Pilularia minuta |
Cuando
las lluvias de primavera son lo bastante copiosas como para humedecer las capas
superficiales del suelo y más aún si son capaces de producir charcas efímeras
poco profundas, ha llegado el momento de que algunas plantas minúsculas florezcan
unos pocos días para luego desaparecer durante el resto del año. Un breve recorrido
por la espléndida primavera andaluza me ha permitido encontrar algunos pequeños
tesoros botánicos. Les muestro dos ellos: el helecho acuático Pilularia minuta y la escrofulariácea Linaria tursica.
P. minuta, un miembro liliputiense de la
familia Marsiláceas, es una hierba perenne provista de un rizoma horizontal
delgado, enraizante en los nudos, que se extiende por el subsuelo húmedo. De
los nudos surgen por pares (2-4) unas delicadas hojas (técnicamente debería
llamarlas frondes) filiformes, que miden unos 2-4 cm de largas que, como
carecen de peciolo, se confunden fácilmente con las hojas de pequeñas
gramíneas. Cuando llega el momento de reproducirse, en la base de las hojas produce
unos minúsculos esporocarpos ovoideos (c. 0,75 mm de diámetro), pediculados
(pedículos de 1,5-2 mm, deflexos), ovoideos, densamente pubescentes, de color
castaño, con 2 cámaras y 2 valvas. En los esporocarpos se producen bien megásporas,
una en cada cámara, de las que surgirán
los gametófitos femeninos, o micrósporas, una docena en cada cámara, de
las que surgirán los gametófitos
femeninos. Unos y otros esporulan a finales de primavera.
P. minuta vive en pastizales húmedos en
zonas arcillosas temporalmente encharcadas charcas temporales y en márgenes de
acequias de toda la región Mediterránea occidental. En España es una especie
amenazada, declarada en peligro crítico en la Lista Roja de Andalucía y vulnerable
en la Lista
Roja Nacional de España. Es,
también, un miembro destacado a proteger dentro del programa Lifecharcos, encaminado
a la protección de los organismos que viven en las charcas efímeras de la
cuenca del Mediterráneo.
Linaria tursica, que el mismo año de su
descubrimiento (1977) fue llamada también Linaria
donyanae (dando lugar a una curiosa competición –de la que me ocuparé en la
próxima entrada- entre eminentes botánicos para ser los primeros en bautizar a
la nueva criatura), es un curiosísimo endemismo de los corrales y dunas finas y
semifijas del Parque Nacional de Doñana y sus alrededores onubenses. Aunque los
tallos fértiles pueden alcanzar hasta 15 cm de altura, las poblaciones que
crecían este año en los humedecidos corrales de Doñana eran mucho menores, como
pueden comprobar al compararlos con la moneda de 50 céntimos que aparece en la
fotografía. Fíjense en las preciosas corolas que apenas alcanzan los 5 mm, que
muestran una delicada tonalidad azul-violeta con paladar anaranjado y labio inferior
frecuentemente amarillo, rematado por un espolón nectarífero de apenas
milímetro y medio.
Linaria tursica. Foto de David Melero. |
En
un esquema muy sencillo, podemos diferenciar entre macrohábitats tales como un
bosque, una pradera o un matorral, y microhábitats, lugares, por lo general de
poca extensión, que son ocupados por organismos especializados en la explotación
de los recursos, por lo general limitados, de los lugares en los que prosperan.
Lo que tienen en común esos organismos es que son especialistas muy competentes
en sus propios medios, pero muy poco competitivos frente a otras plantas en
otros medios más favorables (de los que son expulsados por otros organismos más
competitivos) o cuando las condiciones ecológicas de sus respectivos
microhábitats cambian. Esa falta de competitividad hace que los organismos
especialistas en la explotación de microhábitats sean muy vulnerables.
Gratiola amphiantha. Foto. |
Los
ejemplos de P. minuta y L.
tursica me llevan a recordar el hábitat extremadamente original de una
planta, Gratiola amphiantha, que hace
casi veinticinco años tuve la suerte de encontrar en el sureste de Estados
Unidos, y que, como nuestras dos nuevas amigas mediterráneas, también explota
pequeñas charcas efímeras que se forman tras las lluvias primaverales. G. amphiantha extrema su especialización y
ocupa las charcas someras que rellenan oquedades de los granitos la región del
Piedmont de los Apalaches. Si las charcas vernales se consideran efímeras,
entonces las de los granitos son extremadamente fugaces. Cualquier organismo
que se especialice en tales hábitats debe estar preparado para lidiar con
limites ambientales extremos.
Pequeñas charcas en granitos constituyen el hábitat de Gratiola amphiantha. Foto |
Floración de G. amphiantha. Foto |
Cuando
se consideran todos los condicionantes ecológicos, no es de extrañar que esta
planta, como otras tantas que ocupan microhábitats extremos, se encuentren al
borde de la extinción. No hace falta mucho para convertirlos en lugares
totalmente inadecuados para vivir. Protegerlos es bastante difícil. La minería,
la contaminación, la basura e incluso los excursionistas ocasionales pueden
acabar con poblaciones enteras en un instante. Cuando se vive en el filo de la
navaja, la vida está en peligro. En el caso de G. amphiantha, sólo se conocen una treintena de poblaciones
dispersas en Carolina del Sur, Georgia y Alabama.
Vista larga, paso corto, mucho mimo. Cuando camine por los campos durante la luminosa y húmeda primavera, ponga un poco de atención, pise con cuidado como hacía Gulliver, y observe las charcas, por humildes que le parezcan, a una distancia segura.
Bibliografía recomendada (1), (2).
Vista larga, paso corto, mucho mimo. Cuando camine por los campos durante la luminosa y húmeda primavera, ponga un poco de atención, pise con cuidado como hacía Gulliver, y observe las charcas, por humildes que le parezcan, a una distancia segura.
Bibliografía recomendada (1), (2).