Figura 1. Reconstrucción de Umaltolepis mongoliensis que muestra cuatro
estructuras portadoras de semillas y hojas de Pseudotorellia resinosa (Peltaspermales). Nótese que las tres cúpulas
portadoras de semillas se han dividido en cuatro lóbulos por la que se
liberarían las semillas. Las semillas (derecha) probablemente fueron
membranosas y dispersadas por el viento. Falta una de las cúpulas (se supone
que desprendida naturalmente) para dejar ver el pedúnculo, el reborde y la
columna unidos al braquiblasto. La mayoría, probablemente todas, de las
pequeñas manchas oscuras de las hojas son restos de estromas fúngicos. Imagen.
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A pesar de su predominio actual en todo tipo
de ecosistemas terrestres, la historia evolutiva de los principales linajes de plantas
con semillas permanece envuelta en el misterio. No tenemos un cuadro completo de
su evolución y diversificación a través del tiempo. Sin embargo, cada vez
aparecen más fósiles que están arrojando alguna luz sobre algunos de esos arcanos
(1,
2).
A eso contribuyen, y mucho, algunos fósiles de plantas increíblemente bien
conservados de Mongolia de los que acabamos de saber gracias a un artículo publicado
en la revista científica PNAS, publicada por la Academia Estadounidense de
Ciencias. En particular, un conjunto de fósiles mongoles sugiere que una parte
del árbol filogenético de las plantas con semillas, la que incluye a Ginkgo biloba y sus parientes cercanos, era
mucho más diversa de lo que se pensaba tanto en sus miembros como en las formas
vitales o biotipos.
Los fósiles en cuestión fueron desenterrados
de la Formación Tevshiin Govi de Mongolia y se remontan al período Cretácico
Temprano, hace unos 100-125 millones de años. La preservación de estos fósiles es
tan notable que permite una comprensión mucho más completa de lo que fueron y
de dónde deben situarse en el árbol filogenético. Los fósiles están
lignificados y han preservado, con extraordinaria nitidez, detalles anatómicos a
una escala tan fina que revelan su estructura general y su función.
El equipo paleobotánico internacional responsable
de su descubrimiento y análisis determinó que en realidad eran cúpulas que
llevaban una semilla de un ginkgófito extinto al que han llamado Umaltolepis. Hallazgos anteriores anatómicamente
mucho menos detallados también habían mencionado esa posibilidad, pero su
exacta relación con el organismo entero nunca había sido tan clara. Estos
nuevos descubrimientos han revelado que las cúpulas (órganos portadores de
semillas), comparables a las de ciertos extintos Peltaspermales y Umkomasiales,
iban dispuestas en el extremo de unos brotes cortos (braquiblastos) muy similares
a los brotes de Ginkgo biloba. Las cúpulas se abrían a lo largo
de cuatro fisuras, lo que daba a la estructura en su conjunto la apariencia de
un paraguas, con una columna central que llevaba una cubierta externa gruesa,
resinosa, de cuatro lóbulos, que se abre desde abajo. Cuatro semillas colgantes
y aladas se unían a la parte superior de la columna y estaban encerradas en la
cúpula.
Figura 3. Imágenes al microscopio óptico y
electrónico de barrido (SEM) de la estructura que soporta las semillas y brotes
de Umaltolepis mongoliensis y hojas
asociadas de Pseudotorellia resinosa
del Cretácico Temprano de Mongolia. (A) Tallo que muestra el pedúnculo y la
columna central (derecha) del órgano que lleva la semilla del holotipo de la
especie mostrando una de las tres semillas aladas disecadas de la cúpula. Cada
semilla alada estaba unida a la parte superior de la columna y completamente
encerrada por ella: véanse los restos de tejido del ala (naranja) unidos a los
bordes de la columna (flecha superior). (B) SEM de la región micropilar de la
segunda semilla alada diseccionada del holotipo que muestra la transición
(flecha) entre el ala y el cuerpo de la semilla que presenta un micrópilo
apical. (C) SEM de la región micropilar de la tercera semilla alada diseccionada
del holótipo que muestra la transición entre el ala y el cuerpo de la semilla:
nótese el micrópilo apical. (D) Cuerpo de semilla aislado y macerado de un
ejemplar que muestra contornos isodiamétricos de células epidérmicas y el micrópilo.
