Midiendo un ejemplar de Sequoia sempervirens. Foto. |
Novedades en el selecto club de los árboles más altos del mundo. El
pasado mes de octubre, un artículo
publicado en la revista Biodiversity and
Conservation informó del hallazgo en los bosques del Kilimanjaro, la
montaña más alta de África, de unos árboles que compiten en talla y volumen con
los colosos americanos y australianos que constituyen unos auténticos rascacielos
de lignina.
Los árboles altos son el resultado de una tormenta perfecta de historia
evolutiva y condiciones ambientales únicas (King
1991). Desde las secuoyas de la costa del Pacífico y de la Sierra Nevada californiana
hasta los eucaliptos de Tasmania, pasando por algunos jayanes asiáticos, la
combinación de suelos fértiles, clima húmedo y fresco, bajos niveles de
perturbación y competencia por la luz han llevado a algunas especies a crecer
en proporciones alucinantes. Resultaba un tanto anómalo que, en África, un
continente en el que las selvas compiten en biomasa y diversidad con las más
frondosas del mundo, no se hubieran registrado ejemplares arbóreos de más de 80
metros de altura, el rango mínimo que hay que cumplir en la lista “Forbes” de
los quince árboles más grandes del planeta. Medidos con una tecnología láser
especial, requisito imprescindible para ser homologados, estos ejemplares encabezaban
el
ranking hasta octubre de 2016:
- Sequoia sempervirens: 115,92 m. Redwood
National Park, California, EEUU. Si quiere trepar a un árbol de esta especie, pulse este enlace.
- Pseudotsuga menziesii var. menziesii: 99,7 m. Brummit Creek, Condado
de Coos, Oregón, EEUU.
- Eucalyptus regnans: 99,6 m. Arve
Valley, Tasmania, Australia.
- Picea sitchensis: 96,7 m. Prairie
Creek Redwoods State Park, California, EEUU.
- Sequoiadendron giganteum: 95,7 m. Sequoia
National Forest, California, EEUU.
- Shorea faguetiana: 94,1 m. Danum
Valley, Sabah, Borneo, Malaysia.
- Eucalyptus
viminalis: 91 m. Evercreech Forest Reserve, Tasmania, Australia.
- Eucalyptus
globulus: 90,7 m. Tasmania, Australia
- Eucalyptus
delegatensis: 87,9 m. Tasmania, Australia
- Eucalyptus
obliqua: 86 m. Tasmania, Australia.
- Pinus
lambertiana: 83,45 m. Yosemite National Park, California, EEUU.
- Tsuga
heterophylla: 83,34 m. Prairie Creek Redwoods State Park, California, EEUU.
- Pinus
ponderosa: 81,77 m. Siskiyou National Forest, Oregon, EEUU.
- Abies
grandis: 81,4 m. Glacier Peak Wilderness, Washington, EEUU.
- Chamaecyparis
lawsoniana: 81,08 m. Jedediah Smith Redwoods State Park, California, EEUU.
Hyperion comparado con la Estatua de la Libertad y la torre del Big Ben. Fuente. |
En la conocida y prestigiosa Flora
of Tropical East Africa (1952-2002), los ejemplares africanos de mayor
talla no superaban los 65 m, límite solo rebasado por una especie introducida, el
gomoso azul de Sydney (Eucalyptus saligna),
que
alcanzó los 81,5 metros antes de morir en 2006. El problema, como en tantas
otras cosas, no es el tamaño sino la ignorancia: hay demasiadas zonas de África
poco estudiadas, especialmente las que están alejadas de algunos puntos
calientes de la biodiversidad, como la región del Cabo, Maputalandia o las montañas
del Oriente Afromontano. Por lo tanto, es más que posible que muchas especies
arbóreas de gran talla han sido pasadas por alto o que, debido a la escasez de
muestreos, muchas especies pueden haber sido registradas en hábitats donde la
abundancia limitada de recursos, la alta competencia y otros factores hayan
impedido un crecimiento muy alto.
El equipo de investigación germano-suizo que ha encontrado al coloso
africano centró sus muestreos en la montaña más alta de África, el Kilimanjaro, en Tanzania. La
montaña más alta de África ofrece una gran variedad de tipos de bosques que van
desde los bosques tropicales secos de sus faldas hasta las exuberantes selvas
tropicales hiperhúmedas de alta montaña (Hemp 2006).
Como se trata de una de las montañas más famosas del mundo, la flora y la
vegetación del Kilimanjaro se consideran bien investigadas.
Altura, circunferencia y localización de algunos de los árboles más altos del planeta. Fuente. |
Durante los últimos 25 años el equipo estudió la vegetación del
Kilimanjaro en casi 1.700 parcelas repartidas por toda la montaña. El análisis incluyó
unas 600 parcelas forestales, entre las que se encontraban varias establecidas
en bosques submontanos a 1600 m de altitud. En esa zona las condiciones
ambientales son muy favorables y, por lo tanto, la mayor parte de ella se
utiliza para la agrosilvicultura tradicional, para plantaciones de café o como
pastizales. La intensa explotación antrópica ha reducido las mejores parcelas
de bosque a las gargantas angostas y escarpadas en las que la agricultura es
impracticable.
En esos lugares sobreviven retazos relícticos de bosque que son el
testimonio actual de los antiguos extensos y lujuriosos bosques del
Kilimanjaro. En ellos se han descubierto especies nuevas y otrs que solamente
se conocían de las montañas del Oriente Afromontano (Hemp 2006).
En una de ellas encontraron trece ejemplares extraordinarios de Entandrophragma
excelsum, un representante de las Meliáceas, la familia de la codiciada
caoba del género Swietenia. Las tallas de
los trece gigantes oscilaban entre 53,7 y 81,5 metros, lo que sitúa a este
último en el décimo cuarto puesto de los árboles más altos del mundo,
desplazando del selecto “club de los quince” al ciprés gigante norteamericano Chamaecyparis lawsoniana.
Entandrophragma excelsum. Foto. |
Mientras que muchas meliáceas como la caoba son famosas por el valor de
su madera, lo que ha provocado su tala selectiva hasta ponerlas en peligro de
extinción, lo que ha salvado a E.
excelsum es que produce madera de una densidad muy baja, lo que por un lado
la exime del hacha de los leñadores (de hecho este árbol se respeta como árbol
de sombra en los cafetales) y por otro, como a densidad baja más crecimiento,
su rápido estiramiento impide que las lianas lleguen hasta su copa frenando su
crecimiento, un fenómeno que se produce en muchos árboles de las selvas
tropicales africanas.
Al contar los anillos de crecimiento utilizando técnicas de
dendrometría de alta resolución, el más viejo de ellos tenía más de 470 años de
edad. Una combinación única de peculiaridades anatómicas (madera de baja
densidad, crecimiento rápido) y condiciones favorables del hábitat podría
explicar el enorme tamaño. Lamentablemente, debido a la larga historia de la
agricultura y a la historia más reciente de la tala ilegal, los exuberantes bosques
ricos del Kilimanjaro están desapareciendo rápidamente. Dado que sólo quedan
unos cuantos kilómetros cuadrados de este hábitat de Entandrophragma, el Kilimanjaro (y África) están al borde de perder
no sólo un “archivo” biogeográfico único con una vegetación muy diversa, sino
también sus árboles más altos. La inclusión de estos valles en el futuro Parque
Nacional Kilimanjaro sería una excelente y urgente posibilidad de protección.