Todos los miembros del reino animal lo practican,
desde las minúsculas moscas de la fruta a las gigantescas ballenas azules. Pero
si usted piensa que los humanos gastamos demasiado tiempo buscando una cita con
el sexo opuesto, pruebe a ligar mientras que le persigue un grupo de depredadores asesinos o pruebe a copular en un medio extremadamente inhóspito para la vida como un tórrido desierto, un acantilado extraplomado o el cráter de un volcán. El reino animal es un mundo salvaje
que encierra modos de apareamiento singulares. La vida sexual de nuestros
parientes animales es terriblemente difícil, infinitamente variada, a menudo
muy violenta y absolutamente fascinante.
La bióloga Carin Bondar, una escritora y divulgadora
científica que se ha hecho popular en Estados Unidos gracias a su web "Wild
Sex", que ha recibido más de 14 millones de visitas, acaba de publicar
en aquel país un libro, Wild Sex: The
Science Behind Mating in the Animal Kingdom (Sexo salvaje: la ciencia detrás del apareamiento en el reino Animal),
que es un brillante compendio sobre la vida sexual de los animales.
En Sexo
salvaje, la doctora Carin Bondar transporta a los lectores en un viaje
apasionante por el reino animal mientras explora el diverso e inabarcable
universo de la vida sexual en la naturaleza. Bondar analiza la evolución de los
órganos sexuales (y cómo han servido para conformar las jerarquías sociales),
las tácticas de seducción, y la mecánica del sexo. Describe una amplia gama de
temas tales como si los animales experimentan placer al practicar sexo a lo que
sucede cuando las hembras tienen el poder del acto de la reproducción. En el
camino, uno se encuentra con penes afilados como cuchillas, caníbales asesinos
y un arsenal químico que se emplea en la batalla épica entre los sexos.
Puede que los animales no estén tan
obsesionados como nosotros con el sexo, pero eso no significa que sus hábitos
de apareamiento no sean tan interesantes. Veamos, por ejemplo, a las abejas.
Las abejas no gozan de los mismos estímulos visuales que nosotros; de hecho,
prácticamente no ven a los miembros del sexo opuesto, así que, inmersos en una
especie de discoteca oscura, en vez de ligar con la vista dependen en gran
medida de los olores para atraer a sus parejas. Un zángano puede mostrar a una
hembra que es más fuerte y que está más en forma que otros volando hasta flores
muy alejadas de la colmena para luego alardear de su aroma en el cortejo. Pero
además de amantes primorosos, las abejas también pueden llegar a ser unas
feroces criaturas celosas: los zánganos peor dotados para atraer a las hembras
son capaces de matar a sus congéneres mejor dotados para arrancarles las patas
y robarles los aromas. Ese es sólo uno de muchos ejemplos contenidos en el
libro de Carin Bondar, que profundiza en el complejo y fascinante mundo de la
reproducción animal.
Como los humanos, algunos animales
emplean parte de su tiempo y de sus esfuerzos en desarrollar complicados
cortejos diseñados para identificar y atraer a la pareja adecuada. Por ejemplo,
las orangutanas han encontrado una manera de probar el comportamiento de sus
parejas potenciales. Las hembras roban a propósito comida a los machos con
objeto de comprobar cómo reaccionan y para medir la agresividad con la que
responden. Es es una manera muy eficaz para poner a prueba el temperamento
potencial de un compañero.
Bondar también aborda un tema tabú, el
del sexo entre individuos de diferentes especies. El fenómeno se presenta con mayor frecuencia
en el mundo de los invertebrados y aunque existen muchas teorías acerca de por
qué sucede, parece que es más común entre algunos pequeños insectos de aspecto
muy similar, que son tan parecidos que incluso la perfecta visión del ojo
humano es incapaz de distinguirlos por su aspecto externo.
Más difíciles de
explicar, y desde luego no como errores, son los casos de tríos heterosexuales, la práctica sexual entre individuos del mismo sexo o la cópula entre especies de grupos taxonómicos tan diferentes como mamíferos y aves, como puede
verse en la fotografía adjunta y en
este vídeo
en el que un lobo marino intenta copular con un pingüino. Al verlo, a uno se le
ocurre pensar que los seres humanos no son los únicos animales que utilizan
juguetes sexuales o que utilizan diferentes tipos de estímulos que no nos
parecen…. políticamente correctos.
El libro es excitante, estimulante, divertido,
sorprendente y fascinante, y garantiza que después de leerlo se tendrá una
visión absolutamente diferente sobre el sexo. Si usted quiere borrar de su cabeza los
hábitos que se consideran sexualmente correctos, lea el libro y se sentirá más
libre.