Flores de Corallorhiza maculata, una orquídea ectomicorrízica. Fuente. |
Por lo general, se asume que la orquídea es el único socio que resulta
beneficiado (Rasmussen, 2002) y que el beneficio procede de que la orquídea
digiere al hongo. Los considerables recursos que las orquídeas obtienen de los
hongos se demuestran por la presencia de especies que nunca emergen del suelo
(Bougoure et al., 2010) y de géneros que han perdido su capacidad de
obtener carbono a través de la fotosíntesis y son, por tanto,
micoheterotróficos (véase, por ejemplo, Barrett et al., 2010, Motomura et al.,2010, Liebel y Gebauer, 2011, Lee et al., 2015). Además de obtener recursos de
las micorrizas, se sabe que algunas orquídeas son muy específicas en lo que respecta
a los simbiontes micorrízicos que son necesarios para la germinación de sus
semillas (Yam y Arditti, 2009). Los protocormos de todas las orquídeas
requieren hongos para el crecimiento, y las especies micoheterotróficas son
totalmente dependientes de los hongos para el crecimiento y la reproducción (Rasmussen,2002; McCormick et al., 2012). Además, todas las orquídeas interactúan con
hongos en diferentes grados para el crecimiento más allá de la etapa de la
plántula (Girlanda et al., 2011; Stöckel et al., 2014).
Flores de Goodyera repens. Foto. |
Los amantes de las orquídeas silvestres conocen el fenómeno muy bien.
Pueden transcurrir años sin que las orquídeas que en un determinado año
embellecieron un prado o un bosque vuelvan a reaparecer. Y es que las orquídeas
parecen haber dominado el arte de la desaparición temporal. Cuando las
condiciones ambientales son desfavorables, pueden entrar en un estado de
latencia vegetativa subterránea que puede durar varios años hasta que se
recuperen las condiciones adecuadas para que vuelvan a crecer y florecer.
Cómo y por qué se desencadena la latencia ha sido un arcano
incomprensible. Los botánicos están de acuerdo en que el estrés ambiental es un
factor desencadenante, pero ¿qué más provoca que la orquídea entre en latencia?
Según un
artículo publicado en el American Journal of Botany el pasado 6 de enero,
la respuesta está en los hongos.
Isotria medeoloides. Foto. |
El equipo encontró que la abundancia de hongos micorrícicos no sólo se
relaciona con la aparición de la pogonia, sino que también podría ser utilizada
como un bioindicador capaz de predecir la reaparición aérea de las plantas. El
hallazgo tiene implicaciones importantes para la conservación de todas las orquídeas.
No basta simplemente con proteger a las orquídeas, sino que también debemos
proteger a las comunidades de hongos con las que se asocian.
Una investigación como esta destaca la necesidad de un enfoque holístico
de los hábitats cuando se abordan problemas de conservación de especies
amenazadas. La mayoría de las especies son miembros de relaciones simbióticas interdependientes
que no pueden obviarse.
Tanto monta, monta tanto. ©Manuel
Peinado Lorca. @mpeinadolorca.