"Mira a las estrellas y no a tus pies", es el lema del Twitter con el que la Universidad de Cambridge anunció la muerte del profesor Hawking |
Stephen Hawking, el físico que explicó el universo desde una silla de
ruedas y acercó las estrellas a millones de personas alrededor del mundo, el
hombre que encandiló tanto a los científicos como al común de las gentes, murió
el mismo día (14 de marzo) en que nació Albert Einstein y en el “Día Pi”, en el
que científicos de todo el mundo conmemoran la aproximación de tres dígitos (3,14)
de π (pi), la relación entre la longitud de una circunferencia y su diámetro en
geometría euclidiana, una de las constantes matemáticas más importantes.
Stephen William Hawking, nacido en Oxford el 8 de enero de 1942, era el
primogénito del prestigioso biólogo Frank Hawking y de Isobel Walker, quienes se
trasladaron a la ciudad universitaria buscando una mayor seguridad para la
gestación del primero de sus cuatro hijos, ya que Londres estaba siendo bombardeada
por la Luftwaffe. Stephen fue un estudiante mediocre pero su brillantez intelectual
era reconocida por sus compañeros que lo apodaron "Einstein" por su
facilidad para comprender la ciencia. Se matriculó en Matemáticas y Física en
Oxford en 1959, unos estudios que encontró tan fáciles que, según él mismo
calculó, sacó adelante con solo mil horas de estudio: una al día.
Después de graduarse en Oxford en 1962, hizo sus estudios de posgrado
en el Trinity Hall de Cambridge. Obtuvo su doctorado en Física en Cambridge en 1966
a pesar de que a pesar de que al poco de llegar a Cambridge, recién cumplidos
los 21, comenzó a desarrollar síntomas de Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA),
un tipo de enfermedad motoneuronal progresiva que finalmente le impidió mover
sus extremidades y hablar sin ayuda de un computador.
Decía Niels Bohr, Premio Nobel de Física de 1922, que quien después de
oír una explicación acerca de lo qué es la Física Cuántica manifestara haberla
comprendido, es porque no había entendido nada. Otro tanto podría decirse de la
obra científica de Hawking, lo que no impidió que fuera probablemente el
científico vivo más conocido del mundo, una figura pública popular y querida. Y
es que mientras que la labor de otros prestigiosos científicos transcurre en la
sombra, la enfermedad catapultó a Hawking a la categoría de figura de culto
para el gran público. A su enorme popularidad contribuyó también su idea de que
la ciencia descubriría algún día “la teoría del todo”, una frase que el
director James Marsh utilizó como el título de una película biográfica, con la
que ganó un Oscar Eddie Redmayne, el actor que interpretó a Hawking.
Según Leonard Mlodinow, un físico y divulgador científico del Instituto
de Tecnología de California, el superventas de Hawking Una breve historia del tiempo, del
Big Bang a los agujeros negros (1988),
convertido en el libro de ciencia más vendido de la historia, era probablemente
el libro menos leído y más comprado jamás. Su popularidad no fue en absoluto ajena
al aforismo humorístico con el que él mismo definió su aceptación como
personaje público: “Nadie puede resistirse a la idea de un genio tullido".
Hawking, era un físico teórico cuyo trabajo inicial sobre los agujeros
negros transformó la manera en que los científicos piensan sobre la naturaleza
del universo. Antes de Hawking, los físicos pensaban que la inmensa gravedad de
un agujero negro atraería todo y nada podría escapar. Pero al combinar en 1976 por
primera vez la mecánica cuántica y la teoría de la relatividad, el joven
Hawking –que cumplía entonces 34 primaveras- mostró algo asombroso: que, al
menos teóricamente, algún tipo de partícula tenía que desafiar lo que los
físicos esperaban de la gravedad y escapar de los agujeros negros.
Esa partícula ahora se llama radiación de Hawking y cambió todo el
pensamiento sobre la teoría gravitacional. Lo hizo gracias a que enunció una
fórmula fundamental, al estilo de la einsteniana ecuación fundamental de la
relatividad (E=mc2), que Hawking calculó mediante un complicado
análisis matemático realizado mentalmente, sin ayuda de papel y lápiz. La ecuación,
S=A/4, dice que la cantidad de información oculta en un agujero negro, que los
físicos llaman entropía y denotan con la letra S, es igual al área del borde
exterior de agujero dividido por cuatro.
Hoy, cientos de físicos teóricos en todo el mundo tratan de elucidar
las consecuencias últimas de esta expresión, que, en palabras del investigador
del CSIC José Luis Fernández Barbón, relaciona dos mundos separados: la
información y la geometría, el lenguaje de la física del nuevo milenio. Quizás,
como escribió Hawking en Una breve
historia del tiempo, encontrar la respuesta a eso sería el gran triunfo de
la razón humana, porque entonces conoceríamos la mente de Dios. © Manuel
Peinado Lorca. @mpeinadolorca.