Tanto he escrito sobre estallido de la
burbuja del fracking en Estados
Unidos, que un amigo (y pese a todo lector) me pregunta qué está pasando,
porque –según piensa- la producción sigue como si tal cosa. Como trataré de explicar,
la producción en los yacimientos que ya estaban en explotación se mantiene,
pero las expectativas creadas sobre los nuevos yacimientos han fracasado habida
cuenta de que nadie quiere invertir para extraer petróleo con un coste que
prácticamente duplica el de venta.
Además, debido a la caída de los
precios, los operadores que producen el caro petróleo no convencional (offshore
o marítimo y fracking) están entrampados hasta las cejas, pero se ven obligados
a seguir produciendo para pagar deudas y para que no decaiga el inflado precio
de las acciones. Entre tanto, especuladores e intermediarios hacen lo que la
hormiga del cuento –almacenan para cuando vengan tiempos mejores- y los
consumidores aumentan su presupuesto para combustible y hacen lo que la
cigarra, gastar más. Vayamos con los datos.
Primer punto: Los precios
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Durante el mes de julio de 2016, el
índice Brent, la referencia internacional del barril de crudo, cotizaba
alrededor de los 48 dólares (48$) tras perder un 5% por la incertidumbre provocada
en los mercados al concretarse el Brexit.
En junio de 2014 el barril cotizaba alrededor de los 115$. En dos años, los
precios han caído un 42%, una muestra inequívoca del acusado declive que hizo
que a finales de 2015 la industria del fracking se
desmoronara.
Cuando empecé a tomar notas para esta
entrada, el pasado 21 de julio, el precio del barril intermedio de Texas (WTI),
el de referencia en América, había
bajado un 1,25 %, hasta los 44,75$
el barril. Mientras tanto, la consultora privada Baker Gughes presentaba un
informe
en el que daba cuenta de que en julio había 371 plataformas petrolíferas offshore operando en Estados Unidos, una
cifra muy alejada de las 659 registradas por estas fechas hace un año. El dato
demuestra que 288 plataformas han dejado de funcionar por los bajos niveles del
precio del petróleo que se arrastran desde fines de 2014.
Segundo punto: Los costes
Los elevados costes de extracción que acarrea
el fracking ya han traído consecuencias. Según un estudio de la consultora
Wood Mackenzie, las empresas petroleras estadounidenses han recortado la mitad
del presupuesto destinado a la inversión en exploración y producción, que se
reducirá en 125.000 millones de $ (113.000 millones de euros) entre 2016 y
2017. En la primera semana de julio la producción estadounidense disminuyó en dos
millones de barriles (MB) al día, la mayor caída semanal desde los máximos
alcanzados en abril de 2015, según el informe
semanal de la agencia oficial estadounidense Energy
Information Administration (EIA). En todo el mundo las petroleras están
realizando ajustes
de caballo.
Alison Cassady, directora de política
energética en el centro de estudios Center for American Progress, en
Washington, explicaba
que el impacto a corto plazo es que las compañías petroleras están considerando
no invertir en nuevas perforaciones: «continuarán produciendo donde ya lo están haciendo porque
necesitan el dinero para financiar sus deudas, pero en términos de nuevos
desarrollos sólo van a ir a los yacimientos de donde probablemente puedan
producir la mayor cantidad de petróleo».
Según Cassady, esto se debe a que en estados clave como Dakota
del Norte o Texas, las petroleras necesitan un precio de alrededor de 80$ por
barril para comenzar a recoger beneficios. De ahí que a pesar de que algunas
mejoras tecnológicas han logrado reducir los costes de producción, la reducción
en el precio del crudo daña profundamente a las empresas, en especial a las más
pequeñas que han empezado a invertir en el sector y no tienen margen de
maniobra para apostar a una recuperación a largo plazo. En otras palabras, lo
que parecía un buena inversión cuando el precio del petróleo rondaba los 100$,
ya no suena tan bien cuando se reduce a la mitad.
La deuda del sector fracking casi se ha duplicado en los últimos cuatro años, mientras
que los ingresos se han incrementado en tan solo un 5,6%, según un análisis
realizado por Bloomberg
News con una muestra de 61 operadores del sector. Una docena de esos
perforadores independientes se están gastando al menos el 10% de sus ventas en
pagar intereses, cien veces más de lo que deben satisfacer las grandes
compañías.
Quienes sí están haciendo su agosto son
las grandes compañías que realizan refinado del crudo cuyos márgenes han
aumentado enormemente. El margen de refino es la diferencia entre los precios
del crudo procesado en las refinerías y los de los productos refinados,
incluyendo los costes ligados al proceso. Y es diferente en cada petrolera,
según la eficiencia de sus refinerías. Veamos el caso
español.
Repsol tenía un margen medio de refino
de casi 9 dólares el barril a finales de 2015, frente a los 3,6 dólares de
2014. En el caso de Cepsa su promedio era de 7,9 dólares el barril, casi el
doble que un año antes. Esta petrolera registró hasta septiembre del año pasado
un aumento del 424% en su beneficio del área de refino y comercialización,
pasando de 91 millones en 2014 a 475 millones en 2015. El resultado de Repsol
en este área de "downstream" (refino y marketing) fue de 1.655
millones, un 158% más.
