Cuando a primeros de septiembre
regrese a casa después del mes de vacaciones ya sé lo que me voy a encontrar: contra
toda lógica, mi factura doméstica de electricidad seguirá siendo igual o más elevada
que la de los restantes meses del año. Yo ya no hago la reflexión que se hacen
los españoles: «¿Pero si he estado todo el mes fuera, cómo es
posible que no lo note en el consumo? ¡Malditas eléctricas!».
Trataré de explicar el porqué su
caso no es el único, para que así pueda descartar que las eléctricas estén aprovechando
el descanso estival para cobrarle de más suponiendo que el verano haya borrado
de tu cerebro la funesta manía de consultar la factura o que el calor le haya
derretido la sesera. No se preocupe: su caso no es particular. La causa de este
mal de muchos es la configuración del sistema eléctrico español en el que el
lobby de las eléctricas hace lo que la banca en los casinos de Las Vegas:
siempre gana.
Arranquemos de un concepto
fundamental: el llamado “mix energético”. La generación de energía eléctrica de
cualquier país se realiza a través de fuentes primarias de energía que se
generan en centrales repartidas por toda su geografía, en enclaves que cumplen
determinados requisitos que no vienen al caso, aunque cualquiera puede suponer
que si la fuente energética proviene de una central hidroeléctrica, esta deberá
estar en vecindad de un salto de agua o, en el caso de que provenga de un
parque eólico, éste deberá estar ubicado en una posición donde haya vientos
potentes y regulares.
En España, las centrales
generadoras de energía eléctrica que aseguran el abastecimiento público masivo generalmente
pertenecen a las grandes compañías eléctricas; estas introducen la energía que
producen en la red de transporte, que en el caso de España pertenece al consorcio
empresarial Red
Eléctrica de España (REE), responsable de llevar la energía producida hasta
los grandes núcleos de consumo donde finalmente serán de nuevo las compañías
eléctricas las que se encarguen de llevarla hasta los consumidores finales.
Tengamos también en cuenta algo
elemental: no existe dispositivo alguno capaz de acumular la energía eléctrica
producida a gran escala. En su
automóvil, la electricidad que genera su alternador se acumula en la batería,
pero no hay batería alguna capaz de acumular la energía producida por un simple
aerogenerador eléctrico. Por lo tanto, uno de los grandes problemas de la
energía eléctrica es que su consumo debe ser inmediato, por lo que el sistema debe
estimar milimétricamente la energía que va a consumir un país en cada momento.
Esto se realiza día a día mediante perfiles estadísticos, que darán una curva
estimada, a la que se ajustas la producción.
Figura 1 |
La Figura 1 muestra la imagen que
ofrece REE de la demanda de energía eléctrica (en megavatios) en tiempo real de
España, lo que permite ver a cada instante cuánta electricidad que se está
consumiendo y cuál es la previsión de demanda. La línea amarilla representa la demanda
real, es decir, refleja el valor instantáneo de la demanda eléctrica. La curva
verde representa la previsión de la demanda y es elaborada por REE con valores
de consumo en periodos precedentes similares, corrigiéndola mediante una serie
de factores que influyen en el consumo, como son la actividad económica o la climatología. La programación horaria
operativa (línea roja) es la producción programada para los grupos de
generación a los que se haya adjudicado el suministro de energía en la casación
de los mercados
diario e intradiario, así como en los mercados de gestión de
desvíos y regulación terciaria. Estos dos últimos son gestionados por REE
teniendo en cuenta la evolución de la demanda.
La curva roja varía muy poco día
tras día. La variación más notable se produce en los días festivos y fines de
semana. En ella se dan dos situaciones opuestas: horas punta y horas valle. Las
primeras son aquellas en las que la demanda energética es muy elevada, lo que
generalmente sucede entre las 7 y las 10 am y las 8 y 11 pm. En esta situación,
la mayor parte de las centrales deben estar a pleno funcionamiento, aunque
conviene resaltar que en esos momentos generalmente las energías renovables no
aportan gran cantidad de energía eléctrica a la red. Las horas valle son
aquellas en las que progresivamente se va reduciendo el consumo eléctrico. Por
lo tanto, el sistema debe dejar de producir electricidad también
progresivamente.
