La mayoría de los países de la OCDE guardan
vastas reservas en barriles de petróleo de las que pueden echar mano en caso de
desabastecimiento. Son las llamadas Reservas Estratégicas (SPR, por sus siglas
en inglés) que, en el caso de Estados Unidos, el país que almacena la reserva
más grande del mundo, pueden guardar 713 millones de barriles (MB) o, si lo
prefieren, a 113,4 millones de metros cúbicos, un volumen suficiente para
llenar 45.360 piscinas olímpicas. Cuando redacto este artículo, la web en la
que el Gobierno federal actualiza las reservas anuncia que el inventario es de
695,1 MB, un volumen que aproximadamente serviría para satisfacer 38 días de
consumo diario de un país que, en promedio, consume 18,5 MB (2.940,000 metros
cúbicos) de petróleo al día. Si ese petróleo saliera ahora mismo a la venta,
cuando el precio del barril está a unos 45 dólares, su valor ascendería a unos
30.000 millones de dólares.
Semejante volumen se encuentra inmerso en
una red de 60 grutas naturales subterráneas formadas en domos salinos a
unos mil metros de profundidad, que han sido excavadas y ampliadas para adaptarlas al almacenaje de crudo. Están distribuidas en cuatro puntos
situados en la costa del Golfo de México, desde Baton Rouge, Luisiana, hasta
Freeport, Texas, cada uno de los cuales está localizado cerca de grandes
refinerías. Como la sal es impermeable al crudo, y una y otro no se mezclan y
tampoco se crean fisuras, las cavernas se han construido a modo de gigantescas
cúpulas de sal que son un almacén perfecto. Pero no imaginen que las cúpulas
emergen como el Duomo de Florencia, porque aún en vuelos bajos no se pueden
apreciar desde la superficie, sobre la que apenas emergen algunos tanques y
tuberías que no permiten adivinar lo que se oculta debajo.
Gestionar estas infraestructuras, cuya
construcción supuso una inversión federal de 4.000 millones de dólares y cuyo
mantenimiento generó en 2015 un gasto de 200 millones de dólares, tiene sus
propios retos. Por ejemplo, las cavernas de sal no son del todo estables y con
frecuencia se desprenden fragmentos de ellas causando daños en la maquinaria.
Por eso no hay personal en las cavernas cuyo manejo está robotizado por control
remoto. Periódicamente las cavernas se vacían para tomar imágenes de sónar del
interior, con las que se genera una imagen tridimensional del espacio que
permite comprobar el estado de las instalaciones.
El origen de la SPR estadounidense se
remonta a la crisis del petróleo de 1973, cuando los exportadores de petróleo árabes
cortaron los suministros a Occidente como castigo por el apoyo de Estados
Unidos a Israel durante la guerra del Yom Kippur. Ese conflicto bélico, también
conocido como la guerra árabe-israelí de 1973, fue librado por una coalición de
países árabes liderados por Egipto y Siria contra Israel desde el 6 al 25 de
octubre de 1973. La guerra provocó que Estados Unidos se quedara sin suministro
de petróleo desde los países árabes.
En aquel tiempo Estados Unidos era tan
dependiente del petróleo de Oriente Medio que los precios del carburante se
dispararon. Eso se tradujo en racionamientos de la gasolina y en colas
interminables en las estaciones de servicio. La gente comenzó a temer que le
robaran la poca gasolina que tenían, por lo que hubo quienes protegieron sus
vehículos con armas de fuego. Un par de años después Estados Unidos comenzó a
construir su SPR, la red de cavernas subterráneas llenas de crudo.
Gracias a estas reservas, hoy por hoy,
aunque fallara el suministro, Estados Unidos podría enfrentar el alza del
precio y la presión de los mercados globales sin problemas. «El formidable
tamaño de la SPR la convierte en un importante factor disuasorio ante los
cortes en la importación de petróleo y es una herramienta clave de la política
exterior», asegura el gobierno estadounidense en su página de internet. Y en
esa línea, que afecta tanto a la política exterior como a la doméstica en el
caso de catástrofes naturales, la SPR ha ayudado a Estados Unidos a salir
airoso de varias situaciones difíciles.
SPR de Shibushi, Japón. Imagen de Google Earth |
SPR de Zhendai, China. Imagen de satélite de Google Earth |
Una caverna subterránea de roca natural
reformada como SPR cerca del
puerto de Visakhapatnam, India.
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Así las cosas, Pekín tiene planes muy ambiciosos que prevén una gran variedad de lugares de almacenamiento,
infraestructuras estatales y comerciales, que puedan albergar tanto crudo como
en Estados Unidos. A diferencia de India, que ha optado por el modelo de las grutas salinas, China no posee cavernas de sal, porque ha optado por
almacenar en tanques en la superficie. Esos depósitos son fáciles de
identificar con Google Earth y en fotografías de satélite: forman filas y filas
de puntos blancos en lugares como Zhenhai, en el sureste del país, donde se
almacena una cantidad de petróleo equivalente a 33 millones de barriles.
No todos los gobiernos mantienen esas
reservas a sus propias expensas. Reino Unido, por ejemplo, obliga a que la
industria petrolera mantenga excedentes para que el Gobierno pueda disponer de
él de forma inmediata. Ese es, básicamente, el modelo que se sigue en España,
donde la aplicación del derecho comunitario establece que se debe disponer de
unas existencias mínimas de seguridad de 92 días equivalentes de consumo de los
principales productos petrolíferos. Las compañías petroleras que operan en
España deben tener reservas para abastecer 50 de esos días, mientras que de los
42 restantes se encarga CORES (Corporación d0e Reservas Estratégicas de
Productos Petrolíferos), un organismo de derecho público sin ánimo de lucro,
tutelada por el Ministerio de Industria, Energía y Turismo (MIET), que fue
designada en diciembre de 2013 la Entidad Central de Almacenamiento prevista en
la Directiva 2009/119/CE.
CORES no posee almacenes específicos,
pero contribuye a garantizar la seguridad de suministro de hidrocarburos en
España mediante el mantenimiento de reservas de productos petrolíferos y el
control de las existencias que mantiene la industria en lo referente a
productos petrolíferos, gases licuados del petróleo (GLP) y gas natural. En
caso de crisis de abastecimiento de petróleo, nacional o internacional, y bajo
la supervisión del MIET, la corporación contribuye a garantizar la continuidad
del suministro coordinando la puesta en consumo de las existencias de productos
petrolíferos necesarias.
En definitiva, España, al igual que el
resto de países pertenecientes a la Unión Europea, tiene suscritas las obligaciones
de mantenimiento de existencias de seguridad de productos petrolíferos, así
como la participación en las acciones colectivas en caso de crisis de
suministro desde su doble condición de miembro de la Agencia Internacional de
la Energía y miembro de la Unión Europea.