viernes, 2 de septiembre de 2016

Inteligencia, sentido y sensibilidad en el mundo vegetal

Empecemos por la definición de veganismo, que tomo directamente de la bien redactada y sólidamente documentada entrada de Wikipedia: «El veganismo es la práctica de abstenerse de la utilización y consumo de productos y servicios de otras especies animales. Dicha práctica en general se realiza por una razón ética que rechaza la condición de mercancía de los animales debido a su condición de seres sensibles o sintientes [sic], aunque también hay argumentos ambientales y de salud». Si lo he entendido bien, el fundamento del veganismo es, esencialmente doble: ético (defensa de los animales y defensa del medio ambiente) y dietético o salutífero, si se prefiere.

En lo que respecta a la dieta, nada que objetar: si se complementa una dieta vegana con algunos elementos como la vitamina B12, se puede vivir perfectamente y, me atrevería a decir, llevando una vida más saludable. En cuanto a la defensa del medio ambiente, también puedo estar de acuerdo… mientras el veganismo se mantenga en un sector limitado de la población, porque de extenderse, no habría suelo suficiente en la Tierra como para producir todos los vegetales que se necesitarían para mantener a una población que no comiera ni carne ni pescado. 

Mucho más discutible me parece que los veganos no quieran consumir animales «debido a su condición de seres sensibles o sintientes [sic]».  Ahí, con todo respeto, se equivocan. Las plantas son también seres sensibles como cualquiera pude comprobar sin más que gastar un par de horas leyendo el excelente librito Sensibilidad e inteligencia en el mundo vegetal, escrito por una de las máximas autoridades mundiales en el mundo de la Neurobiología Vegetal, el profesor de la Universidad de Florencia Stefano Mancuso. Les aseguro que cambiarán radicalmente su percepción acerca de la ausencia de sentidos y sentimientos en las plantas. Descubrirán que aunque carezcan de cerebro y de sistema nervioso de tipo animal, eso no implica ni mucho menos mecanismos alternativos  para relacionarse, defenderse, o sentir. [1]

Las plantas no tienen cerebro, las plantas no tienen ni una sola neurona... pero ahora sabemos que las plantas perciben lo que sucede a su alrededor, se defienden contra sus depredadores, engañan a sus presas e incluso se comunican entre ellas. Dicho de manera resumida: las plantas son inteligentes. Las plantas son organismos inteligentes, pero toman decisiones en un tiempo más largo que el del hombre.

Sí, las plantas son seres inteligentes. Depende de la definición que tenemos de inteligencia. Normalmente todas las definiciones que solemos utilizar suelen estar relacionadas con el hombre o con los animales pero, según mi opinión, la inteligencia es la capacidad de resolver problemas. Si consideramos la inteligencia de esta forma, las plantas son seres muy inteligentes. Y no lo digo yo, que algo sé del asunto, lo digo porque en la última década, gracias a varios grupos de científicos que trabajan en el mismo campo que el doctor Mancuso, está surgiendo una nueva perspectiva sobre las plantas.

Naturalmente ese cambio de percepción se enfrenta a milenios de aprendizaje de una cultura que nos ha acostumbrado a considerar la inteligencia en relación a los seres humanos y a todos los animales que son parecidos a los seres humanos. Esos animales, aun siendo diferentes como los reptiles o las aves, por poner un ejemplo, siguen teniendo características que reconocemos, como una cara o unos ojos. Los reconocemos como similares a nosotros. Esto no pasa en absoluto con las plantas, que son diferentes de los animales por su estructura, fisiología, comportamiento y ciclo vital. Los consideramos muy diferentes, pero también es verdad que las plantas y los animales se han desarrollado en el mismo planeta por lo que, obviamente, tienen mucho en común. Entre otras cosas, ambos son seres inteligentes. El problema entonces es que esa similitud no se percibe ni se entiende y eso hace que veamos más las diferencias.

No voy a profundizar en el indudable hecho de que, por la original conexión entre el Sol y las plantas, toda la energía  que usamos para vivir proviene de las plantas. Las plantas son la base de la cadena alimentaria. Sin las plantas los animales no tendríamos energía y no podríamos vivir. También gracias a las plantas hay oxígeno libre en la atmósfera terrestre y los animales podemos respirar. Así que esos seres que ve delante de usted, tan verdes e inmóviles, son la causa de que usted disfrute de la vida. Si mañana desapareciesen las plantas del planeta, en un mes toda la vida se extinguiría de hambre y asfixia. Pero si nosotros desapareciéramos, no pasaría nada. Somos dependientes de las plantas, pero las plantas no lo son de nosotros. Quien es dependiente está en una situación de inferioridad, ¿no?

Como escribo recién salido de la cama, lo primero que se me ocurre es plantear esta pregunta: ¿Las plantas duermen? Sí, las plantas duermen y el sueño es parecido al sueño que tienen los animales. Tienen también un ciclo activo durante el día y un ciclo de descanso durante la noche y ese descanso es muy parecido al nuestro. Como nos ocurre a nosotros cuando dormimos, las plantas tienen menos sensibilidad cuando duermen y si no las dejamos dormir necesitan dormir más.

