Cuando uno dispone de recursos económicos para publicidad, los medios lo aguantan todo. Ese es el caso de la Asociación de Compañías de Investigación, Exploración y Producción de Hidrocarburos y Almacenamiento Subterráneo (ACIEP), un lobby empeñado desde hace tiempo en la explotación mediante fracking de unos supuestos e inmensos recursos de hidrocarburos yacentes en España, y del diario El PAIS, el único que leo habitualmente. Supongo que de leer otros medios me encontraría también con artículos como el que en la edición del pasado domingo 3 de julio firmaba Margarita Hernando, presidenta de ACIEP, con el título España necesita una estrategia de hidrocarburos, que es una copia casi literal de una conferencia dictada hace más de dos años por Antonio Martín, que precedió a la señora Hernando en la presidencia de la cofradía y de cuyos débiles (por no decir falaces) argumentos me ocupé entonces.
Como plagio consentido (supongo), nada nuevo aporta el artículo de la señora Hernando, que insiste en la misma y tendenciosa línea argumental de otros miembros de ACIEP y del Colegio de Ingenieros de Minas de Madrid, que han encontrado eco en las páginas de EL PAIS en los tres últimos años. Me parece lógico la comunión entre explotadores de hidrocarburos e ingenieros de minas, de la misma forma que me parece natural que empresarios, apoderados y toreros se pongan de acuerdo para defender la mal llamada Fiesta Nacional. Nada nuevo bajo el sol; ACIEP defiende los intereses de sus socios entre los que se cuentan CAIRN ENERGY, REPSOL, CEPSA, PETRA PETROLEUM, CNWL, HIDROCARBUROS DE EUSKADI, PETRICHOR EUSKADI, MONTERO ENERGY y BNK ESPAÑA-TROFAGÁS.
En mis dos libros sobre la fractura hidráulica (El fracking ¡vaya timo! y Fracking: el espectro que sobrevuela Europa) he presentado cifras y datos técnicos y científicos que demuestran la inexactitud argumental de la línea mantenida por ACIEP. Por lo demás, cada vez que este grupo de presión ha publicado artículos de prensa he intentado contestarlos enviando artículos de opinión o cartas al director. No he logrado el menor resultado. Ni mi capacidad como anunciante, sin lugar a dudas incomparablemente menor que la de REPSOL, CEPSA o PETRICHOR, ni mi calidad literaria justifican -supongo- que no haya recibido ni un solo acuse de recibo de la redacción del periódico que leo desde hace 40 años.
Vayamos al grano. En su artículo del pasado domingo, la señora Hernando insiste en unos argumentos que descansan en un desacreditado informe cuyas conclusiones se han demostrado completamente erróneas apenas han transcurrido dos años y medio desde su aparición. Sostiene la presidenta de ACIEP que:
“[…] la exploración y producción [de hidrocarburos] podría generar en España una riqueza de 44.000 millones de euros en el año de mayor impacto (un 4,3% del PIB actual). Además, supondría una creación anual de hasta 260.000 empleos directos e indirectos”. Para llegar a esta conclusión, la señora Hernando se basa “en el informe de una consultora geológica, GESSAL (2013), que afirmó que España podría albergar considerables recursos de gas y petróleo”.
Presentado a bombo y platillo el 14 de marzo de 2013 en el Club Financiero Génova (¿será casualidad?), el informe GESSAL sobre recursos prospectivos de hidrocarburos en España fue calificado por ACIEP como “muy riguroso y basado en datos geológicos tratados científicamente”, lo que “dementiría [sic] la creencia de que España es un país pobre en recursos de gas y petróleo”. Bien está; procedamos a analizarlo. Cualquier interesado puede descargarlo en este enlace.
Déjenme comenzar diciendo que la presentación del meritado informe GESSAL estuvo gafada. Apenas nacido, un informe sobre reservas de gas en el mundo realizado por la Agencia de Información Energética de Estados Unidos (AIE) concluyó que en España hay como mucho 8 Bpc (billones de pies cúbicos), unos 226.000 millones de metros cúbicos (KMmc) de reservas técnicamente recuperables de gas no convencional. Parece mucho, pero ese volumen es la octava parte de los 1.976 KMmc (dos billones de metros cúbicos para redondear al alza y a favor de GESSAL) recuperables anunciados por ACIEP, que basándose en el informe, anunció que España podría ser una "Dakota del Norte" (IAGUA, 2013), una comparación que no resiste el más mínimo análisis, como comentaré más adelante.
