Si uno piensa en el desnudo de Mena Suvari tumbada sobre un lecho de
pétalos de rosas en American Beauty, morir
en una cama florida puede parecer una buena manera de viajar al valle de Josafat. Si
se lo preguntan a ciertos coleópteros que yacen sobre las flores después de sufrir
una horrible infección por hongos, los animalitos discreparían.
En el número del pasado mayo de la revista Journal of Invertebrate
Pathology tres entomólogos de las universidades de Arkansas en
Fayetteville y de Cornell en Ithaca, Nueva York, han publicado los resultados
de un trabajo de investigación que consistió estudiar una muestra de 446
ejemplares, unos vivos y otros muertos, de los zapateros dorados (Chauliognathus pensylvanicus) que viven
sobre tres especies de asteráceas, Solidago
canadensis, Eupatorium perfoliatum y Symphyotrichum
pilosum.
Un zapatero muerto aferrado a una inflorescencia de Eupatorium perfoliatum. Fuente. |
Los zapateros dorados son unos pequeños escarabajos que se alimentan y
se aparean en las flores, que son también la mortaja de algunos de ellos. Cuando
resultan infestados por el hongo Eryniopsis
lampyridarum (Entomophthoromycotina), los escarabajos se aferran con sus
mandíbulas a una flor y mueren poco después. Horas más tarde y todavía sujetos
a las flores por mecanismos desconocidos, las alas de los escarabajos muertos
se abren como si estuvieran preparadas para volar. Con sus alas levantadas,
estos escarabajos actúan como señuelos que atraen a otros individuos, porque se
ha observado a machos copulando con hembras zombis.
Varios coleópteros zombis. Fuente. |
Los escarabajos se comportan como una persona que, infestada de Sida,
se dedicara a propagarlo por ahí. Imagínense también si, después de llevar
varias horas siendo velado en la capilla ardiente, un cadáver levantara de
repente los brazos y se quedara sentado en el ataúd. Eso es lo que consiguen los
hongos cuando forman sus conjuntos de esporas en conidióforos que se expanden bajo
las alas de los zapateros provocando el levantamiento de los élitros, y dejando expuestas
las esporas listas para contagiar a los desdichados machos que se acercan a
copular con las hembras zombis. © Manuel
Peinado Lorca. @mpeinadolorca.