Otra capacidad que reconocemos en el mundo animal es la capacidad de comunicación, así que: ¿se comunican las plantas? Sí, las plantas no hablan con el lenguaje articulado de los humanos, pero se comunican mucho y muy bien, sólo que lo hacen de forma diferente a los animales. Se comunican a través de unas moléculas volátiles que se producen en el exclusivo metabolismo secundario del mundo vegetal. Cuando olemos el perfume de una flor estamos oliendo un mensaje que la planta está lanzando a los insectos. Estas moléculas también son utilizadas para comunicarse entre ellas. Se producen para enviar información sobre el ataque de un insecto, de un herbívoro o de un incendio. Cuando una planta es atacada por un patógeno, inmediatamente produce moléculas volátiles que pueden viajar kilómetros como un aviso a todas las demás para que preparen sus defensas.

El mecanismo de defensa funciona. El doctor Mancuso cita un caso muy explícito. Hace diez años, en Botsuana introdujeron en un gran parque 200.000 antílopes, que comenzaron a comerse a las acacias con intensidad. Tras pocas semanas muchos murieron y al cabo de seis meses murieron más de 10.000, sin que los responsables del parque supieran el porqué. Hoy sabemos que fueron las plantas. Las acacias aumentaron hasta tal punto la concentración de taninos, unos metabolitos secundarios, en sus hojas, que se convirtieron en un veneno. 

Las moléculas volátiles están estrechamente relacionadas con el sentido del olfato. El olfato es muy importante para las plantas. Los olores que nosotros sentimos cuando salimos al campo o nos paseamos por una huerta o por un jardín son mensajes que las plantas producen a través de esas moléculas. No hace falta que me digan que las plantas no tienen nariz. No. Las plantas no tienen un órgano concreto como tenemos los animales para percibir ese tipo de mensajes; no lo necesitan, porque todas las células de las plantas pueden percibir e interpretar ese tipo de moléculas y actuar en consecuencia a sus mensajes. Las moléculas volátiles están en la base de toda la información de las plantas. En cierta forma, el  olfato puede ser algo parecido al oído de los animales y de los seres humanos.

Pero, además, las plantas poseen otros muchos sentidos aparte de los cinco clásicos. Les contaré algunos. Las plantas perciben parámetros físicos y químicos que los animales no perciben. Campos como el eléctrico o el magnético que muy pocos animales perciben y que todas las plantas pueden percibir. Perciben también componentes químicos como metales o diferentes tipos de polución. Una raíz, por ejemplo, puede percibir hasta veinte parámetros físicos y químicos diferentes (temperatura, humedad, luz, gravedad, presencia de nutrientes o de tóxicos, oxígeno, etc.).

Las capacidades de las raíces son increíbles. En un bosque, en un matorral o en un prado todas las plantas están en comunicación subterránea a través de las raíces. Sí observamos un mapa topográfico de las raíces y otro de Internet se ve inmediatamente la similitud. Las dos se produjeron para resistir a los depredadores. En el caso de las plantas, a los ataques de los herbívoros y en el caso de Internet, a los ataques nucleares de Rusia a Estados Unidos. La tecnología tiene una estructura que es muy parecida a la red de las raíces de una planta y, por eso, es muy importante estudiar la estructura de las redes radiculares para poder luego aplicarla a la tecnología.

En cada extremo de los millones de raíces de cualquier planta existen células similares a nuestras neuronas y con la misma función: comunicar señales mediante impulsos eléctricos, igual que nuestro cerebro y trabajan en red como Internet. Ese es centro de cálculo, el “cerebro” de las plantas. La cuestión es cómo medir su inteligencia. Pero de una cosa estamos seguros: son muy inteligentes, su poder de resolver problemas, de adaptación, es grande. Hoy sobre el planeta el 99,6% de todo lo que está vivo son plantas. Será por algo, ¿no?

Las relaciones familiares y con ellas el sentido social no son exclusivas de los animales. Las plantas reconocen a sus parientes y se comportan de forma diferente dependiendo de si pertenecen a su familia o no. Por ejemplo, sí hacemos crecer próximas dos plantas de la misma familia crecerán cooperando. En cambio, si ponemos dos que no sean de la misma familia habrá competencia.

Las plantas pueden manipular a los animales. Durante la polinización producen néctar y muchas otras sustancias, además del olor y el color, para atraer a los insectos. Por ejemplo, las orquídeas producen flores que son muy similares a las hembras de algunos insectos, que, engañados, acuden a ellas. Es solamente un ejemplo porque hasta el ser humano es manipulado por las plantas. Sí, también pueden manipular al hombre. Todas las drogas que usa el hombre (café, tabaco, opio, marihuana...) derivan de las plantas, ¿pero por qué las plantas producen una sustancia que convierte a los humanos en dependientes? Porque así las propagamos. Las plantas utilizan al hombre como transporte.

Me doy cuenta ahora de que quería hablarles de los veganos. Pero, nunca mejor dicho, me he ido por las ramas. Volveré con los veganos en la próxima entrada.





[1] Para los que no quieran o no puedan leer el libro, le dejo este enlace en el que pueden ver una entrevista con Mancuso en el programa Redes. Es más que interesante.