La Cumbre del Clima de Marrakech,
celebrada la semana pasada, ha sido positiva. La mayoría de los países han
apostado por continuar con el Acuerdo de París, es decir, siguen comprometidos
a reducir sus emisiones para evitar traspasar el umbral del 1,5 ºC en la subida
de temperaturas. Además, 47 países en vías de desarrollo se han comprometido a
tener un sistema energético totalmente basado en renovables. Y, lo mejor de todo, ha
quedado claro que es un problema que nos afecta a todas las personas y en el
que tenemos que cooperar para evitarlo.
Pero no todos los países han estado a la
altura de este compromiso, y España ha sido uno de ellos.
Primero, Mariano Rajoy vino a Marrakech a
visitar al rey de Marruecos, y se pasó por la Cumbre del Clima sólo a hacerse
la foto. Habría tenido la oportunidad de intervenir en la ceremonia de los
presidentes, pero no entró en sus prioridades del viaje.
La ministra de Medio Ambiente, Isabel
García Tejerina, volvió a anunciar una ley de cambio climático que no tiene
todavía diseñada. Cuando le preguntaron por las energías sucias dijo que eso
corresponde al Ministerio de Industria. ¿Cómo pretenden hacer una ley de cambio
climático que no afecte al carbón, al petróleo y al gas?
Por su parte, el recién nombrado ministro
de Industria, Álvaro Nadal, artífice del hundimiento de las renovables en España y convertido ahora en la zorra al cuidado del gallinero, dejó muy claro que no contemplaban definir una
fecha para el cierre del carbón, y que eso lo iba a marcar “el mercado”. No las
personas, nuestra salud, el bienestar o el medio ambiente, sino “el mercado”.
¿Por qué no diseñar las normas para que los mercados sean los que responden a
las necesidades de las personas? Por ejemplo, muchos países europeos ya han
asegurado que las centrales térmicas se cerrarán para 2025, lo que ayuda tanto a
inversores como a las regiones a planificar su economía y su desarrollo lejos
del carbón con energías limpias y empleos sostenibles.
Esta primera falta de actuación del nuevo
Gobierno evidencia una nueva apuesta por la economía de las grandes empresas,
antes que por el medio ambiente y las personas. Por ello, tenemos que
estar más preparados que nunca para llegar a donde el Gobierno no quiere, y
exigirle que tome las medidas necesarias en la lucha contra el cambio climático
y el resto de problemas ambientales.