Mientras que los principales medios
de comunicación continúan propagando que el avance tecnológico traerá consigo
suministros de combustibles fósiles cada vez más abundantes, la industria se automedica
para mantenerse viva. La disminución de las reservas de petróleo y de las
inversiones en el sector, y el aumento de los costes financieros asociados a la
explotación, son los factores que están diezmando la que parecía ser una
inagotable mina de oro negro. La burbuja comenzó a desinflarse en 2014 y sigue haciéndolo.