“¡Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos!”, dicen
que dijo el dictador Porfirio Díaz, aunque en realidad fue escrita por Nemesio
García Naranjo, intelectual de Monterrey. Viajo a menudo a México, una tierra
que amo. Es un gran país, con una naturaleza maravillosa y un poderío
intelectual y creativo tremendo. Cuadruplica la extensión de España, posee más
de 120 millones de habitantes y su PIB (producto interior bruto) es el
decimoquinto del ranking mundial, pero esa gran locomotora corre el peligro de
descarrilar por el acoso del crimen organizado y el agotamiento de la que fue
una de sus mayores fuentes de ingresos, el petróleo.
Del crimen organizado se escribe mucho: en 2017 se registraron 29.168
muertes violentas, la cifra más alta desde que empezaron a publicar el número
de homicidios hace 20 años. De hecho, han superado al anterior año más
sangriento, 2011, por 6.600 cadáveres. Estos pavorosos números suponen más de
80 asesinatos al día. A los que hay que añadir secuestros y otros crímenes. Es
el infierno. Un infierno que se complica aún más por algo de los que escribe
menos: el petróleo, que fue en su momento la gran riqueza nacional, amenaza con
estrangular la economía del país.
La situación en la industria petrolera mexicana continúa
desintegrándose rápidamente debido a que la caída de la producción y al aumento
de sus costes provocaron una pérdida para la petrolera estatal PEMEX de 18.000
millones de dólares en el cuarto trimestre de 2017. En buena medida, la razón
de la gran pérdida financiera de PEMEX fue la caída en el valor del peso
mexicano. Si bien los costes de PEMEX son en pesos, vende petróleo crudo y
compra productos petrolíferos en dólares. Como el peso mexicano se depreció un
8% frente al dólar, eso supuso una gran presión sobre los balances financieros
de fin de año de la compañía.
En cualquier caso, la producción de petróleo mexicana continúa cayendo
debido a la disminución natural de los recursos que conducen inexorablemente a
su agotamiento. A medida que la producción de petróleo se desploma, las
exportaciones netas de petróleo también han disminuido significativamente, lo
que se traduce en menores ingresos para PEMEX. Según la BP Statistical Review de 2017 (Figura 1), las exportaciones netas de petróleo
de México alcanzaron un mínimo de 587.000 barriles diarios (bd) en 2016, muy por
debajo de los máximos de 1.867.000 bd en 2004.
Aunque la producción de petróleo de México disminuyó desde su pico de
2004, su consumo interno se ha mantenido básicamente estable, lo que significa
que las exportaciones netas de petróleo de México se han reducido en más de dos
tercios en solo doce años. Desgraciadamente para México, parece que su
producción de petróleo disminuirá otro 10% cuando se cierre el ejercicio de
2017. La caída de las exportaciones netas de petróleo es una sentencia de
muerte para el gobierno mexicano, porque recibe gran parte de sus ingresos de
PEMEX.
Estados Unidos ha importado una gran cantidad de petróleo de México en
las últimas tres décadas. Sin embargo, la situación ha ido cambiando en los
últimos dos años cuando México pasó de ser un exportador neto a ser un
importador neto de petróleo crudo y productos derivados del petróleo estadounidenses
(Figura 2). Esa es una noticia terrible para PEMEX y para la economía mexicana.
Mientras Estados Unidos puede imprimir dólares a su antojo, ya que sigue siendo
la moneda de reserva mundial, México no puede permitirse el mismo lujo.
El
balance financiero de PEMEX del último trimestre de 2017 (Tabla 1) muestra
que la petrolera sufrió una pérdida de ingresos netos de casi 18.000 millones de
dólares en el cuarto trimestre de 2017. Y no solo la pérdida de ventas de PEMEX
aumentó significativamente, sino que también sufrió una pérdida de 7.600
millones debido a la depreciación del peso.
La Tabla 2, obtenida del
mismo informe, muestra el flujo de caja de PEMEX. Hay dos puntos destacados
importantes en esa tabla. El gasto por intereses de PEMEX fue de 5.900 millones
de dólares en 2017. El gasto neto por intereses total fue de 5.400 millones. Eso
es mucho dinero solo para pagar a quienes tienen su deuda. La segunda cifra
importante es que el flujo de efectivo de las operaciones de 2.900 millones fue
menor a los 4.300 millones en gastos de capital. PEMEX gastó 1.400 millones más
de dólares en la producción de petróleo y gas de lo que recibió por las ventas.
Su flujo de caja libre negativo y otros elementos llevaron la deuda a largo
plazo de PEMEX a un récord de 95.000 millones de dólares en 2017.
Cuanta más deuda PEMEX agregue a su balance general, mayor será su
gasto por intereses anual. Y, para empeorar las cosas, la producción petrolera
de México seguirá disminuyendo justo en el momento en que su deuda sube. Será
imposible que PEMEX pague su deuda, por lo que es lógico suponer que la
compañía petrolera estatal irá probablemente a la quiebra causando con ello dificultades
extremas para el gobierno y la economía mexicanos.
No estoy señalando a PEMEX o la producción de petróleo de México como un
caso único en la industria petrolera mundial. Todas las compañías petroleras
públicas y estatales se arruinarán: es solo cuestión de tiempo. Las industrias
petroleras estadounidenses y mundiales están en serios problemas. Si bien estos
problemas no afectarán al mundo este año o el próximo, se convertirán en un
desastre en la próxima década. © Manuel Peinado Lorca.@mpeinadolorca.