Begonia involucrata. |
La palabra “pseudoantera” no viene en el clásico diccionario de referencia para la Botánica en castellano, el Font Quer, así que la tomo del inglés "pseudoanthry" y la usaré para describirles
unas curiosas estructuras que observé hace algunos años en unas flores de
Begonia que crecían en la Sierra de Chiapas, en el mismo bosque en el que
crecía Lacandonia schismatica, de la
que me ocupé en anteriores entradas.
El género Begonia comprende
alrededor de 1.500 especies, de las que alrededor de 150, además de casi 10.000
variedades e híbridos, se comercializan para su uso en jardinería. Son oriundas
de las regiones tropicales y subtropicales de América, África y Asia. El único
otro miembro de la familia Begoniaceae es Hillebrandia,
que tiene una sola especie en las islas Hawái. Cuando las estudiaba hace
algunos años, había otro género, Symbegonia,
que recientemente los especialistas incluyeron en Begonia. Solo puedo decir que "sin" Symbegonia estamos mejor.
La especie en cuestión que encontré en Chiapas era B.
involucrata y lo que llamó mi atención fueron unas curiosas estructuras que
semejaban anteras pero que no tenían polen. La planta tenía flores con anteras cargadas de polen y otras flores que parecían tener anteras
estériles. Yo sabía que la mayoría de las especies de Begonia son monoicas, de manera que, si unas flores
eran con toda seguridad masculinas, las otras debían ser femeninas. Mi lupa de campo no me permitía ir más allá. Tomé unas fotos y lo dejé correr. Ahora he
vuelto sobre ello y he indagado. Les cuento mi modesto hallazgo.
Detalle de una flor femenina del género Begonia. Foto. |
Lo
que me llamó la atención en aquella planta era que emitía un suave aroma dulzón,
pero parecía no tener nectarios, así que me plantee cómo se las apañaba para recompensar
a los insectos polinizadores, habida cuenta de que sus llamativas flores y el
olor eran un síntoma claro del complejo síndrome de entomofilia.
No había ninguna pregunta que hacerse con respecto a la recompensa que
obtenían los polinizadores al acudir a las flores masculinas: ingentes
cantidades de polen procedente de un fascículo central de estambres culminados por unas
generosas anteras amarillas. Ese es un incentivo más que suficiente para que cualquier insecto
visite una flor masculina. Pero ¿qué pasaba con las que parecían ser las flores
femeninas? ¿Acaso eran tan vistosas que atraían a los insectos simplemente por
su belleza? ¿Quizás su aroma era tan embriagador que los yonquinizados polinizadores perdían
la cabeza? Pues no; si un insecto no obtiene algún tipo de recompensa no
volverá.
La respuesta está en las pesudoanteras, que dan gato por liebre a los
incautos polinizadores. Eche un vistazo al estigma de una flor de Begonia como la de arriba y se
maravillará de su estructura intrincada y de su vistosa coloración amarilla. El estigma imita por completo a las anteras cubiertas de polen de las flores
masculinas. Cuando visitan las flores femeninas, los insectos que buscan el polen rico en azúcares se van con tres palmos de narices, pero esa visita es todo lo
que requieren las astutas damas. Mientras que el insecto se afana buscando
polen, los pelos erizados del estigma recogen los granos de polen de una visita
anterior del incauto. Con un poco de suerte, esa flor era una begonia
masculina.
Begonia involucrata. (a) una pareja de flores la masculina a la izquierda. Las flores carecen de pétalos, pero poseen dos sépalos tepaloideos. Las ramificaciones del estigma mimetizan a los estambres. Las inflorescencias proterándricas son panículos umbeliformes. Fuente. |
Esa estrategia de “timo” floral funciona una y otra vez debido al juego
de los números. Al producir un montón de flores masculinas y muchas menos
flores femeninas, las begonias están seguras de que, por desencantados que
estén después de una de sus infructuosas visitas, los insectos volverán una y
otra vez a repetir la jugada. A diferencia de lo que ocurre en los casinos, los jugadores siempre ganan. Esto tiene un doble beneficio para la planta: se ahorra
la producción del costoso néctar y se asegura la llegada del fecundador correo,
aunque el cartero tenga que llamar dos veces.
Se preguntarán ustedes que, si la planta recibe polen de sus propias
flores, es decir, si se autofecunda, corre el peligro de degenerar (repásese la
historia de las viejas monarquías endogámicas, la de Austrias y Borbones, sin
ir más lejos). No hay problema. La mayoría de las begonias, tal y como sucede
en B. involucrata, son
proterándricas, lo que significa que primero maduran las flores masculinas y,
más tarde, cuando el polen se ha acabado, lo hacen las femeninas. Para los
amigos del morbo, un último dato. El polinizador de B. involucrata es una abeja sin aguijón, Partamona grandipennis, una especie de la tribu tropical Meliponini cuyos machos están dotados de un hermoso aparato copulador al que alude su nombre,
Y ahora, si desea aprender algo más de la estrategia de B. involucrata, les recomiendo dos
lecturas que a mí me han venido de perillas: 1,
2.