Flor de Thismia rodwayi. Foto. |
Por lo general, y tal como nos enseñaron en la escuela, las plantas con
flores (angiospermas) son capaces de alimentarse por sí solas mediante la
fotosíntesis, es decir, mediante la captación de los fotones lumínicos por un
pigmento especializado, la clorofila, cuyo color verde tiñe las partes
vegetativas (tallos y hojas) de las plantas que la poseen. Toda regla, y más en
la naturaleza, tiene sus excepciones y así, aunque la mayoría de las angiospermas
son autótrofas, es decir, capaces de realizar la fotosíntesis, unos cientos de
ellas son heterótrofas, lo que quiere decir que necesitan obtener sus
nutrientes desde otras fuentes orgánicas.
Hasta hace pocos años se creía, de un modo erróneo, que las plantas que
no realizan la fotosíntesis conseguían sus nutrientes directamente de la
materia orgánica de una manera saprofítica, similar a la que utilizan los
hongos que descomponen lo restos de otros organismos. Tales plantas, por lo
tanto, fueron llamadas «saprófitas». Ahora se sabe que esas plantas no son
capaces de la absorción y digestión directa de la materia orgánica, y que para
conseguir el alimento deben recurrir al parasitismo. El parasitismo puede ser
directo (cuando parasitan directamente a otras plantas) o indirecto. En este
caso, que practican las llamadas micoheterótrofas (micos significa hongo en griego), las plantas se valen de los
hongos, a los que parasitan para obtener sus nutrientes, mientras que estos, a
su vez, obtienen los suyos parasitando otras plantas o descomponiendo sus
restos.
Sarcodes sanguinea. Foto |
La relación entre la planta y sus socios fúngicos se establece entre
las raíces de la planta y el micelio del hongo. Las micoheterótrofas, por
tanto, se pueden considerar como epiparásitas, puesto que toman la energía de
los hongos, los cuales, a su vez, la consiguen de otras plantas vasculares. De
hecho, muchos micoheterótrofos se encuentran en un entramado micorrícico, en el
que las plantas utilizan las micorrizas del hongo para el intercambio de dióxido
de carbono y nutrientes. En estos sistemas, los micoheterótrofos juegan el
papel de «explotadores micorrizales», tomando los nutrientes de las micorrizas
comunes, pero sin dar nada en contrapartida.
Existen alrededor de 400 especies de plantas micoheterótrofas obligadas, que se distribuyen en cerca de 90
géneros, y casi 20.000 especies micoheterótrofas
facultativas, o sea, que dependen de un hongo para sobrevivir al menos en
los estados iniciales de crecimiento, como por ejemplo las orquídeas. Casi todos
los años se describen nuevas especies micoheterótrofas, sobre todo en los
trópicos, porque en las latitudes extratropicales –cuya flora se conoce mejor-
parece que las plantas que parasitan a hongos son conocidas desde muy antiguo.
Entre ellas se cuentan los arbustos ericáceos de los bosques boreales
pertenecientes a la tribu Pyroleae, como Chimaphila
umbellata, Orthilia secunda, Pyrola chlorantha, P. rotundifolia y Sarcodes sanguinea.
El pasado mes de enero, en la
revista neozelandesa Phytotaxa, dos
botánicos tailandeses han descrito una nueva especie de planta micoheterotrófica,
Thismia thaithongiana, cuyo hábitat
se separa mucho del habitual en otras especies de la familia Thismiaceae a la
que pertenecen. Las tismiáceas son una familia de plantas monocotiledóneas,
pequeñas y raras, tropicales y subtropicales de todo el mundo. Son hierbas sin
clorofila, cuyos tallos subterráneos pasan desapercibidos pero que se reconocen
durante la antesis por sus características flores.
