Reconstrución artítica de un bosque de cladoxilópsidos del Devónico. Fuente. |
Imagina un mundo sin árboles, y luego intenta pensar en los cambios que
tendrían que ocurrir para que los primeros árboles evolucionen a partir de las
pequeñas plantas primitivas que les precedieron. Se estima que toda esta
transición ocurrió hace 390-380 millones de años, en el Devónico Medio.
Un equipo de investigadores chinos del Instituto de Nanjing de Geología
y Paleontología ha descubierto varios fósiles perfectamente conservados de los
primeros árboles del mundo, los cladoxilópsidos, en una remota región de China.
Incluidos en una clase propia, Cladoxylopsida, estos pteridófitos precursores
de los actuales helechos y equisetos, que vivieron hace entre 393 millones y
372 millones de años, alcanzaban hasta 12 metros de altura y poseían troncos esbeltos
coronados por un penacho de ramas erectas que los asemejaban vagamente a las
palmeras modernas. Pero la mayor sorpresa es cómo lograron crecer hasta adoptar
el porte arbóreo.
Los árboles actuales crecen en grosor de un modo relativamente simple.
El tronco es un solo eje cilíndrico formado por cientos de fibras leñosas
huecas que conforman un anillo, el xilema, encargado de conducir el agua desde
las raíces hasta las ramas y las hojas. El nuevo xilema crece en anillos en la
periferia del tronco justo debajo de la corteza, agregando cada año circunferencias
para que el árbol pueda crecer. De esta forma, se originan los característicos
anillos de crecimiento que parecen en las secciones transversales de los
troncos de los árboles.
Sin embargo, no es así como crecieron los antiguos cladoxilópsidos. A
pesar de que estos fósiles se encontraron por primera vez en la década de 1850,
la interpretación de su anatomía ha sido muy confusa durante décadas. Pero
durante la década de 2000 se tuvieron grandes éxitos en la reconstrucción de cladoxilópsidos
devónicos, que culminó en una serie de descubrimientos extraordinarios de
árboles completos o casi completos en Escocia, Gilboa, Nueva York y Alemania.
Dos especímenes descubiertos en un desierto en la provincia
noroccidental china de Xinjiang en 2012 aparecieron notablemente bien
conservados. Eso se debe a que se sometieron a un proceso en el que la sílice,
probablemente emitida por un volcán cercano, saturó el árbol y salvaguardó la
forma de la estructura interna de la madera a medida que se descomponía,
preservando su estructura celular tridimensional.
Las piezas fosilizadas de la base de un árbol de 374 millones de años revelan un núcleo hueco rodeado de numerosos haces de fibras leñosas lde xilema (las manchas negras más grandes), con tejido blando (en gris) en medio. Los puntos negros más pequeños son raíces. Fuente. |
Los fósiles revelan que, a diferencia de los árboles modernos con un
solo cilindro, los cladoxilópsidos tenían columnas de xilema múltiples espaciadas
alrededor del perímetro de un tronco hueco. Una red de fibras entrecruzadas
conectaba el xilema vertical extendiéndose por un tejido parenquimático blando que
llenaba los espacios entre todos esos filamentos. El crecimiento se lograba
añadiendo anillos alrededor de cada una de las columnas de xilema, mientras que
el volumen creciente de parénquima obligaba a los filamentos a expandirse.
Ese crecimiento en grosor expandía la circunferencia del tronco y
permitía un árbol más alto, pero también dividía el esqueleto del xilema del
árbol, lo que requería que el árbol se autorreparara continuamente. El peso del
árbol hacía que el tejido en la base del tronco estuviera abultado. En el más
grande de los dos troncos fósiles, por encima del abultamiento, el xilema y el
tejido blando ocupaban un anillo de unos 50 centímetros de diámetro y 5
centímetros de grosor, al tiempo que unas raíces externas formaban el resto del
tronco del árbol que tenía unos 70 centímetros de diámetro.
Esta estrategia de crecimiento no se ha visto en ningún otro árbol en
la historia de la Tierra, dice Xu Hong-He, un paleontólogo del Instituto de Nanjing
en China que descubrió los troncos de los árboles fosilizados y primer firmante
del artículo publicado
el pasado 24 de octubre en la revista PNAS en el que se da cuenta del
descubrimiento. No obstante, este modo de crecimiento indeterminado, a pesar de
tener algunas características únicas, se asemeja al crecimiento secundario en
grosor de algunas monocotiledóneas como las palmáceas.
Los cladoxilópsidos son particularmente importantes porque dominaron la
Tierra durante el Devónico (hace entre 419 y 358 millones de años). Formaron
los primeros bosques y jugaron un papel clave en la absorción de dióxido de
carbono de la atmósfera. También agregaron oxígeno a la atmósfera, afectando el
clima e influyendo en las condiciones que fomentaron la aparición de otras formas
de vida. A pesar de su papel crítico inicial en la evolución de la vida en la
Tierra, no tienen descendientes modernos. Desaparecieron al final del período
Devónico, tal vez porque quedaron a la sombra de árboles más altos y robustos,
o porque las cambiantes condiciones ambientales pudieron haber favorecido a Archaeopteris, los antepasados de los
árboles modernos que aparecieron hace 385 millones de años.
El nuevo estudio es un paso importante para resolver varios de los misterios
sobre la Tierra primitiva, porque para comprender el papel de los
cladoxilopsidos en el pasado de nuestro planeta, es esencial saber cómo estaban
construidos. ©Manuel
Peinado Lorca. @mpeinadolorca