Inflorescencia de Habenaria repens. Foto |
Si se exceptúa la Antártida, donde todo el mundo sabe que hace mucho frío, las orquídeas han conquistado casi todos los continentes. De hecho, parece no haber fin a la diversidad en
color, forma y hábito de una de las familias, si no la que más, que cuenta con
mayor número de especies entre las Angiospermas: las 25.000 especies conocidas representan el 10% de todas las plantas con flores. Sin embargo,
parece que a las orquídeas les ocurre lo que a los gatos, que huyen del agua.
Pocas de ellas han sido capaces de conquistar el medio acuático, o, para ser
más exactos, semiacuático. Que se sepa, solamente hay tres especies de
orquídeas que sean capaces de vivir medio sumergidas en el agua. Las tres son
americanas y con una de ellas, a la que, por el aspecto de sus flores, llaman por allí “water spider” o “araña de agua”, tuve la suerte de tropezarme hace
algunos años cuando me daba un garbeo por los Everglades de Florida.
El género Habenaria, de
distribución cosmopolita, es uno de los más ricos en especies: unas
ochocientas. H. repens, comúnmente
conocida como “araña de agua”, vive en los humedales tropicales desde Carolina
del Norte al sur de Florida y al oeste al sureste de Arkansas y Texas. Además,
crece también en Indias Occidentales, Centroamérica y México. Aunque siempre
prefiere zonas húmedas, no es una planta exclusivamente semiacuática, pues vive
perfectamente en medios terrestres siempre que el suelo mantenga una humedad
alta.
Pontederia cordata |
Tiene una gran capacidad de reproducción vegetativa mediante propagación
de sus raíces tuberosas y de ahí que cuando crece tiende a formar tapices
semiflotantes compuestos exclusivamente por ella. Donde la encontré, convivía
con dos plantas típicamente acuáticas, Pontederia
cordata y Sagittaria latifolia, a
la que los escasos seminolas que pululan por Florida llaman “patata de pato”,
debido a que sus raíces producen tubérculos parecidos a las papas que son
comestibles previa cocción. Quienes los han probado dicen que saben a eso, a
patatas.
Flora de H. repens. Foto. |
H. repens produce unas cuantas hojas (en la población que yo encontré tenían
entre tres y ocho), de color verde amarillento que se reducen en tamaño gradualmente
hacia la inflorescencia. La inflorescencia tiene 10-50 flores dispuestas en un racimo
muy denso. Los tépalos externos son de color verde claro y los internos y el
labelo de color blanco verdoso. El labelo es lobulado con un espolón de unos
diez milímetros de longitud. Las flores son caso aparte. Como son relativamente
pequeñas y verdes pasan desapercibidas a los ocelos de los insectos, así que
las arañas de agua los atraen por el olor fuerte a vainilla que emite de noche
y que atrae a las mariposas nocturnas como la miel a las abejas. Y las visitantes,
además de polinizar, no se van de vacío: el largo espolón de la araña de agua
contiene en su interior un azucarado y nutritivo néctar. Claro que, para
acceder a él, hay que estar dotado de la larga espiritrompa de los lepidópteros.
Sagittaria latifolia |
Vivir en hábitats acuáticos trae consigo no pocos desafíos. Uno de
ellas es la exposición a un conjunto de herbívoros acuáticos. A los cangrejos
de río de Florida (Procambarus clarkii [1])
les encanta comer hierbas acuáticas, así que H. repens ha elaborado una interesante estrategia de defensa química
única entre las orquídeas. Produce habenariol,
un compuesto fenólico de propiedades
antioxidantes que tiene el mirífico efecto de poner a los crustáceos pies
en polvorosa. Otro desafío no menos importante es buscarse un socio en el mundo
de los hongos, pues es sabido que las orquídeas, como los miembros de la
Benemérita, siempre van por parejas: una orquídea y su simbionte fúngico, sin
el cual aquella no puede ni siquiera germinar.
Como hay pocos investigadores y menos dinero para investigar, la verdad
es que se ha avanzado muy poco en conocer al hongo que colabora con la araña de
agua para que esta pueda germinar primero y sobrevivir después. Al menos
un experimento ha sido capaz de demostrar que nuestra amiga es capaz de
asociarse con hongos aislados en orquídeas terrestres, lo que sugiere que, en
lo que a simbiontes se refiere, esta orquídea no hace ascos.
Eso sí, como investigar sobre el cambio climático está muy de moda y
hay algunos que afeitan un huevo y sacan pelo, la araña de agua y algunas
congéneres se han utilizado ventajosamente para simular los efectos del
calentamiento global en ecosistemas acuáticos. Con eso los dejo.
[i]
Sí, es el conocido en
España como cangrejo americano, un invasor que en la Península Ibérica ha
desplazado en muchísimos cursos de agua al cangrejo de río ibérico Austropotamobius pallipes lusitanicus,
el cual, dicho sea de paso, de ibérico no tiene nada, habida cuenta de que se introdujo
en nuestros ríos en tiempos de Felipe II, así que el tantas veces maldecido
cangrejo americano lo único que ha hecho es darle al rival su propia medicina.