Los dos billones de recursos gasísticos (por supuesto putativos, dado que en España no hay sondeos, según reconoció el señor Hernández, director de GESSAL) subieron a los altares de los interesados, quienes se pusieron rápidamente a echar las cuentas de la lechera. Puesto que en España había dos billones de metros cúbicos y nuestro país consume cada año 34.000 millones, ¡teníamos gas para 70 años! Bueno, para 70, no, ¡para más, al menos para tantos años como los Estados Unidos! (Spain Green Building Council, 2013):
"En España al igual que en EE.UU. tenemos reservas de gas natural de esquistos (fracking) para los próximos más de 100 años. Energía abundante, barata y medioambientalmente beneficiosa que nos dará autoabastecimiento y la independencia energética. Incrementará la productividad de la industria y los servicios de la Nación, incrementará el empleo y hará nacer una nueva industria y muchos desarrollos de todo tipo".
Algunos fueron algo más prudentes en las cifras, pero igualmente atrevidos a la hora de formular hipótesis sin base alguna. Haciéndose eco de un informe presentado por el Consejo Superior de Colegios de Ingenieros de Minas (Cámara y Pendás, 2013) que abogaba a favor del fracking, la redactora de Medio Ambiente de El País informaba:
"España tiene recursos de gas no convencional para 39 años de consumo, pero esa energía solo se puede obtener mediante el fracking […]. El Consejo Superior de Ingenieros de Minas ha presentado un informe sobre las potencialidades de esta nueva fuente de energía en España y los riesgos y beneficios de la fracturación hidráulica. Los ingenieros de minas han llegado a la conclusión de que se trata de una técnica segura, si se cumplen todos los requisitos de seguridad, y apuestan por la explotación de estos hidrocarburos para acabar con la dependencia energética y crear empleos y riqueza. “Si no se aprovecha será una oportunidad perdida para sumarnos al carro de las nuevas tecnologías”, opina el catedrático Ángel Cámara, uno de los coautores del informe".
Se trata de una técnica segura... si se cumplen todos los requisitos de seguridad. ¡Acabáramos! Por lo demás, que los ingenieros de minas quieran que haya más explotaciones de minas es lógico y hasta profesionalmente loable, de la misma forma que los toreros quieren que haya más corridas. Por si no había quedado claro, el propio señor Cámara, decano de los ingenieros de minas en el centro de España, lo ratificaba en una tribuna del mismo diario y, con idénticas palabras, en un artículo más extenso del que parece haberse extractado el anterior:
"Tras reflexivos debates técnicos, sin juicios a priori, inspirados por el rigor y el conocimiento, los expertos y partes integrantes del grupo de trabajo sobre la fracturación hidráulica del Consejo Superior de Colegios de Ingenieros de Minas hemos concluido que, con la tecnología y los controles adecuados, la industria de la extracción del gas no convencional tiene un riesgo similar a cualquier otra industria extractiva o transformadora. Los proyectos en marcha representan una oportunidad para explorar nuestro territorio y, eventualmente, confirmar las estimaciones de recursos que hoy día situamos en torno a los 39 años del actual consumo en España".
Como no podía ser menos, los trece “expertos y parte
s integrantes” del grupo de trabajo son ingenieros de minas, salvo la única mujer del grupo, precisamente su actual presidenta, Margarita Hernando, una ingeniera industrial que presta sus servicios profesionales en una empresa dedicada a la limpieza urbana y a la gestión de residuos.
s integrantes” del grupo de trabajo son ingenieros de minas, salvo la única mujer del grupo, precisamente su actual presidenta, Margarita Hernando, una ingeniera industrial que presta sus servicios profesionales en una empresa dedicada a la limpieza urbana y a la gestión de residuos.
