (Asuán). En Alejandría, más al norte, midiendo la altura de un edificio y la longitud de la sombra que proyecta, se puede determinar el ángulo formado con el plano de la eclíptica, en el que se encuentran el Sol y la ciudad de Siena, ángulo que es precisamente la diferencia de latitud entre ambas ciudades. Conocida esta, basta medir el arco de circunferencia y extrapolar el resultado a la circunferencia completa (360º). Imagen. |
6.- Compara sombras. El primero en estimar la circunferencia de la Tierra fue el matemático griego Eratóstenes, que nació hace unos 2.300 años. Como Eratóstenes no podía volar, aguzó el ingenio. Lo hizo comparando las sombras el día del solsticio de verano en Siena (hoy Asuán), Egipto, con Alejandría, una ciudad más al norte. A mediodía, cuando el Sol estaba directamente sobre su cabeza en Aswan, no había sombras. En Alejandría, un palo colocado en el suelo proyectaba una sombra. Eratóstenes se dio cuenta de que si conocía el ángulo de la sombra y la distancia entre las ciudades, podría calcular la circunferencia del globo. Si la Tierra fuera plana, no habría habido diferencia alguna entre la longitud de las sombras. La posición del Sol en relación con el suelo sería la misma. Solo un planeta en forma de globo explica por qué la posición del Sol es diferente en dos ciudades situadas a unos cientos de kilómetros de distancia. © Manuel Peinado Lorca.@mpeinadolorca.