Al analizar el déficit comercial, el presidente Trump tuiteó recientemente
lo anterior. Viniendo de un hombre cuya carrera incluye múltiples bancarrotas, esto
no debería sorprender. La industria del fracking tiene un aliado estupendo en
la Casa Blanca.
Gracias a la ley de impuestos aprobada por los republicanos y el
presidente Donald Trump a finales del año pasado, EOG Resources, una de las
principales compañías estadounidenses de fracking,
tuvo en 2017 un año excepcionalmente bueno en comparación con 2016.
En 2017, EOG Resources informó que sus ingresos netos de ese año fueron
de 2.600 millones de dólares. ¿El año anterior? Pérdidas de 1.100 millones. Ese
cambio en el balance parece muy impresionante hasta que uno se da cuenta de que
2.200 millones, aproximadamente el 85% de sus ingresos de 2017, fueron el
resultado de
la nueva ley de impuestos. Sin ese regalo de los republicanos de Trump, EOG
habría perdido aproximadamente 700 millones entre esos dos años. En cambio, obtiene
1.500 millones por debajo de la mesa.
Con cifras como esas, es fácil ver cómo esa ley, que supuso la mayor
reducción de impuestos empresariales en los últimos treinta años, era un
salvavidas muy necesario para una industria con pérdidas como la del fracking. EOG se
promociona rutinariamente como una de las mejores compañías de petróleo y
gas de lutitas. Pese a ello, la compañía perdió 700 millones en los últimos dos
años. O al menos lo habría hecho si no fuera por la bajada de impuestos.
Esa es la misma compañía que un analista del sitio web de asesoramiento
de inversión Seeking
Alpha declara que «en general se considera uno de los mejores activos de
petróleo y gas no convencionales, y sus finanzas lo respaldan».
Si esos son los mejores respaldos financieros de su sector, ese sector tiene un
gran problema.
Un dato interesante es que el acrónimo EOG significa Enron Oil and Gas,
que se desgajó de Enron, la compañía energética famosa por ser uno de los grandes
esquemas Ponzi del siglo XX. Así están las cosas: una empresa derivada de
Enron está siendo considerada la más sólida desde el punto de vista financiero
en la industria del fracking. Seeking
Alpha presenta a EOG como una buena inversión y se pregunta retóricamente cuándo
«el
mercado de inversores se despertará y se dará cuenta de la oportunidad de
invertir en ella», y eso a pesar de que EOG sigue teniendo una deuda de más
de 6.000 millones.
Continental Resources es otra de las empresas de fracking que se anuncia como una buena inversión en 2018.
Continental está dirigida por Harold Hamm, que fue
asesor de la campaña de Trump, y se ha proclamado el "Shale
King", un título que ostentó en su momento Aubrey
McClendon. El patrimonio neto de Hamm se estima en más de 13.000 millones de
dólares. Gracias a la nueva ley, Continental se llevó a casa 700 millones
adicionales porque su tasa impositiva efectiva para 2017 resultó negativa en un
405,8% (cliquee la gráfica siguiente).
Aunque Hamm
personalmente no lo necesite, Continental necesitaba ese dinero. En 2007, tenía
una deuda de 165 millones y pagaba 13 millones al año en intereses por la misma.
En 2016, su deuda se había disparado a 6.500 millones y los pagos de intereses
anuales se
elevaron a 321 millones. La ley fiscal del Partido Republicano
esencialmente compensa dos años de pagos de intereses de Continental, lo que
permite que ese modelo de negocio en quiebra continúe, habida cuenta de que las
operaciones de Continental no han generado ingresos suficientes ni para pagar el
interés anual de su deuda.
Estos son solo dos ejemplos de compañías de fracking que reciben asistencia financiera inmediata de la reducción
de impuestos de los republicanos. Y seguirán beneficiándose de tasas
impositivas más bajas en los próximos años. Sin embargo, eso simplemente
enmascara la realidad de que la revolución del fracking se parece mucho a un esquema Ponzi que enriquece a los CEO
y financieros de Wall Street produciendo petróleo y gas con dinero prestado que
es poco probable que se devuelva en el futuro.
Hamm y los financieros de Wall Street no tienen ningún aliciente para cambiar
de postura. Las compañías energéticas en bancarrota destruyen las pensiones de
los trabajadores, eliminan la equidad de los inversores y despiden a miles de
trabajadores, pero los CEO seguirán recibiendo bonos después de llevar a sus
empresas a la bancarrota. A las subprime
me remito.
Los beneficios de la nueva ley de impuestos no son exclusivos de las
compañías de petróleo y gas. Las compañías de servicios públicos salieron
todavía mejor paradas y los grandes bancos de Wall Street que están financiando
la industria de las lutitas también están ganando dinero a espuertas gracias a
la revisión fiscal de los republicanos.
Sin embargo, aunque el maná fiscal trumpiano ha caído sobre todas, debido
a los peculiares balances de las compañías de petróleo y gas, estas compañías
se beneficiaron más que la mayoría. Para ser claros: la ley que se aprobó a finales
de 2017 se aplicó retroactivamente a los pasivos por impuestos diferidos que ya
estaban anotados en los libros de balances, borrando así una gran parte de los
pasivos de estas compañías que habían ido acumulándose mientras la industria
seguía pidiendo prestado para perforar más y más, para, finalmente, perder más y
más dinero. La nueva ley ha sido simplemente un rescate de un comportamiento
financiero imprudente, por no llamarle saqueo.
Y no fueron solo las empresas que trabajaban principalmente en el
fracking las que se beneficiaron. ExxonMobil obtuvo un beneficio de 6.000 millones
de la nueva ley de impuestos, al que CNN
Money denominó "regalo".
¿Qué pasa cuando le das dinero gratis a unos jugadores sumidos en una
racha perdedora? En la industria del fracking,
duplicarán sus apuestas. La industria utilizará el rescate para pedir prestado
y perforar más y más.
ExxonMobil ha prometido utilizar los miles de millones que obtuvo de la
rebaja fiscal para perforar y fracturar
más lutitas petrolíferas. Hacerlo significará probablemente extrarer
mayores producciones de petróleo de la cuenca Permian, lo que reducirá el
precio del petróleo y ejercerá más presión sobre las fuertemente apalancadas compañías
de lutitas.
Los medios dominantes siguen lanzando el mensaje de que las compañías
de fracking están ahora en ganancias sin
tener en cuenta de que no se deben a la producción. Como los tiburones que deben
nadar para mantenerse vivos, las empresas de fracking deben perforar para preservar los bonus de sus CEOs, que están
vinculados a la producción de crudo, no a las ganancias. Por eso, perforan incluso
cuando eso signifique perder dinero en los barriles de petróleo que bombean.
El gráfico de arriba, tomado la edición de 13 de diciembre de The
Wall Street Journal revela cuánto dinero ha estado perdiendo la
industria del fracking en comparación
con el petróleo tradicional, mientras que los CEOs como Harold Hamm estaban amasando
miles de millones en su fortuna personal. La industria petrolífera del fracking solo generó un flujo de
efectivo positivo bombeando petróleo durante un breve período en los últimos
siete años.
Poco después de que el presidente Trump firmara la nueva ley de
impuestos, se tomó otras vacaciones en Mar-a-Lago, donde, según
la prensa, dijo a los asistentes: «Todos ustedes se han hecho mucho más
ricos».
Un raro momento de honestidad del Presidente. Y aunque no estaba
hablando específicamente con los CEOs del petróleo de lutitas, seguro que
recibieron el mensaje alto y claro. © Manuel Peinado Lorca. @mpeinadolorca.