Glochidion ferdinandi. Foto. |
Glochidion es un género de
angiospermas perteneciente a la familia Phyllanthaceae. Comprende unas
trescientas especies, distribuidas desde Madagascar a las islas del Pacífico.
Las larvas de algunos lepidópteros de los géneros Aenetus, Endoclita y Epicephala utilizan
a algunas especies como fuente de alimento. En algunos casos, la relación es
sumamente estrecha y se ha transformado en un excelente ejemplo de simbiosis mutualista.
Epicephala haplodoxa. Fuente. |
Para asegurar la polinización, los árboles del género Glochidion han entrado en una relación
íntima con una pequeña familia de polillas. Sus flores se han vuelto tan
especializadas que ningún otro insecto es capaz de polinizarlas. A cambio, las
polillas hembra se aseguran un lugar seguro y una despensa para poner sus
huevos en el fruto del árbol. Una especie de Glochidion ha llevado esta relación hasta el extremo de encarcelar
a sus polinizadores. Para entender esta extraña relación, primero debemos examinar
de cerca este interesante síndrome de polinización.
Los biólogos se refieren a este tipo de síndrome de polinización como
"polinización nodriza". La polinización se logra gracias a las
polillas hembra del género Epicephala.
La coevolución planta-insecto es también extraordinaria: seis clados de Glochidion son polinizados
exclusivamente por otros tantos clados de Epicephala.
En todos los casos, las gráciles polillas localizan las flores gracias a un
perfume especial adaptado específicamente para cada especie. Las hembras
primero visitan las flores masculinas donde recogen un poco de polen. A
continuación, visitan las flores femeninas en las que depositan el polen en una
cámara especial a la que sólo pueden acceder las probóscides de las Epicephala hembra.
Corte transversal de una cápsula de Glochidion lanceolarium mostrando una polilla adulta en su interior. Foto. |
Después de polinizar, la polilla hembra localiza los ovarios de la flor
y, usando un ovopositor afilado como una aguja, deposita los huevos dentro de
los frutos inmaduros, que son unas cápsulas provistas de tantas cámaras como
carpelos. Las larvas eclosionan justo al lado de su fuente de alimento: las
semillas. Las larvas no son glotonas y solamente se comen una o dos de las dos docenas
de semillas que se desarrollan dentro del fruto. Aunque esto puede parecer un
despilfarro por parte de la planta, tiene mucho sentido desde una perspectiva
evolutiva. Básicamente reduce la probabilidad de que las polillas intenten
engañar al sistema. Las larvas demasiado golosas que coman más de una o dos
semillas serán penalizadas a largo plazo porque habrá menos plantas hospedantes
disponibles. Ligando las habilidades reproductivas de la polilla a la
producción de los frutos, el árbol asegura su polinización.
En la mayoría de los pares mutualistas establecidos por las diferentes
árboles y polillas, las larvas, una vez que han terminado de devorar las
semillas, salen del fruto royendo las paredes carpelares y caen al suelo para entrar
en fase de pupa. Sin embargo, ese no es el caso de Glochidion lanceolarium, que ha llevado la relación un poco más
allá y mantiene a las larvas cautivas durante casi un año.
Cuando se corta uno de los frutos huecos de esa especie, se encuentra una
polilla completamente formada esperando pacientemente dentro de una de las
cámaras hinchadas. En lugar de roer las paredes para salir, la larva de la polilla
completa su desarrollo sin ver la luz, cautiva hasta que los frutos maduran y se abren. Esto sucede justo
cuando comienza la nueva floración. De esa forma, el árbol controla
literalmente cuando su obligado polinizador puede hacer su trabajo en el mejor momento.
Encerrada en su confortable prisión, el insecto evita los riesgos
inherentes a una vida al aire libre. En definitiva, la polilla cambia libertad
por seguridad, como se ven obligados a hacer muchos famosos.
Bibliografía utilizada.
Bibliografía utilizada.