El cambio climático global está transformando nuestro concepto de la seguridad y se ha convertido en una de las principales amenazas para el futuro de la humanidad. La perspectiva a que nos enfrentamos es muy alarmante. La escasez de recursos, ya sea energía, agua o tierra cultivable, puede llevar al derrumbe de los códigos de conducta establecidos e incluso al conflicto abierto. El clima cada vez más inestable ya no se considera una cuestión eminentemente medioambiental o económica. Durante los últimos años, la amenaza a que nos enfrentamos ha aumentado en gran medida en escala y se ha hecho más evidente.
La evidencia científica reciente ha confirmado -y en algunos casos excedido- nuestros peores temores sobre el impacto físico a que nos enfrentamos. Cada vez resulta más evidente que el cambio global tiene consecuencias que afectan a las cuestiones capitales de seguridad: inundaciones, enfermedades y hambrunas que ocasionan migraciones a una escala sin precedentes en zonas sometidas ya a gran tensión; sequías y pérdida de cosechas que llevan a una competición más intensa por los alimentos, el agua y la energía en regiones en las que los recursos ya están explotados hasta el límite; y un descalabro económico a escala no vista desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
No se trata simplemente de la seguridad nacional sino de la seguridad colectiva en un mundo frágil y cada vez más interdependiente. Cualquiera que todavía esté convencido de que el cambio climático es únicamente un problema medioambiental debería leer el informe publicado por la Military Advisory Board de los Estados Unidos, un grupo asesor formado por militares de alto rango y gran prestigio. En el transcurso de sus carreras, estos almirantes y generales de cuatro estrellas ahora en la reserva se enfrentaron a todo, desde la contención y la disuasión ante la amenaza nuclear soviética durante la Guerra Fría, hasta la más reciente lucha contra el terrorismo y el extremismo. Aun así, en su informe manifiestan categóricamente que el cambio climático supone una grave amenaza para la seguridad nacional de los Estados Unidos. Declaran que un clima inestable dará lugar precisamente al tipo de tensiones y conflictos a los que nos enfrentamos hoy, pero más frecuentes e incluso más intensos.
Esta no sería la primera vez en que hombres y mujeres tendrían que luchar por tierra, agua y recursos, pero esta vez será a una escala mayor que no puede compararse con la de conflictos de la antigüedad. La mayor parte de la comunidad internacional considera un clima inestable como una amenaza sin precedentes a la que debe hacerse frente con la máxima urgencia y ambición. Se trata de una amenaza que nos puede unir si tenemos el sentido común de evitar que nos separe. El presidente Obama lo sabe bien y sus dos mandatos han servido para poner de manifiesto su preocupación por un problema global que ha llevado a su Administración a dictar un número sin precedentes de compromisos ambientales del Gobierno Federal.
Y sigue con ello. El pasado miércoles 21 de septiembre la Oficina del Director de Inteligencia Nacional divulgó un informe dirigido a todos los departamentos en el que puede leerse que el cambio climático probablemente representará un problema significativo para la seguridad nacional de Estados Unidos en los próximos dos decenios al incrementar las tensiones políticas y sociales, amenazar la estabilidad de algunos países y aumentar los riesgos a la salud humana. El informe pronostica un creciente riesgo de conflictos en el extranjero debido a disputas sobre el agua, además de un aumento de las migraciones que exacerban las tensiones políticas y sociales.
Junto con el texto, el presidente Barack Obama firmó un memorándum presidencial que ordena a las agencias federales ponderar el impacto del cambio climático a la hora de desarrollar políticas de seguridad nacional. El memorándum presidencial establece un equipo dedicado a revisar los efectos del cambio climático en las prioridades de seguridad nacional. El documento instruye además a las agencias federales a que desarrollen planes para enfrentarse con una serie de situaciones resultantes del cambio en el clima, tales como los efectos adversos en los precios y la disponibilidad de los alimentos.
Mientras tanto, Donald Trump se comporta como un analfabeto que no comprende el calentamiento global. En sus twitters dice que el cambio climático fue un invento de los chinos para perjudicar a Estados Unidos. El candidato republicano considera que el cambio climático es un mito y «un engaño» y que él «no es un creyente». En su propia web de campaña asegura que no le interesa promover el uso de energías verdes por su excesivo costo y que hasta podría eliminar la Agencia de Protección del Ambiente (EPA) y sus regulaciones porque entorpecen el buen funcionamiento de las empresas. Al Washington Post le dijo en marzo que no se creía el cambio climático, solo el del tiempo, y a Reuters que «como poco» renegociaría los acuerdos de París, recién ratificados por Barack Obama y su homólogo chino, Xi Jinping.
Además, ha dicho que su Gobierno apostará por fomentar la industria del petróleo y por promover la producción de energía nuclear. El 26 de mayo de este año, además, declaró en North Dakota que, en caso de ser elegido presidente, buscaría la salida de Estados Unidos del Acuerdo de París de 2015 sobre el cambio climático porque «es malo para los negocios de Estados Unidos». «Vamos a cancelar el acuerdo de París sobre el clima y vamos a suspender todos los pagos de dólares de Estados Unidos para los programas de calentamiento global de Naciones Unidos», dijo el candidato.
Aunque las reacciones en contra de todas las afirmaciones anteriores no son nuevas, el pasado 20 de septiembre, 375 científicos prominentes de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos -incluyendo entre ellos a 30 ganadores del Premio Nobel y a intelectuales del calibre de Stephen Hawking-, decidieron publicar un manifiesto conjunto para explicarle a Donald Trump que está equivocado y cómo darle la espalda al consenso mundial contra el calentamiento global sería una decisión desatinada.
Los científicos lamentan que durante la campaña haya afirmado que la Tierra no se está calentando o que el calentamiento se debe a causas puramente naturales fuera del control humano. «Tales alegaciones son incompatibles con la realidad», zanjan. «Nuestras huellas en el sistema climático son visibles en todas partes. Se observan en el calentamiento de los océanos, la superficie terrestre y la atmósfera inferior. Se identifican en el aumento del nivel del mar, los patrones de precipitación alterados, el retroceso del hielo marino en el Ártico, la acidificación del océano y muchos otros aspectos del sistema climático».
Para los científicos, elegir a alguien con la mentalidad de Donald Trump sería un punto de inflexión para el planeta que «no nos podemos permitir». Lástima que uno no pueda votar.