Estos márgenes de refino son los que
están manteniendo a flote este año los balances de las petroleras, sobre todo
las de aquellas que tienen refinerías modernas, como es el caso de Repsol, ya
que el descenso de los precios del crudo está mermando gravemente sus
resultados. Así, en el área de "upstream" (exploración y producción),
Repsol ha registrado unas pérdidas de 633 millones hasta septiembre de 205,
frente a unos beneficios de 585 millones en el mismo periodo de 2014. En 2015
Cepsa tuvo unos números rojos de 51 millones en este área, cuando el año
anterior ganó 104 millones.
Tercer punto: las reservas
Según el informe de la EIA, las reservas
de petróleo del país subieron la penúltima semana de julio en 1,7 MB, hasta los
521 MB, y siguen en máximos históricos. Según el mismo informe, las reservas de
gasolina se incrementaron en 500.000 barriles esa misma semana, hasta alcanzar
los 241,5 MB. Por su parte, las reservas de combustibles refinados, como el
diesel, alcanzaron los 152 MB. Estas cifras no incluyen las Reservas
Estratégicas de petróleo del Gobierno federal, que se mantuvieron sin
cambios en los 695,1MB.
Así las cosas, el total de reservas de
crudo y productos refinados, incluidas las Reservas Estratégicas, alcanzó la
pasada semana la cifra récord de 2.082,7 MB, frente a los 2.080,1 MB de la
semana precedente. Está claro que Estados Unidos está acumulando petróleo y sus
derivados a marchas forzadas. ¿Por qué?
Porque el desarrollo del fracking como
método de extracción de petróleo ha convertido a Estados Unidos en el primer
productor del mundo. La consultora noruega Rystad Energy ha calculado que
gracias al fracking las
reservas estadounidenses ya superan a las de Arabia Saudí, el principal
exportador mundial. El estudio de la firma noruega, publicado a principio de
julio y desarrollado a lo largo de tres años, indica que Estados Unidos posee
264.000 de los 2.092.000 MB que componen
las reservas mundiales de crudo.
El total de reservas mundiales equivale
a 70 veces la actual tasa de producción mundial (unos 30.000 MB al año) y son
casi 800.000 MB más de los 1.300.000 MB que se produjeron hasta 2015. El
petróleo no convencional constituye el 30% de esas reservas, el crudo offshore
el 33%. Teniendo en cuenta que tanto el petróleo no convencional como el obtenido
en el mar (offshore) son las dos formas de extracción más costosas, la
tendencia a obtener menos gastando más, típica de los declives productivos, es
una señal clara de que ya se ha superado el pico del petróleo.
Cuarto punto: el mito de la independencia
energética
Las proyecciones hechas por los
operadores y por algunas agencias gubernamentales según los cuales el fracking era
una “revolución” que abriría una nueva e interminable era de “independencia
energética” para los Estados Unidos, que dejaría de ser un país importador de
combustibles fósiles y se convertiría en exportador de energía, carecen
absolutamente de fundamento. Al examinar el citado
informe de la EIA norteamericana, un dato clave es que ni con el fracking
se ha alcanzado la tan cacareada independencia energética del país, que en las
últimas cuatro semanas importó una media de 8,2 MB de crudo al día, un 8,7% por
encima de la media del mismo período del año pasado.
Este último dato, unido a la carestía de
la producción no convencional mediante fractura hidráulica, clarifica algunas
cosas. Por un lado, que el país sigue importando petróleo barato para el
consumo a corto plazo, mientras que guarda su petróleo doméstico caro para
cuando los precios del petróleo vuelvan a repuntar. Por eso, la abundancia de
crudo en el subsuelo estadounidense no tendrá consecuencias comerciales a
corto, dado que por mucho crudo que contenga, el punto fundamental es su coste
de extracción, que con los últimos avances técnicos supera los 80$ por barril,
mientras que en Oriente Medio hay yacimientos que producen a casi una cuarta
parte de ese coste. Por tanto, pasará mucho tiempo antes que los precios del
crudo sean lo bastante elevados como para hacer rentable la comercialización de
la mayoría de las reservas no convencionales.
Si hay dos cosas seguras en el mundo del
petróleo son que el pico de producción se ha superado ya y la producción ha
entrado en declive, y que a medida que la producción y la oferta disminuyan el
precio se incrementará. Los especuladores del petróleo hacen lo que haría
cualquiera: acumulan para cuando las circunstancias les sean favorables. El
problema es, claro está, que acumular barriles de crudo no es lo mismo que
guardar diamantes en un cajón, de manera que llegará un momento que la
capacidad de almacenaje alcance también un límite. Además, como comentaré en
una próxima entrada, conservar el petróleo almacenado no es lo mismo que
enterrar un cofre en la Isla del Tesoro.