(E) Fragmento de rama que muestra la transición (flecha) entre un braquiblasto
(abajo) y un brote largo (arriba): obsérvense las numerosas escamas de brotes
persistentes y bases foliares en el braquiblasto. (F) Hoja de P. resinosa asociada con las estructuras
portadoras de la semilla de U.
mongoliensis: obsérvense cuatro venas longitudinales dentro de la hoja que
convergen en el ápice foliar y los conductos de resina entre las venas. (G)
Detalle de los braquiblastos de (E) que muestran al menos seis muescas de
crecimiento, cada una de los cuales consiste en un pseudoverticilo de escamas
de yemas persistentes situado debajo, y otro de bases foliares persistentes por
encima. (H) SEM del braquiblasto que muestra tres pseudowhorls de persistentes
triangulares escalas alternando con dos pseudoverticilos de bases foliares
(flecha). (I) Detalle de (F) que muestra la base de la hoja: obsérvese que dos
venas entran en la lámina para luego dicotomizarse, dando lugar a cuatro venas
longitudinales en el limbo foliar. [Barras de escala, 5 mm (A, E, F y G); 2,5
mm (H); 500 \ mu m (B); 200 \ mu m (D); 100 \ mu m (C).] 2.5 mm (H); 500 µm
(B); 200 µm (D); 100 µm (C).] Imagen.
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Las semillas probablemente se dispersaban por
el viento (es decir, eran anemócoras), pero no está completamente claro cómo se
llevaba a cabo la fertilización. Basándose en análisis similares, es muy
probable que esta especie fuera polinizada por el viento, es decir, era
anemófila. Junto a las cúpulas se encontraron hojas extraordinariamente bien
conservadas. Eran largas, planas y muestran los haces vasculares y los conductos
resiníferos con una venación dicótoma similar a los del Ginkgo biloba. En conjunto, estas evidencias apuntan al hecho de
que este grupo, representado actualmente por una sola especie viva, era mucho
más diverso durante el Terciario. Las diferencias en las estructuras portadoras
de semillas y la morfología de las hojas demuestran que los ginkgófitos estaban
experimentando una potente evolución que condujo a una amplia variedad de
caracteres.
Umaltolepis proporciona nuevos datos para
entender las relaciones entre las plantas de semillas vivas y fósiles y apoya
ideas anteriores de que Ginkgo biloba
puede ser la única reliquia superviviente de un grupo, una vez muy diverso, de
plantas de semillas mesozoicas. Peltaspermales y Umkomasiales (corystosperms).
Las similitudes vegetativas de Umaltolepis
con Ginkgo biloba, y las semejanzas
reproductivas con Peltaspermales y Umkomasiales extinguidos, apoyan las ideas
anteriores de que Ginkgo biloba puede
ser el último sobreviviente de un grupo de plantas extintas, varias de las
cuales exhibieron varios grados de protección de sus óvulos.
Los registros de toda Asia muestran que Umaltolepis y sus parientes se
extendieron por todo el continente y probablemente habitaban una gran variedad
de tipos de hábitats. Umaltolepis, en
particular, ocupaba humedales que compartía con otras gimnospermas como los
antiguos miembros de las familias Pinaceae, Cupressaceae y otras coníferas
arcaicas. Como solamente se han encontrado fósiles de diez especies leñosas diferentes, y
teniendo en cuenta que estos sedimentos pantanosos conservaron muchos detalles
sobre esos ecosistemas, el equipo sugiere que la diversidad de plantas leñosas era
sorprendentemente baja. Otras plantas sin semillas encontradas en Tevshiin Govi
incluyen un helecho de la familia Himenophyllaceae y un musgo diminuto, que
eran probablemente epífitos.
Aunque esta nueva especie de Umaltolepis representa sólo un representante
en el panorama general de la evolución de las plantas con semillas, significa,
sin embargo, un paso importante en nuestra comprensión de la evolución de las
plantas. En definitiva, los hallazgos fósiles son siempre ilusionantes. Nos
permiten abrir una ventana hacia el pasado que no sólo es sorprendente sino que
también nos ayuda a entender cómo y por qué la vida cambia como lo hace. ©Manuel
Peinado Lorca. @mpeinadolorca.