Thismia thaithongiana. A, planta en su ambiente natural, en las calizas de Doi Hua Mot, Umphang, Tailandia. B, plantas con sus tallos subterráneos. C, flor inmadura. D, vista cenital de la flor. E, F, vistas laterales de las flores. G, sección longitudinal de la flor. Foto. |
Las flores son usualmente solitarias y terminales, sin diferenciación
entre pétalos y sépalos, como es habitual entre las monocotiledóneas, cuyas
piezas florales se denominan tépalos. En las tismiáceas, los tépalos externos
son muchas veces bastante diferentes de los internos; hay un anillo rodeando la
amplia garganta; los estambres forman un cono en el centro de la flor, y el
ovario es ínfero. Las flores tienen una textura blanda, gelatinosa, y, en general,
recuerdan a pequeños hongos, como sucede con T. thaithongiana que aparece en la composición fotográfica de arriba, que se
explica mejor con la iconografía de la lámina y con la descripción con las que
finalizo este artículo.
El género Thismia, con más de
60 especies descritas, es el más amplio de la familia tismiáceas, y está
ampliamente distribuido en las regiones tropicales y subtropicales del sureste
de Asia, sobre todo en la península malaya, Sumatra, Java, Borneo, Tailandia y
Vietnam. Los miembros del género son pequeñas hierbas micoheterotróficas que por
lo general crecen sobre hojarasca en descomposición a la sombra de bosques
tropicales húmedos. Lo que distingue a T.
thaithongiana del resto sus congéneres es que vive en bosques abiertos y
secos, directamente sobre sustratos calcáreos, aunque su floración está directamente
ligada a las lluvias tardías de septiembre-octubre que mantienen húmedo el
horizonte superior del suelo. ©Manuel Peinado Lorca. @mpeinadolorca.
Thismia thaithongiana. A, B, plantas con flores. C, vista cenital de la flor. D, sección longitudinal de la flor. E, vista interior (adaxial) de tres estambres péndulos. F, stigma y estilo. Lámina dibujada a partir del holótipo de la especie. Lámina. |
Descripción de Thismia thaithongiana: Hierbas terrestres, sin clorofila, micoheterotróficas. Tallos subterráneos agrupados, horizontales, vermiformes, ramificados, de hasta 1,2 mm de diámetro, blanquecinos cuando son jóvenes, de color pardo cuando están viejas. Tallos aéreos erectos, de menos de 2 mm de largo. Hojas glabras, blanquecinas, escamosas, de estrechamente triangulares a ovadas, 1,5-5.0 × 1,2-3.5 mm, ápice de obtuso a agudo; las hojas más grandes se sitúan justo debajo de la flor. Entre dos y tres brácteas involucrales, blancas, similares a las hojas superiores. Flores solitarias o apareadas, a veces varias agrupadas en un rizoma, pubescentes, de color verdeazulado en el ápice, blanquecinas en la base. Perianto actinomórfico con 6 tépalos fusionados para formar un tubo periántico a modo de capucha mitriforme. Tubo periántico urceolado, estrechado justo encima del ovario, más ancho en el tercio superior, blanquecino, a veces con 12 rayas verticales verdeazuladas en la parte superior; superficie interna en cuyo ápice hay un anillo ancho, prominente, verdeazulado. Tres tépalos exteriores verdeazulados, triangulares, 1,5-3× 3-4.5 de ancho en la base, terminados por apéndices en forma de cuerno; cada apéndice de 2-4.5 mm de largo, pubescente. Tépalos internos 3, verdeazulados, connados en la parte superior en forma de mitra, con un apéndice en forma de cuerno pubescente que se desarrolla desde la costilla central de la superficie externa de cada uno, cuya longitud es de 2-4 mm; la mitra presenta tres aberturas laterales, de 2,5-4,5 mm de diámetro. Anillo interior verdeazulado, de 2,5-3,5 mm de diámetro, glabro. Estambres 6, péndulos debajo de la boca del anillo, verdeazulados en la base, blanco-cremoso a rosado en el ápice; filamentos glabros, libres, ca. 1 mm de largo; estambres lateralmente connatos, formando un tubo con sus anteras; estambres individuales espatulados, con 4 tecas (dehiscencia abaxial, hacia la superficie interna del tubo periántico. Ovario ínfero, en forma de copa, 3,0-4,5 mm de largo, pubescente, unilocular, placentas 3; estilo ca. 1 mm de longitud; estigma trilobulado, ca. 1,2 mm de largo, blanco cremoso, superficie casi entera; lóbulos de estigmas triangulares o lanceolados, peludos. Fruto maduro y semillas no observadas. Traducida de la descripción original.