Los dodos (Raphus
cucullatus) eran nativos de Mauricio, una isla situada en el océano Índico unos
900 km al este de Madagascar. El dodo, así como otras aves del océano Índico,
entre ellas el solitario
de la isla Rodrigues, estaba relacionado con las palomas que habían dejado
de volar para volverse terrestres. Su extinción a finales del siglo XVII, lo
convirtieron en el arquetipo de especie extinta por los seres humanos.
Aunque los portugueses estuvieron en Mauricio en 1507, los
primeros europeos que anotaron la presencia del gran pájaro fueron unos marinos
holandeses cuando hacían la aguada en 1598. Después de poco más de medio siglo
de marineros hambrientos que los cazaban sin ningún esfuerzo, de pérdida de su
hábitat original y de ratas invasoras, gatos, perros y cerdos introducidos que
se zampaban los huevos de un ave tan confiada que anidaba en el suelo, los
dodos se extinguieron de su isla natal en 1662.
El más conocido de los pocos dodos medianamente conservados es el
llamado “dodo de Oxford”, celosamente conservado en el Museo de Historia
Natural de la Universidad de Oxford, que al parecer inspiró a Lewis Carroll la
creación del personaje de Alicia
en el país de las maravillas (1865). Durante años, los responsables del
museo pensaron que el espécimen era el mismo pájaro que fue traído vivo a
Londres en 1638. Dicen las crónicas que este famoso dodo era un espectáculo muy
popular y que la gente pagaba para verlo y darle de comer. Luego, dice la
leyenda, el dodo murió de muerte natural. Sus restos fueron adquiridos por el
naturalista inglés John Tradescant
el Viejo, cuya familia proporcionó la colección fundadora de los museos de
la Universidad de Oxford.
Por lo menos eso se creía hasta ahora, porque el pasado
20 de abril Paul Smith, director del museo, anunció el punto y final de la
bonita historia: el famoso dodo había sido brutalmente asesinado a sangre fría
(el
anuncio de Smith y las imágenes asociadas con la investigación pueden verse en este breve vídeo). Es un capítulo más de la curiosidad científica que hace años puso su foco sobre
el célebre plumífero.
Reconstrucción mediante micro-TC de la parte anterior y el pico del dodo de Oxford. Imagen: WMG, University of Warwick. |
El dodo de Oxford es el único espécimen en el mundo que conserva
piel y otros tejidos blandos con ADN extraíble. En un estudio de 2002 publicado en la
revista Science, los
investigadores examinaron el ADN y descubrieron que el ave era una paloma
gigante no voladora cuyo pariente vivo más cercano es la paloma iridiscente de Nicobar
(Caloenas nicobarica). Lo que
deseaban ahora los responsables del museo universitario era indagar los hábitos
alimenticios del animal, que podrían deducirse analizando la anatomía del cráneo
del animal. Los investigadores de Oxford se coordinaron con científicos del
Warwick Manufacturing Group de la Universidad de Warwick, donde el ave fue
escaneada mediante microtomografía computarizada (micro-TC), una técnica que se
descubrió en 2005 y que permite obtener datos anatómicos óseos con gran
precisión.
Los puntos blancos de la imagen de escáner revelan la posición de las postas de plomo en el occipital del dodo. Imagen: WMG, University of Warwick. |
Las imágenes de escáner revelaron marcas extrañas en el cuello del ave y en la parte posterior de la cabeza. Una inspección más detallada descubrió que esas marcas eran pequeñas bolitas de plomo, lo que quiere decir que alguien disparó al dodo desde atrás, tal y como hacían los cazadores con los dodos silvestres, unos animales tan confiados al que los portugueses llamaron «dodo» («estúpido» en el habla coloquial portuguesa) por su torpeza y la facilidad con que podían cazarla. Los dodos habían evolucionado en ausencia de seres humanos, por lo que no veían en ellos ninguna amenaza.
Como, al menos que se sepa, al famoso dodo londinense
nunca le pegaron cuatro tiros, las preguntas inmediatas son: ¿De dónde vino el
dodo de Oxford si no es el mismo que se exhibía en Londres hace más de trescientos
años? ¿Le dispararon en el Reino Unido o en Mauricio? ¿Cómo llegó el dodo
fusilado a la colección de Tradescant?
Y el misterio se hace aún mayor cuando se lanza la
inevitable pregunta: ¿Quién demonios mató al dodo? © Manuel Peinado Lorca. @mpeinadolorca.