Como he destacado en algunas entradas anteriores (1, 2),
la superpoblación y el crecimiento exponencial de la especie humana constituyen
el gran problema ecológico de nuestro tiempo. Un problema que los gobiernos
ocultan porque la economía capitalista está basada en el crecimiento y en el consumo
humanos.
Fuente: Science (11 de julio de 2017) |
Si quiere reducir su huella de carbono [1],
reciclar, prescindir del coche y usar el transporte público está muy bien, pero
para marcar una diferencia verdaderamente importante hay que reducir la
descendencia. Esa es la conclusión de un nuevo estudio en el que los
investigadores examinaron 39 artículos científicos, informes gubernamentales y otros
estudios de calidad contrastada que evalúan las opciones de comportamiento
habitual y modo de vida que cualquier persona puede adoptar para reducir su aportación
personal al calentamiento global.
Muchas de las opciones que se recomiendan habitualmente, como lavar la
ropa con agua fría o cambiar las bombillas incandescentes por LED, tienen un
impacto moderado (véase el gráfico adjunto), según la sección Environmental Research Letters del número de esta semana de la revista Science.
Las cuatro actividades personales que tienen efectos importantes son hacerse vegetariano,
renunciar a los viajes aéreos, abandonar el automóvil y, lo más importante,
tener menos hijos.
Dejar a un lado las carne reduce la huella de carbono de un individuo
en 820 kilogramos de dióxido de carbono (CO2) cada año, unas cuatro
veces la reducción que obtendría reciclando todo lo que pudiera [2].
No realizar un vuelo transatlántico de ida y vuelta cada año reduciría las
emisiones de CO2 de una persona en 1600 kilogramos. Deshacerse del coche
reduciría las emisiones en 2,4 toneladas. Si elige tener un hijo menos en su
familia, una persona recortaría su huella de carbono con unas 58,6 toneladas,
aproximadamente el mismo ahorro de emisiones que tener a casi 700 adolescentes actuales
reciclando tanto como sea posible el resto de sus vidas.
A pesar de la eficacia de esas cuatro medidas, ni los libros de texto ni
los informes gubernamentales, ni los sitios web de la Unión Europea, Estados
Unidos, Canadá o Australia destacan esas opciones, posiblemente porque la
mayoría de ellos requieren profundos cambios en el estilo de vida y un cambio
radical en la economía capitalista.
[1]
La huella de carbono es un indicador ambiental que representa la suma absoluta
de todas las emisiones de gases de efecto invernadero causadas directa o
indirectamente por un individuo, organización, país o producto. Dicho de forma
muy breve, la huella de carbono se puede entender como la marca que se deja
sobre el medio ambiente cada actividad que emite gases de efecto invernadero.
Se expresa en unidades de carbono equivalente (CO2eq).
[2]
Las emisiones generadas por el consumo de carne provienen, en gran parte, de
las grandes cantidades de energía necesarias para cultivar, cosechar y procesar
los cultivos forrajeros.