¿Qué tipo de energía es la que
lidera el mix energético? Los datos que entrega REE en su informe del sistema
eléctrico español 2015 se resumen en la Figura 2. Si analizamos estos datos, se
pueden observar dos puntos interesantes. El primero y más significativo es el crecimiento
de la demanda respecto al año 2014. El informe
anual de REE aseguraba que en el conjunto del año 2015 la demanda peninsular
prevista de energía eléctrica era de 248.000 gigavatios hora, un 1,8% más que
en el año 2014. A su vez, la tabla muestra que la energía nuclear y el carbón
siguen (pese a todo) liderando el mix energético, puesto que aportan un 21,5%
respectivamente de la demanda total nacional.
Figura 2 |
El segundo punto se refiere al
marcado descenso de las renovables, cuyo aporte anual al mix en el balance
anual previsto de REE se estimaba en un 37,1%, lo que significa un descenso al
compararlo con el 42,8% que aportaron las energías limpias en el 2014. Según
REE, el descenso se debe a la baja que presentó la generación hidráulica, que descendió
un 28,2% respecto al año anterior debido a las pocas lluvias que se registraron
en el país.
Pasemos ahora a la chicha de los
precios. ¿Cómo funciona el sistema? El precio mayorista de la electricidad
varía en función de la tecnología abastecedora cada hora en cada día del año. El
precio se establece a través de un mercado mayorista que
cada hora marca el precio con un sistema de márgenes. Es decir, primero se
compra todo el stock de la energía
más barata disponible. De ahí se pasa a comprar las más caras hasta llegar a
cubrir toda la demanda prevista. Eso significa que las primeras fuentes de energía
en acceder al mercado son las renovables y la energía nuclear (que externaliza
la mayoría de sus costes ambientales).
Si hace falta más electricidad
para satisfacer toda la demanda, entran en funcionamiento centrales con costes
y emisiones contaminantes mucho mayores como las de carbón, gas o ciclo
combinado. Al final, todas ellas recibirán por la electricidad vendida al
mercado mayorista el mismo precio: el de la última tecnología en entrar, es
decir, la más cara. Por lo tanto, cuanto menos energías renovables entren en el
mercado, mayor será el precio mayorista de la electricidad ya que aumentará la
probabilidad de que haga falta utilizar las centrales más caras para cubrir las
necesidades de electricidad en cada momento. En resumidas cuentas: se consume
desde pan a caviar, pero todo a precio de caviar.
Prácticamente todos los años en
los meses de enero, junio y julio ocurren dos cosas: un aumento de la demanda
de electricidad a causa del repunte del frío o del calor (calefacción y aire
acondicionado, respectivamente). En verano, normalmente, también hay menos
viento y, dado nuestro ciclo hidrológico, menos disponibilidad de agua en las
centrales hidroeléctricas. Estos dos factores hacen que se haga necesario
comprar más energía de fuentes caras para poder cubrir la demanda.
Como usted es un lector avispado
(y paciente si ha llegado hasta aquí), habrá pensado que da igual: en julio y
agosto nos sobra energía solar, por lo que podremos compensar la bajada de
otras renovables. ¡Pues no señor! En el país del sol tenemos muy poca energía
solar instalada (4,8 GW). En Italia tienen cuatro veces más y en Alemania diez
veces más. Además, gracias al señor Rajoy y compañeros mártires, desde 2012
casi no se instala nueva capacidad de energía solar en España. Al no tener cómo
sacarle partido a la colosal cantidad de energía que nos regala el verano, no
tenemos más remedio que acudir a centrales térmicas que queman carbón y gas y
que, además de subir la factura, empeoran la calidad del aire que respiramos.
El precio que se paga en la
factura eléctrica de cada cual depende de muchos más factores que el precio
mayorista que se establece en el mercado intradiario, pero eso no descarta que
cada vez que llega el verano y el viento y el agua menguan, se note el efecto
del que estamos hablando reflejado en la factura.
La solución: avanzar hacia un
modelo renovable, que permita abaratar costes y reducir el impacto ambiental.
Pero para ello hay que luchar contra un sector eléctrico que se ha acostumbrado
a dirigir la política energética del país pensando únicamente en garantizar sus
beneficios y que es capaz de lograr sacar adelante, junto con el actual
Gobierno, despropósitos como el "impuesto
al Sol".