Cuando se ocupa de los años estimados de consumo de los que España puede gozar (en el más que improbable caso de que explotemos el gas vía fracking), que son 39 según Viúdez o 40 según Cámara, aunque ninguna de ambas cifras aparezcan por ninguna parte en el informe, nos quedamos sin saber cómo los expertos han cuadrado la estimación, un arcano cuyos fundamentos solo parece conocer el profesor Cámara, eso sí, «tras reflexivos debates técnicos, sin juicios a priori, inspirados por el rigor y el conocimiento». Lástima que esa cifra sea exactamente la que maneja la plataforma (léase lobby) Shale Gas España, que aglutina a las empresas impulsoras del fracking en España, entre las que destacan las estadounidenses BNK Petroleum y Heyco.
Pero parémonos a pensar un poco. Cuando el citado informe de la AIE adjudicaba a España 8 Bpc de reservas técnicamente recuperables, hacía lo propio con el resto de los países europeos, entre otros con Polonia, a la que adjudicaba 148 Bpc. Si tenemos en cuenta que los polacos han arrojado la toalla de la explotación del fracking a pesar de que les habían adjudicado más de 18 veces nuestras reservas técnicamente recuperables, ¿qué puede esperarse del caso español?
Hurguemos un poco más en la herida de los 39 años de “recursos estimados” no se sabe cómo. Comulguemos con esa rueda de molino y, como Groucho Marx, añadamos dos huevos fritos. Asumamos, pues, los cálculos más delirantes: que en España hay dos billones de metros cúbicos de gas no convencional, lo suficiente para 70 años.
Pero hete aquí que los principios de la Termodinámica juegan en contra. La eficiencia de recuperación de los campos de gas no convencional es mucho más baja que la declarada por la industria. Los datos procedentes de Estados Unidos, el país que lidera la explotación mediante fractura hidráulica, demuestran que, en realidad, sólo un 6,5% de los recursos pueden ser recuperados (Flues et al. 2013b), la mitad aproximadamente del 13% utilizado a menudo por las empresas en sus predicciones de reservas de gas no convencional.
Tengamos en cuenta que nuestro país consume cada año 34 KMmc, supongamos, que es mucho suponer, que ese consumo no aumenta en los próximos años y apliquemos los porcentajes de rendimiento. Con los porcentajes de recuperación siempre optimistas de la industria (13%), los dos billones de gas que supuestamente yacen debajo de nuestros confiados pies se convierten en 256.000 millones, los cuales, mire usted por dónde, coinciden bastante con los que el “poco fiable” informe de ARI decía. Dividan ustedes por nuestro consumo anual y les saldrá que en el mejor de los casos tendríamos gas para siete años y medio.
Si ahora se dejan de los cantos de sirena de la industria y se aplica lo que la experiencia estadounidense ha demostrado, la recuperación queda en un 6,5%, de resultas de lo cual tendríamos gas para cuarenta meses. Y si ahora tenemos en cuenta que por cada cuatro barriles de gas producido se consume uno, concluimos que la producción de diez meses se irá para producir lo que se consumirá en treinta meses en el mejor de los escenarios.
Por lo demás, como el tiempo da y quita razones, daré un botón de muestra sobre la fiabilidad del informe GESSAL. Según el mismo (Tabla resumen en la página 13) en aguas de Canarias yacían 1200 millones de barriles de petróleo y 226.000 millones de metros cúbicos de gas natural. Alentada por el entonces ministro de Industria, José Manuel Soria, REPSOL los buscó ávidamente durante varios meses antes de abandonar desalentada por la ausencia absoluta de los recursos anunciados por GESSAL. Otro tanto ocurre con las cuencas catalana y mediterránea, y con los yacimientos de Burgos, pletóricos también de hidrocarburos según GESSAL, a cuya explotación han renunciado las empresas habita cuenta del nulo resultado de sus prospecciones.
Por lo demás, el tartufismo energético de EL PAÍS sigue insistiendo en las posibilidades de la cuenca mediterránea para la obtención de hidrocarburos, a pesar de que las evidencias empíricas de las prospecciones demuestran que el Mediterráneo no es, tampoco, Dakota del Norte.