La diferencia fitoquímica entre el cáñamo industrial (Cannabis sativa sativa) y la marihuana (Cannabis sativa indica) es el porcentaje que contiene de THC (tetrahidrocannabinol), la sustancia alucinógena. En el caso de la marihuana este porcentaje oscila entre 12% y 15%, mientras que en el caso del cáñamo industrial su contenido máximo es de 0,5%.
Joachim Vallenas, que trabaja actualmente como experto en la Dirección de Desarrollo Empresarial de la Cámara de Industrias de Uruguay, elaboró, conjuntamente con Fabrizio Giamberini de la empresa The Latin America Hemp Trading, un estudio donde se explican las virtudes de la planta y exponen la necesidad de legalizar el cultivo del cáñamo industrial, como ya se ha hecho recientemente con la marihuana. En nuestro ámbito, el cultivo está subvencionado por la Unión Europea y se planta en Alemania, Francia e Inglaterra. Australia, China, y Canadá son otros países que permiten y fomentan el cultivo de cáñamo industrial.
Entre muchos aspectos, en el documento elaborado por Vallenas y Giamberini se destacan dos: el cáñamo como una fuente de bioenergía y también como una solución para las agroindustrias. Incluyendo al cáñamo en el ciclo de rotación de la mitad de cultivos de secano ya existentes en Uruguay −aproximadamente 1.800.000 hectáreas− rotando cada tres años, se podrían sembrar unas 300.000 hectáreas de esta planta.
En una hectárea se puede producir el equivalente a 3,5 toneladas de gasoil en biomasa de cáñamo. Además, la planta puede producir en el uso combinado de fibras y semillas aproximadamente una tonelada de granos por hectárea de los que se obtendrían unos 300 litros de aceite. En esas 300.000 hectáreas esto equivale a más de un millón de litros de aceite transformables en biodiésel, lo que equivale al consumo anual de diésel en Uruguay.
El informe señala que plantando cáñamo industrial en la escala mencionada, Uruguay podría prescindir de importar 2,2 millones de toneladas de petróleo por un valor de 1.400 millones de dólares (estimando el precio del barril a 100 dólares) y dejar de lado la dependencia del petróleo para la generación de energía.
En el aspecto agrícola con la inclusión del cáñamo industrial en la rotación de cultivos mejora la calidad de los suelos al oxigenarlos. Y posteriormente, cuando se cosechan granos como soja, maíz o sorgo se obtiene un rendimiento 15% mayor. “Si después de cosechar el cáñamo siembro maíz no necesito herbicidas, porque el campo estará limpio, ya que la planta lucha por sí sola contra las malezas”, dice Vallenas.
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El otro autor del estudio, Fabrizio Giamberini señaló que el aceite de cáñamo tiene un alto porcentaje de ácidos grasos esenciales Omega 3 y Omega 6, en una relación ideal para incluirlo como componente de alimentos para consumo humano. “Lo más importante es que se pueden enriquecer muchos productos existentes a partir de este insumo”, dijo el especialista. Giamberini agregó que el cáñamo tiene mucho potencial para la producción de bioplásticos y para la industria cosmética y alimenticia. ¡Jauja!
Pues nada, hombre, sigamos el ejemplo uruguayo, pero plantando marihuana: independencia energética y todo el día de fiesta. Así, de camino, podríamos tragarnos eso de que España va bien (Rajoy dixit).