sábado, 4 de febrero de 2017

Orquídeas de agua: pocas pero hábiles

Inflorescencia de Habenaria repens. Foto
Si se exceptúa la Antártida, donde todo el mundo sabe que hace mucho frío, las orquídeas han conquistado casi todos los continentes. De hecho, parece no haber fin a la diversidad en color, forma y hábito de una de las familias, si no la que más, que cuenta con mayor número de especies entre las Angiospermas: las 25.000 especies conocidas representan el 10% de todas las plantas con flores. Sin embargo, parece que a las orquídeas les ocurre lo que a los gatos, que huyen del agua. Pocas de ellas han sido capaces de conquistar el medio acuático, o, para ser más exactos, semiacuático. Que se sepa, solamente hay tres especies de orquídeas que sean capaces de vivir medio sumergidas en el agua. Las tres son americanas y con una de ellas, a la que, por el aspecto de sus flores, llaman por allí water spider” o “araña de agua”, tuve la suerte de tropezarme hace algunos años cuando me daba un garbeo por los Everglades de Florida.
El género Habenaria, de distribución cosmopolita, es uno de los más ricos en especies: unas ochocientas. H. repens, comúnmente conocida como “araña de agua”, vive en los humedales tropicales desde Carolina del Norte al sur de Florida y al oeste al sureste de Arkansas y Texas. Además, crece también en Indias Occidentales, Centroamérica y México. Aunque siempre prefiere zonas húmedas, no es una planta exclusivamente semiacuática, pues vive perfectamente en medios terrestres siempre que el suelo mantenga una humedad alta.
Pontederia cordata
Tiene una gran capacidad de reproducción vegetativa mediante propagación de sus raíces tuberosas y de ahí que cuando crece tiende a formar tapices semiflotantes compuestos exclusivamente por ella. Donde la encontré, convivía con dos plantas típicamente acuáticas, Pontederia cordata y Sagittaria latifolia, a la que los escasos seminolas que pululan por Florida llaman “patata de pato”, debido a que sus raíces producen tubérculos parecidos a las papas que son comestibles previa cocción. Quienes los han probado dicen que saben a eso, a patatas.
Flora de H. repens. Foto
H. repens produce unas cuantas hojas (en la población que yo encontré tenían entre tres y ocho), de color verde amarillento que se reducen en tamaño gradualmente hacia la inflorescencia. La inflorescencia tiene 10-50 flores dispuestas en un racimo muy denso. Los tépalos externos son de color verde claro y los internos y el labelo de color blanco verdoso. El labelo es lobulado con un espolón de unos diez milímetros de longitud. Las flores son caso aparte. Como son relativamente pequeñas y verdes pasan desapercibidas a los ocelos de los insectos, así que las arañas de agua los atraen por el olor fuerte a vainilla que emite de noche y que atrae a las mariposas nocturnas como la miel a las abejas. Y las visitantes, además de polinizar, no se van de vacío: el largo espolón de la araña de agua contiene en su interior un azucarado y nutritivo néctar. Claro que, para acceder a él, hay que estar dotado de la larga espiritrompa de los lepidópteros.
Sagittaria latifolia
Vivir en hábitats acuáticos trae consigo no pocos desafíos. Uno de ellas es la exposición a un conjunto de herbívoros acuáticos. A los cangrejos de río de Florida (Procambarus clarkii [1]) les encanta comer hierbas acuáticas, así que H. repens ha elaborado una interesante estrategia de defensa química única entre las orquídeas. Produce habenariol, un compuesto fenólico de propiedades antioxidantes que tiene el mirífico efecto de poner a los crustáceos pies en polvorosa. Otro desafío no menos importante es buscarse un socio en el mundo de los hongos, pues es sabido que las orquídeas, como los miembros de la Benemérita, siempre van por parejas: una orquídea y su simbionte fúngico, sin el cual aquella no puede ni siquiera germinar.
Como hay pocos investigadores y menos dinero para investigar, la verdad es que se ha avanzado muy poco en conocer al hongo que colabora con la araña de agua para que esta pueda germinar primero y sobrevivir después. Al menos un experimento ha sido capaz de demostrar que nuestra amiga es capaz de asociarse con hongos aislados en orquídeas terrestres, lo que sugiere que, en lo que a simbiontes se refiere, esta orquídea no hace ascos.
Eso sí, como investigar sobre el cambio climático está muy de moda y hay algunos que afeitan un huevo y sacan pelo, la araña de agua y algunas congéneres se han utilizado ventajosamente para simular los efectos del calentamiento global en ecosistemas acuáticos. Con eso los dejo.




[i] Sí, es el conocido en España como cangrejo americano, un invasor que en la Península Ibérica ha desplazado en muchísimos cursos de agua al cangrejo de río ibérico Austropotamobius pallipes lusitanicus, el cual, dicho sea de paso, de ibérico no tiene nada, habida cuenta de que se introdujo en nuestros ríos en tiempos de Felipe II, así que el tantas veces maldecido cangrejo americano lo único que ha hecho es darle al rival su propia medicina.