Desde hace cuatro años, cuando la industria del fracking apenas asomaba su patita por estos lares, he estado anunciando el fin de una técnica basada en la especulación financiera, que fue la tesis de mi libro El fracking: vaya timo. El verano pasado apareció en las librerías otro libro que dediqué asunto, Fracking. El espectro que sobrevuela Europa, en el que analicé los aspectos técnicos, medioambientales y socioeconómicos de una industria condenada al fracaso. Hace dos años, en este mismo blog, escribí que el timo se estaba desinflando en Estados Unidos. En septiembre se confirma el pronóstico: la debacle del petróleo pasa factura al fracking: más de 100 empresas han quebrado en dos años.
En cuanto al caso español, mi pronóstico ha sido siempre el mismo: su práctica era absolutamente inviable en nuestro país, un punto de vista que he sostenido contra viento y marea en todo tipos de foros, incluido alguna entrevista televisiva como la que dejo en este enlace. Hoy, los periódicos anuncian la discreta retirada de España de los reyes del fracking, que dan por finalizada su aventura española, que se ha mantenido con el único propósito de alentar la burbuja financiera de la industria de la fractura en Estados Unidos y Canadá.
Todas las conferencias que he dado sobre el tema, y han sido muchas, finalizaban con una apuesta en la que afirmaba que en España jamás se practicaría el fracking, algo que también he dejado escrito en alguna que otra entrada de este blog que los interesados pueden consultar sin más que teclear la palabra fracking en el buscador del blog.